En la página FUEGO Y MANIOBRA encontrará la Introducción y capítulos referidos a la guerras en la Edad Media, de la obra del mismo nombre del Dr. Mg. Jorge A.Vigo

24 de noviembre de 2016

Las guerras de Bizancio

La batalla de Taginae o Busta Gallorum  

El triunfo de Narses que decidió la Guerra Gótica

Primera Parte

En el marco de la Guerra Gótica, en el verano de 552 DC, se libró la batalla de Taginae o Busta Gallorum, en la que las fuerzas del Imperio Romano de Oriente -Bizancio-, comandadas por Narses, vencieron a los ostrogodos de Totila. Fue una batalla campal de las muy pocas libradas en esa guerra, caracterizada por sitios más o menos prolongados y combates de poca monta a lo largo de la península itálica. Su importancia fue decisiva ya que en Taginae el ejército ostrogodo quedó diezmado y expedito el camino hacia Roma para Narses y los suyos. En el transcurso de la batalla, Narses se mostró como un conductor hábil y creativo, sorprendiendo a muchos que, ante su designación, pusieron en duda su idoneidad, tal como se verá con mayor detalle.


El contexto histórico. En mayo de 540 las tropas bizantinas al mando de Belisario ocuparon Ravena, expulsando a los ostrogodoshasta más allá del Po, en lo que pareció ser el final de la Guerra Gótica. Lejos de ello, los ostrogodos rehusaron someterse a la autoridad imperial: en 541 el ejército ostrogodo, acompañado por la nobleza, llevó al trono a Baduila, más conocido como Totila, quien “revitalizó el espíritu de lucha del ejército ostrogodo”, emprendiendo una campaña por toda Italia en una serie de rápidos y constantes avances que dieron como resultado la reocupación de casi todo el territorio del cual sus antecesores habían sido desalojados.

En efecto: en el decenio 541-551, Totila avanzó a través del territorio italiano, infligiendo duras derrotas a los bizantinos en Faventia (Faenza) y Mucellium (Mugello). De allí se dirigió hacia Roma, pero no se distrajo en conquistarla, sino que siguió hacia el sur [2], llegando hasta Calabria, mientras una parte de sus fuerzas sitiaba Nápoles, hasta rendirla por hambre en 543.

Luego de ello, Totila retorna hacia el norte, con Roma por objetivo. Hacia fines de 545 o principios de 546, el rey ostrogodo pone sitio a la ciudad, “en persona y vigorosamente”  (BURY, 236), cayendo en su poder en 546, aunque recuperada por Belisario en 547 y vuelta a capturar por los ostrogodos en 549.

La renovada presencia de Belisario en Italia pone de manifiesto la preocupación de Justiniano ante el avance y afianzamiento territorial de los ostrogodos. En 543, el emperador resuelve retirarlo del Este, donde luchaba con los sasánidas, poniéndolo al frente de las fuerzas bizantinas en la península. Durante cuatro años Belisario se bate infructuosamente contra Totila, hasta que en a principios de 549 Justiniano accede a su pedido y permite su retorno a Constantinopla,  “cargado de riquezas, pero con su gloria un tanto empañada por los sucesos de esos cinco años de su segundo comando” (HODGKIN, 591/592). Ya nunca más volvería a Italia.

Lo ocurrido en esta exitosa ofensiva ostrogoda se explica en buena parte por una carta que Belisario dirige al emperador: “Llegué a Italia sin hombres, caballos, armas o dinero. Las provincias no pueden proporcionarme fondos porque están ocupadas y la cantidad de nuestras tropas ha quedado reducida por las numerosas deserciones de los que se pasaron a los godos. Ningún general puede triunfar en tales circunstancias. Enviadme las tropas que he reclutado [3],  y grandes hordas de hunos y otros bárbaros, y enviadme dinero”  (BURY, 235).

