La victoria de Belisario en Palermo y la recuperatio de
Sicilia (535 DC).
Segunda Parte (III)
Mg. Rubén A. Barreiro
VI
El
plan de Belisario y su ejecución. Ante
la negativa de la guarnición ostrogoda de rendir la plaza, Belisario decidió
atacar desde el mar. En el plan que elaboró, debió haber tenido en
consideración las siguientes circunstancias:
1. La supremacía casi absoluta de
la armada bizantina sobre todo el Mediterráneo (WHITBY, 437), reafirmada por la desaparición de la otrora poderosa flota vándala y
la escasa relevancia en cantidad y calidad de la flota ostrogoda.
2. La vulnerabilidad del sector
del puerto, en tanto que allí se interrumpían
las poderosas murallas que protegían a la ciudad.
3. La ocupación de la isla debía
completarse con la mayor celeridad, en tanto tal ocupación no constituía sino
el primer paso para la invasión al territorio continental del reino ostrogodo,
que debía comenzar sin demoras. Sólo restaba para ello, rendir Palermo.
4. La presumible endeblez de la
moral de la guarnición ostrogoda, ante la imposibilidad de recibir refuerzos
desde la península y la evidencia de que se encontraba rodeada por un
territorio totalmente dominado por los bizantinos y con una población hostil,
circunstancias estas que obstaban a una retirada hacia el interior de la isla.
Prueba irrefutable de tal endeblez fue la rapidez con que los ostrogodos
entregaron la plaza ante la “lluvia de
flechas”, cuyas consecuencias letales podían conjurar con sólo alejarse
una corta distancia del alcance de las mismas.
En base a ello, y a lo expuesto con
relación a los buques bizantinos y a la capacidad del puerto para recibirlos, resulta
verosímil que el ataque llevado a cabo por las fuerzas de Belisario se basó en
la rápida penetración en el puerto de sólo una parte reducida de la flota, en
cuyos buques ya se encontraban embarcados los arqueros que participarían en la
acción [1].
Como se ha dicho, la acción debió ser sorpresiva y sin dar al enemigo ninguna
oportunidad para reunir a tiempo las tropas necesarias para la defensa de la
plaza. Para ello, los buques tenían que penetrar rápidamente y en cantidad
reducida para evitar entorpecerse unos a otros en sus maniobras.
Cabe señalar que la participación naval
en los sitios protagonizados por el Imperio Romano de Oriente, tanto como
sitiador como sitiado, fue cosa habitual en el periodo que nos ocupa y en los
siglos que siguieron. La utilización de medios navales no se limitaba a
misiones de transporte, logística o bloques, sino que, como en el caso que
analizamos, alcanzaba tanto al ataque como a la defensa, en su caso, de la
plaza sitiada. En este sentido, además del caso de Palermo, en la época se
citan los sitios de Fasis (556) [2]
y de Clasis (584/5) [3] (PETERSEN, 296).
Específicamente, la utilización de buques
como plataformas para el ataque de fortificaciones era un medio frecuentemente
utilizado. Era común montar torres de ataque, inclusive con mayor frecuencia
que las terrestres, por cuanto el buque podía maniobrar y cambiar de posición
con mayor rapidez y facilidad para situar la torre en el lugar donde podía
actuar más eficazmente (PETERSEN, 283).
En cuanto a la ubicación de los arqueros
en lo alto de los mástiles, no se trató de una innovación, ya que existían
antecedentes de ataques en tales condiciones. No obstante, la utilización de
esquifes o embarcaciones menores como plataformas donde los arqueros
dispararían aparece por primera vez en Palermo. Pocos años después, en 556, la
defensa de la plaza de Fasis se basó principalmente en la utilización de
esquifes izados al tope de los mástiles de “grandes buques mercantes” donde se
situaron soldados y marineros armados con arcos y hondas (AGATIAS, 2.21.3).
Teniendo en cuenta las características y
dimensiones de los dromones que intervinieron en la operación, ya analizadas
anteriormente, la cantidad de arqueros que ocuparían los esquifes izados al
tope de cada mástil, no debiera exceder de unos quince por cada buque, lo cual
llevaría a la participación de seiscientos a novecientos hombres en total.
Hemos determinado esta cantidad en base, por un lado, a la cantidad presumible
de buques participantes (40/60), según se explica en la nota 1 y, por el otro,
a las dificultades operativas para izar al tope de cada uno de los mástiles (de
9 y 6,50 metros, respectivamente) las barcas con los arqueros y su equipo, y mantenerlos allí mientras disparaban sus armas. Asimismo, una carga mayor en el tope de los mástiles podría contribuir a la inestabilidad de la nave.
