En la página FUEGO Y MANIOBRA encontrará la Introducción y capítulos referidos a la guerras en la Edad Media, de la obra del mismo nombre del Dr. Mg. Jorge A.Vigo

28 de septiembre de 2015

La victoria de Belisario en Palermo y la recuperatio de Sicilia (535 DC). 

Segunda Parte (III)

Mg. Rubén A. Barreiro


VI

El plan de Belisario y su ejecución. Ante la negativa de la guarnición ostrogoda de rendir la plaza, Belisario decidió atacar desde el mar. En el plan que elaboró, debió haber tenido en consideración las siguientes circunstancias:

1. La supremacía casi absoluta de la armada bizantina sobre todo el Mediterráneo (WHITBY, 437), reafirmada por la desaparición de la otrora poderosa flota vándala y la escasa relevancia en cantidad y calidad de la flota ostrogoda.


2. La vulnerabilidad del sector del puerto, en tanto que allí se interrumpían  las poderosas murallas que protegían a la ciudad.

3. La ocupación de la isla debía completarse con la mayor celeridad, en tanto tal ocupación no constituía sino el primer paso para la invasión al territorio continental del reino ostrogodo, que debía comenzar sin demoras. Sólo restaba para ello, rendir Palermo.

4. La presumible endeblez de la moral de la guarnición ostrogoda, ante la imposibilidad de recibir refuerzos desde la península y la evidencia de que se encontraba rodeada por un territorio totalmente dominado por los bizantinos y con una población hostil, circunstancias estas que obstaban a una retirada hacia el interior de la isla. Prueba irrefutable de tal endeblez fue la rapidez con que los ostrogodos entregaron la plaza ante la “lluvia de  flechas”, cuyas consecuencias letales podían conjurar con sólo alejarse una corta distancia del alcance de las mismas.

En base a ello, y a lo expuesto con relación a los buques bizantinos y a la capacidad del puerto para recibirlos, resulta verosímil que el ataque llevado a cabo por las fuerzas de Belisario se basó en la rápida penetración en el puerto de sólo una parte reducida de la flota, en cuyos buques ya se encontraban embarcados los arqueros que participarían en la acción [1]. Como se ha dicho, la acción debió ser sorpresiva y sin dar al enemigo ninguna oportunidad para reunir a tiempo las tropas necesarias para la defensa de la plaza. Para ello, los buques tenían que penetrar rápidamente y en cantidad reducida para evitar entorpecerse unos a otros en sus maniobras.

Cabe señalar que la participación naval en los sitios protagonizados por el Imperio Romano de Oriente, tanto como sitiador como sitiado, fue cosa habitual en el periodo que nos ocupa y en los siglos que siguieron. La utilización de medios navales no se limitaba a misiones de transporte, logística o bloques, sino que, como en el caso que analizamos, alcanzaba tanto al ataque como a la defensa, en su caso, de la plaza sitiada. En este sentido, además del caso de Palermo, en la época se citan los sitios de Fasis (556) [2] y de Clasis (584/5) [3]  (PETERSEN, 296).

Específicamente, la utilización de buques como plataformas para el ataque de fortificaciones era un medio frecuentemente utilizado. Era común montar torres de ataque, inclusive con mayor frecuencia que las terrestres, por cuanto el buque podía maniobrar y cambiar de posición con mayor rapidez y facilidad para situar la torre en el lugar donde podía actuar más eficazmente (PETERSEN, 283).

En cuanto a la ubicación de los arqueros en lo alto de los mástiles, no se trató de una innovación, ya que existían antecedentes de ataques en tales condiciones. No obstante, la utilización de esquifes o embarcaciones menores como plataformas donde los arqueros dispararían aparece por primera vez en Palermo. Pocos años después, en 556, la defensa de la plaza de Fasis se basó principalmente en la utilización de esquifes izados al tope de los mástiles de “grandes buques mercantes” donde se situaron soldados y marineros armados con arcos y hondas (AGATIAS, 2.21.3).

Teniendo en cuenta las características y dimensiones de los dromones que intervinieron en la operación, ya analizadas anteriormente, la cantidad de arqueros que ocuparían los esquifes izados al tope de cada mástil, no debiera exceder de unos quince por cada buque, lo cual llevaría a la participación de seiscientos a novecientos hombres en total. Hemos determinado esta cantidad en base, por un lado, a la cantidad presumible de buques participantes (40/60), según se explica en la nota 1 y, por el otro, a las dificultades operativas para izar al tope de cada uno de los mástiles (de 9 y 6,50 metros, respectivamente) las barcas con los arqueros y su equipo, y mantenerlos allí mientras disparaban sus armas. Asimismo, una carga mayor en el tope de los mástiles podría contribuir a la inestabilidad de la nave.