¿Cuáles fueron las razones para que los ostrogodos tomaran la iniciativa de manera tan fulminante como eficaz luego de una derrota que de las puertas de Ravena los llevó más allá del Po? La carta de Belisario desnuda serios problemas endógenos del Imperio y sus fuerzas. Procopio no atribuye las derrotas sufridas a partir de 540 a “caprichos del destino” ni a “errores estratégicos”, sino más bien a que los generales bizantinos y la administración del Imperio se rindieron ante “los celos, la codicia, las rencillas y la injusticia” (STEWART 2013) [4]. A esos problemas deben sumarse, en primer lugar, la
eficaz conducción de Totila quien lleva a la victoria a un ejército revitalizado del cual poco había quedado después de la caída de Ravena , no solo en cantidad de efectivos sino en voluntad de lucha. También la nueva guerra desatada en el Este por los persas sasánidas exigía recursos de todo tipo que debieron ser restados del teatro gótico. 

Justiniano decide el envío de un ejército para reconquistar el territorio perdido. El incontenible avance de Totila hacia el sur de Italia, que culminó con su desembarco en Mesina y la ocupación total de Sicilia en poco tiempo, tuvo un efecto devastador en Constantinopla, peor aún del que había causado la renovada conquista de Roma por los ostrogodos. Justiniano decidió reunir un ejército para enviarlo al territorio dominado por los ostrogodos y sus aliados, para reconquistarl, poniendo al frente del mismo a  su sobrino Germanus Justinus (por otra parte posible heredero del trono) al frente del ejército que se formaría . Un aspecto que Justiniano tuvo en cuenta para tal designación, que muestra las dificultades del Imperio para disponer de los recursos que demandaría la intervención en Italia sin  quitarlos del frente sasánida, era la considerable fortuna personal de Germanus, quien estaba dispuesto a destinarla para el reclutamiento de tropas (existía, como se ha visto, el ejemplo de Belisario). Tal la costumbre: “La formación de un ejército con misiones no vinculadas con la defensa de las fronteras, estaba a cargo de quien lo conduciría” (BURY, 254). La tarea de reclutamiento no era sencilla, ya que el grueso del ejército bizantino estaba empeñado en la lucha contra los sasánidas. Fue preciso reclutar algunos voluntarios, y muchos mercenarios (especialmente hérulos, hunos y lombardos). Pudo también contar con algunos escuadrones de caballería estacionados en Tracia. Lo cierto es que disponía de abundantes fondos para ello, los que se habían retaceado sistemáticamente a Belisario, tan envidiado por el Emperador (BURY, 253).

En 550 Germanus estaba dispuesto a partir, pero una repentina enfermedad acabó rápidamente con su vida. El mando del ejército no fue cubierto por un tiempo, hasta que Justiniano designó a Narses para hacerse cargo y llevar a cabo la campaña contra los ostrogodos, que a la postre concluiría para siempre con el dominio de éstos en Italia. Más adelante nos referiremos con mayor detalle a la personalidad y antecedentes de Narses.

El ejército bizantino al mando de Narses comienza su marcha: objetivo, Roma. Con todo dispuesto en Salona, en la costa dálmata sobre el Adriático, Narses se dispuso a avanzar con su ejército. Existían dos posibilidades para acceder a los territorios ocupados por los ostrogodos, teniendo en cuenta que el objetivo final era Roma. El primero, más rápido, era el transporte por mar de las tropas, cruzando el Adriático. Esto acortaría enormemente la distancia a recorrer, aunque carecería del efecto sorpresa, ya que Totila esperaba la invasión por mar y había obrado en consecuencia, fortificando la costa en los lugares donde presumiblemente desembarcaría la expedición. De todos modos, Narses carecía de suficientes embarcaciones aptas para transportar su gran ejército  a través del Adriático [5].

Totila creía que los bizantinos utilizarían la ruta marítima no sólo por la distancia a recorrer, sino también por  las grandes dificultades que presentaba el camino costero, con numerosas desembocaduras de ríos, que lo tornaban de difícil tránsito (LIDDELL HART, 50). Como se verá, Narses se preparó para superar tales obstáculos. Fue así que el ejército bizantino comenzó su marcha hacia el Norte contorneando el Adriático.

