En la página FUEGO Y MANIOBRA encontrará la Introducción y capítulos referidos a la guerras en la Edad Media, de la obra del mismo nombre del Dr. Mg. Jorge A.Vigo

9 de mayo de 2015

Las guerras de Bizancio y sus consecuencias territoriales (I)


Mg. Rubén A. Barreiro


Introducción. El Imperio Bizantino [1] constituyó, sin dudas, un notable crisol donde se fundieron las civilizaciones griega y romana: “tradición helenística, tradición romana: la fusión de las dos tradiciones es el imperio bizantino” (BAYNES, 200, énfasis en el original). Al mismo tiempo,  no caben dudas de que el milenio bizantino, esa “agonía de diez siglos” (BAYNES, 7),“…es, sin ninguna duda, la alternancia más extraordinaria entre la debilidad y el éxito que ha conocido la historia del mundo”  (DELBRÜCK, 195). 


Tal alternancia fue el resultado de un casi permanente estado de guerra que enfrentó a Bizancio con todos sus vecinos. Fue atacado y atacante. Muchos fueron los momentos en que debió luchar en dos frentes, por lo general muy alejados entre sí. Más allá de razones de índole política, económica y aún religiosa, fue la situación geográfica del imperio la que tornó imposible una paz duradera con sus vecinos.

Tal como quiso Constantino al fundar la Nueva Roma, ésta debía equidistar tanto del Danubio en el norte como del Éufrates en el Sur. El Danubio aparece en la historia bizantina como una especie de “última frontera”, a menudo vulnerada por los pueblos bárbaros en su incesante marcha hacia el Oeste, muchos de los cuales optaron por arraigarse en la región abandonando su obstinado avance.
El Éufrates constituía, por su parte y para los bizantinos, el límite pocas veces franqueado con las naciones orientales y, para estas, la línea de partida de sus invasiones sobre el territorio imperial. 

Tal situación geográfica ponía al Imperio Bizantino entre Europa y Asia, asentado como estaba en la península balcánica por un lado, y en el Asia Menor por el otro. No hubo punto cardinal desde el cual no surgieran peligros y desafíos: persas, árabes, turcos en el Oriente; hunos, eslavos, magiares, búlgaros, en el norte; ostrogodos, lombardos, francos, normandos al oeste; vándalos y árabes en el sur, para no citar sino algunos ejemplos. Y, por añadidura, a lo largo de su larga historia, conmovieron al Imperio numerosas guerras civiles, amotinamientos y rebeliones. 

De resultas de estas guerras, el territorio bizantino sufrió innumerables transformaciones, a las que nos referiremos en este trabajo. La historia bizantina, vista desde ese ángulo, se asemeja a un enorme péndulo, oscilando entre expansiones territoriales enormes y a retracciones no menos espectaculares. En varias oportunidades Bizancio pasó del esplendor a la agonía que señalaba Baynes: a las sorprendentes (re)conquistas de Justiniano, siguieron las penurias con persas y bárbaros; al renacer de la mano de Heraclio, le sucede el incontenible avance de los árabes; a la expansión hacia Oriente de Nicéforo Focas y Juan Tzimisces, como la anexión de Bulgaria y otros territorios balcánicos por Basilio II, los turcos le ponen un final con el desastre de Manzikert.

En la imagen que sigue pueden apreciarse en conjunto las variaciones territoriales bizantinas a través de los mil años de su existencia. Se advierten con claridad los movimientos “pendulares” a que hemos hecho referencia. Cada uno de los mapas que componen la imagen constituirán, junto con otros complementarios, la base sobre la cual se desarrollará la exposición sobre el tema propuesto.