Un punto importante es determinar el alcance de las flechas disparadas por los arqueros. Estos utilizaban, por lo general, arcos compuestos. Quienes se han ocupado de la cuestión difieren notablemente con relación a tal alcance. Inclusive, se distingue entre un alcance máximo absoluto y un alcance de máxima eficacia. Así, se ha sugerido con respecto al primero de tales alcances una distancia de hasta 230 metros, en tanto que la mayor efectividad se lograría a alrededor de 140 metros. Todo dependía de la calidad del arco (peso, características de sus componentes, etc), del tipo de flechas utilizado [4] y a la mayor o menor habilidad de cada arquero para disparar su arma (cuestión íntimamente vinculada con su entrenamiento y experiencia), así como a ciertas características físicas del mismo (fuerza, largo de los brazos, amplitud del tórax, etc.) (URECHE, 188/189).

En el relato de Procopio no existen elementos concretos con relación a estos puntos. Si partimos de la base que el plan de Belisario se basaba en aprovechar la presumible baja moral de los ostrogodos, sometiéndolos a un ataque tan sorpresivo como abrumador, el ataque debió basarse en el disparo de la mayor cantidad posible de flechas que alcanzaran distancias variables, formando esa “nube de flechas” que Procopio menciona con frecuencia, como la que “cubrió el cielo” de Dara durante los primeros momentos de la batalla.

La presumible dispersión de la guarnición ostrogoda y la posibilidad de que se retirara más allá de la zona de alcance de las flechas bizantinas, tornó inviable buscar blancos precisos. Para ello, en todo caso, habría sido preciso utilizar flechas más pesadas y de menor alcance, pero con mayor poder de penetración.

Al no ser necesario buscar un blanco y apuntarle, la cadencia de tiro debió aumentar necesariamente. De allí que los arqueros habrían podido disparar una gran cantidad de flechas [5], en todas direcciones, que disuadieron a la guarnición ostrogoda de intentar una inútil y seguramente sangrienta resistencia.


Conclusión. De lo expuesto a lo largo de este trabajo, surge que la acción de Palermo, tal como fue concebida y ejecutada por el general Belisario, no pasó de ser una demostración de fuerza, destinada a causar un efecto devastador en la guarnición enemiga, con un ahorro de medios y de bajas que muestran la excepcionalidad de las dotes militares de Belisario. 

La línea roja indica una distancia de 250 metros desde las márgenes del puerto. Tal el alcance máximo que habrían tenido las flechas disparadas desde los mástiles. Se advierte que el territorio comprendido es significativamente menor al de la totalidad de la plaza. 

Bibliografía de la Segunda Parte III

Petersen, Leif Inge Ree, Siege warfare and military organization in the successor states (400-800 AD) : Byzantium, the West and Islam, Brill, Leiden, 2013.

Sasanika Sources, Agathias and the Persians, disponible en www.sasanika.org.wp-content/
uploads/AgathiasFinal.pdf

Ureche, Petru, The Bow and Arrow during the Roman Era, disponible en www,academia.edu/5652704/The Bow_and_the_Arrow_during_the_Roman_Era

Whitby, Michael, Siege Warfare and Counter-Siege Tactics in Late Antiquity (ca. 250-640), en War and Warfare in Late Antiquity, ed. Alexander Sarantis y Neil Christie, Brill, Leiden, 2013.










[1]           Teniendo en cuenta que la superficie abarcada por cada uno de los dromones intervinientes era de unos 300 m2 (considerando su eslora y la manga aumentada por los remos a unos once metros) y el espacio que cada uno de ellos necesitaba para navegar, maniobrar y fondear, en la acción habrían intervenido entre 40 y 60 buques. El cálculo se ha realizado en función de la superficie total estimada del puerto, 73.500 m2, de la cual es prudente tomar una cuarta parte, 18.375 m2, que ocuparían los buques en condiciones de operar sin dificultades.
[2]           Fasis era una ciudad sobre la costa este del Mar Negro, a la que durante la Guerra Lázica el Imperio Sasánida puso sitio, infructuosamente.
[3]           Así se denominaba el puerto de Ravena. Tomado por los lombardos, fue liberado por los bizantinos con el auxilio de una flota.
[4]           Las flechas podían ser de diferente tamaño y peso, utilizadas de acuerdo con las circunstancias del combate. Así, se “empleaban flechas más pesadas para penetrar armaduras y más livianas para un hostigamiento a distancia” (URECHE, 187).
[5]           La provisión normal de flechas en el carcaj de los arqueros era de 30 a 40 piezas. En la acción de Palermo, teniendo en cuenta sus características, la provisión con la que contaron ha de haber sido significativamente mayor. 
© Rubén A. Barreiro 2015

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