Las
guerras de Bizancio y sus consecuencias territoriales (II)
Mg. Rubén A. Barreiro
2b. De
la formación del Imperio a las guerras de Justiniano (Parte II)
En los
vaivenes territoriales de Bizancio, el periodo que abordaremos a continuación
constituye, junto con el periodo 920-1030, el apogeo de la extensión territorial del
Imperio de Oriente. Tal apogeo se encuentra relacionado íntimamente con el
reinado del emperador Justiniano I, el Grande. En especial, por su política de
expansión hacia Occidente, con la que buscó recuperar el territorio perdido a
manos de los bárbaros a partir de 476. La Guerra Vándala primero y luego la
Guerra Gótica, fueron los medios a través de los cuales se alcanzó tal
propósito. Y tan íntima fue la relación entre esta expansión y Justiniano, que
al poco tiempo de su muerte, ocurrida en 565, el territorio recuperado y buena
parte del original fue desmenuzándose al caer en manos de eslavos, ávaros,
persas y árabes. El Islam en sus diversas manifestaciones, aparece desde
entonces y hasta la fatal caída del Imperio en 1453, como el encarnizado enemigo,
constante y permanente, de Bizancio.
El breve reinado
de Justino I. En 518 muere el emperador Anastasio I y le sucede Justino I, natural de
Dardania, Iliria, de origen muy humilde. Procopio afirma que su educación era
escasa, insinuando inclusive que no sabía leer. De todos modos, fue un militar
destacado, participando en las guerras contra isaurios y persas. Tuvo gran
influencia en su reinado su sobrino, el futuro emperador Justiniano I, a quien
proporcionó una esmerada y extensa educación. Su breve reinado (falleció en
527) se caracterizó por un acercamiento con el Papado, recibiendo al Pontífice
Juan I en Constantinopla. En general, no existieron acontecimientos militares de
relieve y la paz concertada con Persia en 505 por siete años se prolongó hasta
526.
Advenimiento al
trono bizantino de Justiniano I. Las guerras de Justiniano. La recuperatio
imperii. Cuatro
meses después de la muerte de Justino I, en agosto de 527 le sucedió Justiniano I. De su reinado de
treinta y ocho años se ha dicho que “... Pocos sujetos históricos han conseguido
sintetizar en su persona toda una época, menos todavía logran convertirse en
estandarte de una civilización. Justiniano es indiscutiblemente uno de ellos”
(GARCÍA-GUIJARRO RAMOS, 109). Durante
este periodo de reinado, desusadamente prolongado para la época, Justiniano
llevó a cabo una vasta obra en variados aspectos: la recopilación, ordenamiento
y codificación de la ley romana echando las bases de un sistema jurídico que
aún hoy se encuentra en vigente en diferentes países; la realización de
grandiosos proyectos edilicios, especialmente en Constantinopla, con la magna
obra de la Basílica de Santa Sofía; la reorganización administrativa y fiscal,
motivada en especial para obtener los fondos necesarios para su proyecto de
recuperación imperial. Precisamente este proyecto y su realización es el
aspecto más importante de su reinado en lo que hace a la naturaleza de este
trabajo.
La “recuperación del Imperio” (recuperatio imperii), la “gran misión” que se había impuesto Justiniano era la reunificación del Imperio de Oriente con los territorios del de Occidente apropiados por los bárbaros (LOUTH, 107). Primero, expulsando a los vándalos del Norte de África y territorios adyacentes. Luego, desalojando a los invasores de la península itálica y parte de la balcánica. No fueron estas, por cierto, las únicas guerras de Justiniano. En el Este los persas sasánidas fueron adversarios que guerrearon con Bizancio hasta mucho después de la muerte de Justiniano. Los árabes comenzaron sus incursiones más con intención de pillaje que de conquista. En la frontera del Danubio los bárbaros eran contenidos. Y en el frente interno, Justiniano debió enfrentar, casi estrenando su reinado, a un tremendo estallido social, la revuelta Nika, que estuvo a punto de desalojarlo del trono. Tales las Guerras de Justiniano.
La “recuperación del Imperio” (recuperatio imperii), la “gran misión” que se había impuesto Justiniano era la reunificación del Imperio de Oriente con los territorios del de Occidente apropiados por los bárbaros (LOUTH, 107). Primero, expulsando a los vándalos del Norte de África y territorios adyacentes. Luego, desalojando a los invasores de la península itálica y parte de la balcánica. No fueron estas, por cierto, las únicas guerras de Justiniano. En el Este los persas sasánidas fueron adversarios que guerrearon con Bizancio hasta mucho después de la muerte de Justiniano. Los árabes comenzaron sus incursiones más con intención de pillaje que de conquista. En la frontera del Danubio los bárbaros eran contenidos. Y en el frente interno, Justiniano debió enfrentar, casi estrenando su reinado, a un tremendo estallido social, la revuelta Nika, que estuvo a punto de desalojarlo del trono. Tales las Guerras de Justiniano.
