En la página FUEGO Y MANIOBRA encontrará la Introducción y capítulos referidos a la guerras en la Edad Media, de la obra del mismo nombre del Dr. Mg. Jorge A.Vigo

26 de agosto de 2015

Efemérides


26 de agosto de 1346 -Aniversario de la batalla de Crécy-26 de agosto de  2015





La singularidad de la batalla de Crécy, librada entre el ejército inglés al mando del rey Eduardo III y el francés del rey Felipe VI, se manifestó no sólo en sus aspectos militares, sino también en ciertas consecuencias políticas y sociales. Va de suyo que todo ello no surgió de manera espontánea en la batalla, sino que en ella se pusieron de manifiesto tendencias que se venían dando desde muchos años atrás. Las formaciones combinadas de arqueros y caballeros desmontados que usó Eduardo III se habían ido desarrollando en las guerras contra escoceses y galeses. La influencia creciente de las clases menos favorecidas en el ámbito político, especialmente en Inglaterra, y resultante de su cada vez más activa participación protagónica en las guerras, había tenido sus primeras manifestaciones a partir de la batalla de Courtrai, un siglo y medio antes. Y fue también en esta última que la Caballería, no solo como instrumento militar sino en especial como un sistema de principios y una forma de vida, comenzó a andar el lento camino hacia su ocaso.

En preparación un estudio sobre el desarrollo de la batalla de Crécy, hemos considerado de interés transcribir algunos párrafos de algunos entre los muchos autores que se han ocupado del tema, de los que surgen lo esencial de la misma y sus consecuencias.

 “La batalla de Crécy fue una revelación para el mundo occidental. Hasta pocos años antes, los ingleses no habían adquirido gran fama como nación guerrera. Sus victorias sobre galeses y escoceses apenas fueron conocidas en el Continente. Las guerras en Francia, bajo Enrique III y Eduardo I, no les trajeron gloria. Parecía fuera de toda expectativa y probabilidad que, superados en una proporción de tres a uno, los ingleses pudieran ser capaces de apabullar a la caballería más formidable de Europa. Pero las enseñanzas de su victoria no fueron totalmente comprendidas sino hasta más tarde. Era obvio que habían vencido, en parte, por su espléndida arquería, y en parte, por la firmeza con que lucharon sus caballeros desmontados. Pero el auténtico secreto fue que el Rey Eduardo había sabido combinar ambas formas de combatir…” (Sir Charles Oman, “A History of the Art of War in the Middle Ages”).

“…Crécy fue una revelación, no sólo para los franceses, sino también para los propios ingleses. Los primeros se sintieron asombrados y los segundos exaltados por aquel hecho de armas…” (J.F.C. Fuller, “Batallas decisivas del mundo occidental y su influencia en la historia”).

“… [Crécy] fue la primera gran batalla entre dos reinos bien provistos militarmente en la que la victoria fue obtenida más por el uso de armas de proyectil que por enfrentamientos cuerpo a cuerpo. En tal sentido, marca el advenimiento de la guerra moderna… La sociedad medieval estaba compuesta por tres clases de gente: los que luchaban (la nobleza y los caballeros), los que rezaban (los monjes y el clero secular) y los que trabajaban (el campesinado en general)… En Crécy todo cambió. A partir de allí, “aquellos que trabajan” se convirtieron en “aquellos que combaten”…” (Ian Mortimer, “The Perfect King”).

El campo de batalla en la actualidad (2009) desde el lugar aproximado donde se desplegó el ejército inglés. A la izquierda el poblado de Wadicourt. Hacia el fondo, a la derecha, Fontaine. La depresión en el centro es el Vallée des Clercs. 
“Era una buena posición, sobre una colina. A la derecha se apoyaba en Crécy, a la izquierda en Wadicourt. Detrás, el bosque de Crécy la protegía contra toda sorpresa por los flancos o la retaguardia. Por  delante, en el Vallée des Clercs, el arroyo de la Maye. Troncos de árboles y carruajes en cantidad bloqueaban todos los resquicios de la   línea de batalla, orientada hacia el Sudeste, hacia la antigua ruta, la  vía romana” (Ferdinand Lot, “L’art militaire et les armées au Moyen Age).

“…la lluvia comenzó a caer del cielo tan copiosamente que era una maravilla de contemplar, y había truenos y relámpagos horribles y abundantes. Antes de la tormenta, por encima de ambos ejércitos volaban bandadas de cuervos, graznando tan ruidosamente como nunca antes se había oído. Muchos sabios caballeros dijeron que se trataba del augurio de una batalla feroz y de un gran derramamiento de sangre. Poco después, se abrió el cielo y comenzó a brillar el sol poniente, pero dando directamente en los ojos de los franceses…” (Jean Froissart, “Chroniques”)

 “No hay persona, a menos que haya estado presente, que pueda imaginar o describir la confusión de ese día. Especialmente la mala conducción y el desorden de los franceses, cuyas tropas eran más numerosas que las inglesas…” (Eugène E. Viollet-le-Duc, “Military Architecture”)

"Jean Le Bel dice que los caballos franceses eran derribados por la arquería y 'se apilaban como montones de cerdos'. El ejército inglés mostró su disciplina rehusándose a abrir sus filas, incluso para tomar prisioneros, valiosos por sus rescates. Ola tras ola, la caballería francesa avanzaba bajo el sol poniente, sólo para quebrarse ante las posiciones de arqueros y caballeros. Probablemente, fueron obstaculizados por los hoyos de un pie de profundidad que Eduardo III había mandado cavar frente a las posiciones inglesas" (Jim Bradbury, "The Medieval Archer").

“Existen dos razones principales de su derrota [de los franceses]. La primera es que los ingleses tuvieron la ventaja incomparable de luchar a la defensiva. Pese a lo poderoso del impacto de su carga, la caballería pesada en el siglo XIV fue, en general, poco eficaz contra tropas desmontadas luchando en posiciones preparadas. Felipe VI tenía conciencia de ello. Fue por tal razón que rehusó atacar a los ingleses en 1339 y 1340. En 1346 asumió el riesgo porque la opinión pública se lo demandaba. La segunda razón fue la superioridad del arco largo sobre la ballesta, nunca tan bien demostrada como entonces… La ballesta, aun en los siglos que siguieron, nunca pudo alcanzar la principal ventaja de su rival, la cadencia de tiro. Podían dispararse tres flechas con un arco largo en el tiempo que insumía a un experto ballestero preparar su arma para un nuevo disparo” (Jonathan Sumption, “The Hundred Years War. Trial by Battle”)

Imagen de encabezado: Schlacht bei Crecy 1346, Stadtgeschichtliches Museum Leipzig, www.europeana.eu/ portal/record/08547

No hay comentarios:

Publicar un comentario