Como una constante vital del imperio, se encontraba Constantinopla, la antigua Bizancio [2], ciudad  simbólica cuya existencia daba vida a Bizancio, a punto tal que se caída fue el latido final del Imperio. Salvo el interregno de la ocupación por los caballeros de la Cuarta Cruzada (1204-1261), Constantinopla soportó múltiples asedios y continuó siendo, por su privilegiada situación geográfica y por la esplendidez de su desarrollo, el alma del Imperio Bizantino (para un mayor detalle, véase Los Asedios de Constantinopla)

En la exposición que sigue, y en sucesivas entradas, pasaremos una revista somera a las diferentes alternativas de los conflictos armados que tuvieron al Imperio Bizantino como protagonista. Cada una de las entradas comprenderá un mapa genérico en el que se destacará el ámbito territorial del Imperio y una revista sintética de los conflictos habidos durante el periodo de que se trate, con indicación de las principales batallas o alternativas notables ocurridas durante el mismo.

Plan de la exposición.

1.         Ámbito geográfico de las guerras de Bizancio.
2.         De la formación del Imperio a la reconquista de Justiniano.
3.         De la muerte de Justiniano a las ofensivas persas, árabes y bárbaras.
4.         Recuperación en los Balcanes y el sur de Italia. Pérdidas insulares.
5.         De las conquistas de Nicéforo Focas y Basilio II al desastre de Manzikert.
6.         La Cuarta Cruzada, la toma de Constantinopla y el Imperio Latino. Reorganización del Imperio.
7.         Hacia el inexorable final. El incontenible avance de los turcos otomanos. Caída de Constantinopla y desaparición del Imperio Bizantino.  


1.         Ámbito geográfico de las guerras de Bizancio. Las guerras que tuvieron como protagonista al Imperio Romano de Oriente se extendieron por un vasto territorio, que excedía al que correspondía al imperio a partir de la división del año 395. A partir de las guerras comprendidas en la denominada Recuperatio Imperii del emperador Justiniano II, los teatros de operaciones se corrieron al Oeste de dicha línea, localizándose por un largo periodo en la península itálica, la isla de Sicilia y Panonia, sobre el Mar Adriático. El Este, fue un vasto teatro de operaciones  que va desde Anatolia hasta el Eufrates y a lo largo de la costa del Mediterráneo hasta la altura del lago Tiberiades. En el mar Egeo y las aguas circundantes se libraron reiteradas campañas navales. El territorio balcánico fue frecuente escenario de enfrentamientos a lo largo de los siglos. Por último, Constantinopla y los territorios que la rodean fue asimismo protagonista de múltiples asedios por mar y tierra.


Vista general de los territorios que fueron teatro de las guerras de Bizancio. La línea vertical representa el límite occidental del Imperio.
  
Los mapas que siguen muestran con mayor detalle los diferentes teatros donde se libraron las diversas guerras protagonizadas por el Imperio Bizantino.   

Teatro del Este. 
Izq. Teatro Occidental.                                 Dcha. Teatro Balcánico. 
Representación física de los territorios en los que se libraron las guerras de Bizancio

Bibliografía citada

BAYNES, N.H., El Imperio Bizantino, Fondo de Cultura Económica, México, 1951
CAREY, Brian Todd, Warfare in the Medieval World, Pen & Sword Military, Barnsley, 2007.
DELBRÜCK, Hans, History of the Art of War, Volume III, Medieval Warfare, University of Nebraska Press, Westport, 1990.
HALDON, John, The Bizantine Wars, The History Press, Stroud, 2011.
JAMES, Liz, Byzantium: a Very, Very Short Introduction, en A companion to Byzantium (ed. Liz James), Blackwell Publishing Ltd, Chichester (UK), 2010.






[1]              Curiosamente, el Imperio Bizantino nunca se dio a sí mismo tal denominación, que, al parecer, fue utilizada por primera vez por el alemán Hieronymus Wolf en 1557. En su época era conocido como el Imperio Romano de Oriente. Procopio, el gran historiador de las guerras de Justiniano, se refiere siempre a los “romanos”. Utilizaremos aquí las expresiones “Bizancio”, “Imperio bizantino” o “bizantinos”, salvo las excepciones que surgen del texto mismo.
[2]              Había sido fundada en 657 AC por marinos de Megara, ciudad de pescadores ubicada en el istmo de Corinto, próxima a Atenas. En 330 DC el emperador Constantino la llamo Nueva Roma, pero el uso consagró el nombre con que fue conocida hasta su conquista por los turcos, en 1453, cuando se convirtió en Estambul. 

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