Reanudación de la
guerra con Persia Sasánida. La primera guerra persa de Justiniano o Guerra
Ibérica. Por razones de brevedad, todo lo relacionado
con los antecedentes del conflicto como las primeras etapas del mismo hasta la
batalla de Dara, en junio de 530, ha sido tratado en otro lugar de este blog, al que nos remitimos. En el mismo año, los persas habían atacado en el
norte, retomando Iberia [1]
y avanzando sobre Lázica. El general sasánida Mermeroes estaba al frente de un
ejército de unos 30.000 hombres, y lo enfrentaban en Satala, una importante
base bizantina, los generales bizantinos
Sitas y Doroteo, con fuerzas que apenas alcanzaban la mitad del adversario.
Debido a esta desigualdad, los generales bizantinos idearon una estratagema,
relatada en detalle por Procopio (I.15.1-17), por la que los persas, creyendo
que eran atacados por una fuerza mucho mayor, se retiraron luego de una
encarnizada lucha. En abril de 531, una fuerza persa de caballería al mando de
Azaretes, compuesta por unos 20.000 hombres incursionaba en las provincias a lo
largo del Eufrates, donde su curso corre de norte a sur. Cuando alcanzó la
ciudad de Callinicum, desde la cual amenazaba a la populosa Antioquía
cuya población comenzó a huir hacia la costa,
Belisario fue informado de ello, destacando una fuerza de 8.000 mil
hombres para hacerles frente. Sunicas pudo frenar el avance persa, aunque
Belisario dispuso no entrar en combate y perseguir al enemigo a un día de
marcha, permitiendo su retirada sin entrar en batalla. Sin embargo, Belisario
se vio obligado a presentar batalla ante la presión de buena parte de la
oficialidad y de la tropa, ansiosos por castigar a los persas por sus excesos.
La victoria de los persas fue sin atenuantes.
A
fines de 531 murió el rey Kavadh y Justiniano concerta con su sucesor Cosroes I la denominada Paz Eterna. Los persas restituyeron fuertes en Lazica y Armenia y Justiniano pagó a aquellos once mil libras de
oro. “Ante esto, ambas potencias habían
vuelto a los años de oro del siglo quinto” (GEATREX, 488). Justiniano
trasladó buena parte de sus tropas al teatro occidental, debilitando el Este,
circunstancia que Cosroes aprovechó en 540 para romper la Paz Eterna, dando
lugar a la llamada segunda guerra persa de Justiniano o Guerra Lázica, de la
que nos ocuparemos más adelante.
La Revuelta Nika. En la
parte 2a de este trabajo, nos hemos referido brevemente a los conflictos entre las
facciones constituidas por concurrentes al Hipódromo de Constantinopla. En 532
estalla el más grande y trascendente de tales conflictos, la denominada “revuelta Nika” [2].
La misma se extendió del 11 al 19 de enero del año mencionado. El hecho
desencadenante habría sido la detención de varios componentes de las facciones,
acusados de actos de violencia y la aparente negativa de Justiniano de
liberarlos. Pero las causas subyacentes fueron las políticas autocráticas de
Justiniano y su política fiscal que pesaba fuerte y especialmente sobre la
aristocracia (aunque sin excluir a otras capas de la población), razón por la
cual los revoltosos tuvieron un rápido apoyo de
Hipódromo de Constantinopla.
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aquella y pronto el conflicto
en una abierta revuelta contra el Emperador,
llegándose inclusive a proponer un
reemplazante para el mismo, Flavius
Hypatius, sobrino de Anastasio. Este aspecto de la revuelta, “difícilmente
podría haber sido promovido sin el liderazgo de miembros interesados de la
aristocracia” (GREGORY, 127). Los revoltosos incendiaron y destruyeron varios
edificios, entre ellos Santa Sofía y Santa Irene, los Baños de Zeuxippos, el
Chalke (la gran entrada ceremonial del Gran Palacio), la plaza del Augustaeum con sus monumentos y muchos otros. Ante el cariz de la
situación, Justiniano habría estado a punto de huir y sólo la intervención de
la emperatriz Teodora logró disuadirlo. Convocado para sofocar la revuelta, el
general Belisario enfrentó con sus tropas a los revoltosos en el propio
Hipódromo, y la revuelta fue aplastada con un terrible costo de 30 a 35 mil
muertos, incluyendo a Hypatius. La victoria del emperador fue completa y ya no
hubo nuevos desafíos a su política, quedando totalmente libre para llevarla
a cabo según su designio (GREGORY, 128) [3].