Un punto importante es determinar el
alcance de las flechas disparadas por los arqueros. Estos utilizaban, por lo
general, arcos compuestos. Quienes se han ocupado de la cuestión difieren
notablemente con relación a tal alcance. Inclusive, se distingue entre un
alcance máximo absoluto y un alcance de máxima eficacia. Así, se ha sugerido
con respecto al primero de tales alcances una distancia de hasta 230 metros, en
tanto que la mayor efectividad se lograría a alrededor de 140 metros. Todo
dependía de la calidad del arco (peso, características de sus componentes, etc),
del tipo de flechas utilizado [4]
y a la mayor o menor habilidad de cada arquero para disparar su arma (cuestión
íntimamente vinculada con su entrenamiento y experiencia), así como a ciertas características
físicas del mismo (fuerza, largo de los brazos, amplitud del tórax, etc.)
(URECHE, 188/189).
En el relato de Procopio no existen
elementos concretos con relación a estos puntos. Si partimos de la base que el
plan de Belisario se basaba en aprovechar la presumible baja moral de los
ostrogodos, sometiéndolos a un ataque tan sorpresivo como abrumador, el ataque
debió basarse en el disparo de la mayor cantidad posible de flechas que
alcanzaran distancias variables, formando esa “nube de flechas” que Procopio
menciona con frecuencia, como la que “cubrió el cielo” de Dara durante los
primeros momentos de la batalla.
La presumible dispersión de la guarnición
ostrogoda y la posibilidad de que se retirara más allá de la zona de alcance de
las flechas bizantinas, tornó inviable buscar blancos precisos. Para ello, en
todo caso, habría sido preciso utilizar flechas más pesadas y de menor alcance,
pero con mayor poder de penetración.
Al no ser necesario buscar un blanco y
apuntarle, la cadencia de tiro debió aumentar necesariamente. De allí que los
arqueros habrían podido disparar una gran cantidad de flechas [5],
en todas direcciones, que disuadieron a la guarnición ostrogoda de intentar una
inútil y seguramente sangrienta resistencia.
Conclusión. De lo expuesto a lo largo de este trabajo, surge que la acción de Palermo, tal como fue concebida y ejecutada por el general Belisario, no pasó de ser una demostración de fuerza, destinada a causar un efecto devastador en la guarnición enemiga, con un ahorro de medios y de bajas que muestran la excepcionalidad de las dotes militares de Belisario.
Bibliografía
de la Segunda Parte III
Petersen, Leif Inge Ree, Siege warfare and military organization in the successor states (400-800 AD) : Byzantium, the West
and Islam, Brill, Leiden, 2013.
Sasanika Sources, Agathias and the Persians, disponible en www.sasanika.org.wp-content/
uploads/AgathiasFinal.pdf
Ureche, Petru, The Bow and Arrow during the Roman Era, disponible en www,academia.edu/5652704/The Bow_and_the_Arrow_during_the_Roman_Era
uploads/AgathiasFinal.pdf
Ureche, Petru, The Bow and Arrow during the Roman Era, disponible en www,academia.edu/5652704/The Bow_and_the_Arrow_during_the_Roman_Era
Whitby, Michael, Siege
Warfare and Counter-Siege Tactics in Late Antiquity (ca. 250-640), en War and Warfare in Late Antiquity, ed. Alexander Sarantis y Neil Christie, Brill, Leiden, 2013.
[1] Teniendo en cuenta que la superficie
abarcada por cada uno de los dromones intervinientes era de unos 300 m2
(considerando su eslora y la manga aumentada por los remos a unos once metros) y
el espacio que cada uno de ellos necesitaba para navegar, maniobrar y fondear, en
la acción habrían intervenido entre 40 y 60 buques. El cálculo se ha realizado
en función de la superficie total estimada del puerto, 73.500 m2, de la cual es
prudente tomar una cuarta parte, 18.375 m2, que ocuparían los buques en
condiciones de operar sin dificultades.
[2] Fasis era una ciudad sobre la costa
este del Mar Negro, a la que durante la Guerra Lázica el Imperio Sasánida puso
sitio, infructuosamente.
[3] Así se denominaba
el puerto de Ravena. Tomado por los lombardos, fue liberado por los bizantinos
con el auxilio de una flota.
[4] Las flechas podían ser de diferente
tamaño y peso, utilizadas de acuerdo con las circunstancias del combate.
Así, se “empleaban flechas más pesadas para penetrar armaduras y más livianas
para un hostigamiento a distancia” (URECHE, 187).
[5] La provisión normal de flechas en el
carcaj de los arqueros era de 30 a 40 piezas. En la acción de Palermo, teniendo en cuenta sus características, la
provisión con la que contaron ha de haber sido significativamente mayor.
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