En la página FUEGO Y MANIOBRA encontrará la Introducción y capítulos referidos a la guerras en la Edad Media, de la obra del mismo nombre del Dr. Mg. Jorge A.Vigo

1 de abril de 2015

La frase de la semana.


“…En la Batalla de los Dos Reyes, en la cual participaron unos novecientos caballeros, sólo tres murieron. Todos estaban equipados con cota de malla y los miembros de cada uno de los bandos se preservaban unos a otros, por temor a Dios y por la hermandad de armas. Estaban más preocupados por capturar a los fugitivos que por ultimarlos. Como soldados cristianos, no tenían sed de la sangre de sus hermanos, sino que se regocijaban por la justa victoria concedida por Dios, por el bien de la Santa Iglesia y por la paz de los difuntos”. Orderic Vitalis


Orderic Vitalis fue un monje benedictino y gran historiador inglés de origen normando, autor de Ecclesiastical History, en la que se ocupa, en trece tomos, del vasto periodo que va desde el advenimiento del cristianismo hasta el año 1141 (murió al año siguiente). La batalla a la que se refiere es la de Brémule, librada entre Enrique I de Inglaterra y Duque de Normandía y Luis VI de Francia, El Gordo, el 20 de agosto de 1119 en las cercanías de la ciudad francesa de Ruan. Las bajas mortales exiguas eran comunes en la guerra caballeresca. Tanto que Clifford Rogers afirmó, no sin razón, que en los siglos XII y XIII la guerra, en Europa Occidental, se parecía más a un deporte que a un asunto serio. Así, en la Guerra de Flandes (1127) participaron unos mil caballeros. Hubo cinco muertos entre ellos, aunque sólo uno en combate, los cuatro restantes murieron en accidentes (caída del caballo, resbalón en una escalera, etc.). En la batalla de Lincoln (1217) mientras sólo tres caballeros murieron, cuatrocientos fueron capturados. ¿Qué ocurría con los prisioneros? Explica Contamine que un código de guerra caballeresca preveía salvar la vida de los prisioneros, exigiendo un rescate. Pero no parece, al menos en la enorme mayoría de los casos, que esto obedeciera a una mezquina razón crematística. Según dicho autor, estaba relacionado, por un lado, por la “difusión de los valores cristianos en la sociedad militar”, y por el otro, “con la práctica de una guerra en la que unos combatientes…tenían frecuentemente la oportunidad de enfrentarse…de donde surgió la idea de reciprocidad en las situaciones de alternacia entre derrotas y victorias”. En suma: la “hermandad de armas”. Los rescates siguieron (recordemos el que se pagó por la liberación de Juan el Bueno, capturado en la batalla de Poitiers…¡tres millones de coronas, algo así como tres veces lo gastado por Eduardo III en su campaña!), aunque algo comenzó a cambiar a partir de la batalla de Courtrai (1302) cuando las milicias flamencas masacraron a más de mil caballeros franceses y en Casel (1328), en la que  la revancha se llevó a más la mitad de los comuneros flamencos. La guerra comenzaba a retomar su seriedad... 
© Rubén A. Barreiro 2015

No hay comentarios:

Publicar un comentario