La reanudación de la guerra con Persia
Sasánida. La segunda guerra persa de Justiniano o Guerra Lázica. Como se ha dicho, el Gran Rey
Cosroes invadió la Mesopotamia bizantina y Siria en el verano de 540. Aprovechó
la circunstancia del retiro de tropas por parte de Justiniano con destino a las
guerras de reconquista en Occidente, teniendo en cuenta la “paz eterna”
suscripta tiempo antes. Procopio menciona que Vitiges, el rey de los ostrogodos
en la península itálica habría incidido sobre la decisión del persa, así como
los armenios, descontentos con Justiniano. Por otra parte, las arcas persas
estaban exhaustas y Cosroes trató de obtener fondos de los bizantinos mediante la
invasión. Cosroes llegó hasta Antioquía, le puso sitio, tomándola
para luego arrasarla casi totalmente. En 541 Belisario llega a la región desde
Italia, y asume el mando en la Mesopotamia, acampando en Nisibis. Cosroes
invade Lázica, toma la guarnición de Petra y se apodera de Lázica.
Mapa (RUBIN, 130), edición del autor. |
En la
primavera de 542 se desata una peste [4]
que ataca primero al ejército de Cosroes y luego se extiende por todo el
Imperio, llegando a Constantinopla. A mediados de 543 cerca ha muerto casi la mitad de la población de la ciudad. En tanto Belisario ha vuelto a Italia, Cosroes pone sitio a Edessa
pero es rechazado y lo propio ocurre con Teodosópolis, donde es capturado el
general Mermeroes. En 545 Justiniano y Cosroes acuerdan una tregua por cinco
años, excepto en Lázica, y el Imperio se compromete a pagar al sasánida
cuatrocientas libras de oro anuales por la duración de la tregua. La guerra
recomienza en Lázica, cuando en 549 Cosroes es acusado de deportar al rey
Gobazes. Mermeroes, que había sido liberado, se hace fuerte en las cercanías de
Petra,
siendo derrotado allí por Dagisteus en 551. En el otoño de 551 se acuerda una nueva
tregua por cinco años, recibiendo los persas dos mil seiscientas libras de oro.
Al expirar el plazo, comienzan nuevas negociaciones. Finalmente en 561, en
Dara, se alcanza un acuerdo por el cual Bizancio pagaría treinta mil piezas de
oro por año, Lázica quedaría bajo el control bizantino, los cristianos
residentes en Persia no serían molestados y se mantendría una guarnición
reducida en Dara, además de otras cláusulas.
Desde
entonces, y hasta la muerte de Justiniano el 14 de noviembre de 565, no se registraron
conflictos en la región, salvo algunos hechos menores. La guerra retomaría su
curso un tiempo después, cuyos hechos serán tratados más adelante.
Bibliografía
Cameron,
Averil, Justin I and Justinian, en The Cambridge
Ancient History, Vol. XIV, Late
Antiquity: Empire and Successors, A.D. 425-600, Cambridge University Press, Cambridge, 2007.
- Circus Factions.
Blues and Greens at Rome and Byzantium, Oxford University Press, Oxford, 1976.
García-Guijarro
Ramos, Luis, Justiniano y la romanidad
oriental en el siglo VI, en Historia Universal de la Edad Media,
coord. Vicente A. Álvarez Palenzuela,
Ariel Historia, Barcelona, 2002.
Greatrex,
Geoffrey, Byzantium and the East in the
Sixth Centuryen The Cambridge Companion to the Age of Justinian,
ed. Michael Maas, Cambridge University
Press, Cambridge, 2006.
Gregory,
Timothy E., A History of Byzantium,Blackwell Publishing, Oxford, 2005.
Louth, Andrew, Justinian and His Legacy, en History of the Bizantine Empirec.
500-1492, ed. Jonathan Shepard, Cambridge University Press, Cambridge, 2008.
Rubin, Zeev, Eastern Neighbours: Persia and the Sasanian Monarchy (224-651), en The Cambridge history of the Byzantine Empire c. 500–1492, ed. Jonathan Shepard, Cambridge University Press, Cambridge, 2008.
[1] Tanto Iberia como Lázica eran reinos ubicados en
el Cáucaso, cuyos territorios coincidían en parte con los de la actual
República de Georgia.
[2] Los concurrentes al Hipódromo usaban esta palabra, que en griego significa “conquistar”, para alentar en las carreras a sus preferidos.
[3] Incidentalmente, debe recordarse que las carreras que se disputaban en el hipódromo, razón de la existencia las facciones, fueron suspendidas por cinco años.
[4] Pandemia de peste bubónica originada en Egipto, posiblemente según Procopio, en el límite de este país con Etiopía. Se extendió por un toda la cuenca del Mediterráneo desde 542 hasta 590. Sólo en Constantinopla se produjeron más de 300.000 muertes. El propio Justiniano fue alcanzado, aunque se recuperó (KOHN, 216/18).
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