Al llegar a las cercanía de Venecia, los pueblos y fortalezas que la rodeaban  estaban ocupados por los francos, a quienes Narses pidió paso benévolo, siéndole negado por cuanto adujeron que en su ejército se encontraban soldados lombardos, acérrimos enemigos de aquellos (se ha dicho que éste era un mero pretexto, en tanto los francos tenían con los ostrogodos una especie de pacto de no agresión, y, en el caso, de asistencia –HODGKIN, 706/7). Tal negativa tuvo un efecto favorable para Narses, ya que para evitar el evitar esos puntos fuertes debió alejarse de Verona, donde lo aguardaba un lugarteniente de Totila, Teias.  Narses decide dejar a Teias y a los francos a su derecha y avanzar bordeando el Adriático, esta vez hacia el Sur. En la zona a atravesar desembocaban el Piave, el Brenta, el Adigio y el Po, por lo que el terreno era bajo, anegable, formando “verdaderas lagunas” en ciertos sectores. La ventaja era que los ostrogodos o los francos, o ambos, no se atreverían a atacar en un terreno con tales características. Ahora era necesario atravesar los ríos y cursos de agua. Su lugarteniente Juan, que conocía perfectamente la zona, propuso que se utilizaran las embarcaciones de pequeño porte que iban siguiendo al ejército a corta distancia de la costa. Cuando se enfrentaba un obstáculo, bien cruzaban a los soldados de una a otra orilla, bien servían como simples puentes cuando el curso de agua a atravesar lo permitiera. Finalmente, Narses y sus hombres llegaron a Ravena sin novedad. Allí se les unieron Justino y Valeriano con sus fuerzas.

Luego de nueve días, el ejército bizantino abandonó Ravena -donde quedó una pequeña guarnición al mando de Justino- en dirección a Rímini (Ariminum). Al llegar a esta ciudad, el puente sobre el río Marecchia había sido destruido por lo que debió echarse mano nuevamente a un puente de pontones. Mientras ello ocurría, los hérulos mantuvieron una refriega con una partida de ostrogodos, al frente de la cual se encontraba su jefe, Usdrilas. Este fue muerto en el combate y su cabeza ofrecida como trofeo a Narses, quien no dudó en continuar su avance, absteniéndose de poner sitio a la ciudad [6].
Itinerario del ejército bizantino. 1. Reunión y partida desde Salonia, en Dalmacia. 2. Marcha a lo largo del Adriático. A llegar a las cercanías de Venecia los francos le niegan el paso banévolo. 3. Teias, lugarteniente de Totila, bloquea el paso al Este de Verona.4. Avance a lo largo de la costa atravesando varios ríos. 5. En Ravena permanece nueve días. 6. Avanza sobre Rimini. Muere el ostrogodo Urdrilas en una escaramuca. 7. Se abandona la Via Flaminia por la existencia del inexpugnable desfiladero de Petra Pertusa. 8. Acampa en Scheggia. A unos 20 kilómetros al Sur hace lo propio Totila. 

La ruta más aconsejable para llegar a Roma, objetivo final de la expedición bizantina, era continuar por la Vía Flaminia bordeando el Adriático hasta Fano (Fanum) y de allí hacia el Oeste. Pero ese recorrido, el más practicable, presentaba un obstáculo insalvable: Petra Pertusa o Passo di Furlo, un paso de montaña que, tal como lo afirma Procopio, constituía “una fortaleza natural que impidía el paso al viajero”. En 76 DC, el emperador Flavio Vespasiano hizo excavar una galería que atravesaba el obstáculo. En la época de la que nos ocupamos, se habían agregado algunas fortificaciones y el conjunto se encontraba guarnecido por fuerza ostrogodas. Esta fue la razón por la cual Narses, a partir de Rimini o Pesaro (Pisaurum) se dirige hacia el Oeste, para  retomar la Via Flaminia a unos ocho kilómetros más allá de Petra Pertusa, en Acqualagna. De allí continuó hasta una posta, Ad Ensem (actual Scheggia), en cuyas proximidades habría acampado.

Totila estaba al tanto de los movimientos de Narses. Sabía que ante la decisión del bizantino de flanquear las fuerzas de Teias y deslizarse por el difícil terreno costero, Teias y sus hombres ya nada tenían que hacer en las cercanías de Verona, por lo que le ordenó dirigirse rápidamente hacia el Sur para reunírsele  e interceptar juntos a Narses. Totila, que pensaba que la guarnición de Rímini detendría por un tiempo el avance de Narses, cuando conoció la muerte de Usdrilas y que el ejército bizantino no había sido detenido, se decidió a dejar su campamento cerca de Roma y dirigirse hacia el Norte. Sabía que la posición de Petra Pertusa era inexpugnable y por lo tanto optó por interceptar a Narses al Oeste de la misma. Como se ha visto, su estimación era correcta. Al llegar a Tadino, acampó con su ejército.  No existen precisiones al respecto, pero se cree que las fuerzas de uno y otro bando se encontraban acampadas a unos veinte kilómetros una de otra. Todo estaba dispuesto para la batalla.









Bibliografía

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[1]           Thomas Hodgkin, en su imprescindible obra sobre sobre Italia y sus invasores, se refiere a Taginae como “la batalla de los Apeninos” (714/722). 
[2]           La razón por la que Totila no se decidió a la conquista de la Toscana y el resto del centro de Italia se habría debido a su razonable decisión de no enfrentar con sus fuerzas a las superiores de los bizantinos, concentradas en los puntos fuertes de las grandes ciudades y fortalezas; cuando Totila rendía una plaza fuerte, arrasaba sus murallas, de manera tal que no pudiera ser utilizada posteriormente (tal el caso de Beneventum y de Nápoles), esto, enmarcado en su estrategia de volver sobre sus pasos, una vez asegurado el sur, para rendir a las fuerzas bizantinas dejadas atrás en su by pass en la Toscana (BURY, 231). 
 [3]           Uno de los primeros pasos dados por Belisario al ser reasignado a Italia, fue reclutar de su propio peculio, cuatro mil hombres en las provincias de Illiria y Tracia, que quedaron estacionados en Salona, sobre el Adriático (BURY, 234). 
[4]           Fuller describe la situación al retirarse Belisario a Constantinopla luego de la toma de Ravena: “…la dirección de la guerra quedó en manos de once rencorosos generales, tan solo pendientes del botín a obtener. Por otra parte, apenas recuperada Italia, esta sufrió la invasión de un enjambre de logothetes o contables imperiales dirigidos por Alejandro Psalidion (Tijeras), llamado así por su afán de reducir las existencias de dinero, y tales fueron sus expoliaciones que el país, ya devastado casi por completo, cayó en una anarquía total” (368). No existe prueba alguna más fuerte sobre la valía de Belisario como general y gobernante,  que los desastres que golpearon a la causa de Bizancio en Italia luego de su partida” (HODGKIN, IV.423).
 [5]           Con acierto, Bury reflexiona sobre la  falta de buques de transporte: “es curioso que una expedición preparada durante tanto tiempo pudiera encontrarse en tal aprieto. Hubiérase pensado en que una adecuada flota de transportes podría haberse reunido en Salona para transportar a todo el ejército directamente a Classis” (262). Y al respecto debe tenerse en cuenta que un año antes la flota ostrogoda que bloqueaba la sitiada Ancona había sido vencida en la zona por los bizantinos en la batalla de Sena Gallica (BURY, 259).
 [6]           Mientras se encontraba en Ravena, Narses recibió una carta de Usdrilas, en la que acusaba de cobardía a los bizantinos y de esconderse en la ciudad con miedo ante la sola mención de los ostrogodos, y finalizaba desafiándolo para enfrentar a la “descastada horda de bárbaros” con la que pretendía “liberar a Italia”. Todo el comentario de Narses fue reírse de tamaña insolencia y continuar su avance (HAGEN, 152). La casualidad quiso que Usdrilas destino en su encuentro con los “bárbaros descastados”, lo cual fue interpretado por las tropas de Narses como un signo divino que favorecía su empresa. 
©2016 Rubén A. Barreiro

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