En la página FUEGO Y MANIOBRA encontrará la Introducción y capítulos referidos a la guerras en la Edad Media, de la obra del mismo nombre del Dr. Mg. Jorge A.Vigo

22 de septiembre de 2014

LOS ASEDIOS DE CONSTANTINOPLA. Primera Parte

Por Mg Rubén A. Barreiro

La ciudad de Constantinopla, capital del Imperio Bizantino, fue sometida a numerosos sitios, bloqueos y ataques por mar y por tierra a lo largo de su milenaria historia. Como ya se ha analizado en un trabajo anterior, las características geográficas de la ciudad y las fortificaciones que la defendían, hicieron que durante todo ese periodo sólo en dos oportunidades cayera en poder de sus atacantes. La primera de ellas, paradójicamente, a manos de los caballeros de la Cuarta Cruzada (1203/1204) y la segunda, en 1453, cuando los turcos otomanos de Mehmet II la ocuparon en lo que significó el final del Imperio.


Repasaremos sintéticamente tales ataques, aunque en el caso del de la Cuarta Cruzada, por sus características tan especiales, lo haremos con cierta extensión. En cuanto al asedio y caída de la ciudad en 1453, y con ella del Imperio de Bizancio o Romano de Oriente,  dada la importancia de tal acontecimiento, será tratados próximamente con la extensión que requieren. 

En cada uno de los casos se indicará el año (o años) en que ocurrió o comenzó el ataque, indicándose a cargo de quienes estuvo.

626. Por los ávaros, eslavos y sasánidas. Fue el primero de los sitios importantes. En una de las típicas guerras bizantinas en las que el Imperio debía luchar en dos frentes, en el Asia enfrentaba a los persas sasánidas y en la frontera norte europea a los ávaros, quienes por entonces dominaban gran partes de los Balcanes.

Estos últimos avanzaron hacia Constantinopla, contando con poderosas máquinas de sitio, en especial trebuchets, torres de sitio y torres de protección (tortugas). El 29 de junio de 626 llegaron frente a las murallas de la ciudad. Los ávaros contaban con un numeroso ejército, aunque la cifra de 80.000 dada por algunos contemporáneos parecería excesiva [1]. Los defensores bizantinos eran doce mil, especialmente bien entrenadas tropas de caballería, quienes estaban al mando de Bonus, vicarius (o sustituto del emperador Heraclio), magíster militum y patricio [2].

Luego de algunos contactos entre los contendientes, que fracasaron en tanto los ávaros exigían la rendición  y entrega de la ciudad, el 30 de julio éstos emplazaron sus máquinas frente a las murallas y el 31 desencadenaron un ataque todo a lo largo de las mismas, aunque concentrándose en la parte central de las mismas.

Los bizantinos resistieron tenazmente, incluyendo un ataque anfibio por parte de los eslavos desde el Cuerno de Oro, ocurrido el 1º de agosto de 626.

Ante esta inesperada resistencia, el Kan, comandante de los ávaros, entabló negociaciones con los bizantinos, exigiendo la rendición de la ciudad y la evacuación de la misma por sus habitantes, quienes deberían dirigirse hacia la parte asiática, donde los aguardaba el general persa Sharhbaraz. Reanudadas las hostilidades, ante el natural rechazo por parte de los bizantinos de la pretensión ávara, éstos atacaron nuevamente el 6 y 7 de agosto, siendo repelidos con grandes pérdidas.

El 7 de agosto tuvo lugar una gran batalla naval en la que la flota bizantina derrotó a los persas, quienes se dirigían hacia la ciudad para sumarse al sitio (se estima que perecieron alrededor de 4.000 soldados de caballería transportados por los persas con tal fin).

El 8 de agosto los ávaros comenzaron a levantar su campamento, retirando e incendiando las máquinas de guerra y retirándose, no sin antes incendiar algunos suburbios [3].

Por primera vez se dio un hecho que luego se repetiría invariablemente cada vez que la ciudad fue amenazada: las apelaciones a la intersección divina para salvarla, con una participación activa en su defensa de la máxima autoridad religiosa, en este caso, el Patriarca Sergio, quien encabezó varias procesiones en las que la imagen de la Virgen fue llevada a lo largo de las murallas de la ciudad.

674-678. Por los árabes. En lo que fue el comienzo de una lucha sin fin con el Islam, en 674 Bizancio se enfrentó con el designio del Califato Omeya, por entonces a cargo del califa Mu’awiyya, con sede en Damasco. Tal designio era, ni más ni menos, que la destrucción lisa y llana del Imperio Bizantino [4]. Este designio, que quedó en claro en 668 una vez que en el califato quedaron arregladas ciertas querellas internas, se fue desarrollando poco a poco, por medio de un avance árabe (o sarraceno) por tierra y por mar, a través de la península de Anatolia y su litoral sobre el Mediterráneo y el Egeo.

El designio árabe se vio fortalecido por dos hechos. En primer lugar, se dio una circunstancia común en las luchas bizantinas: la división de fuerzas. El emperador Constantino II, preocupado por el avance de los lombardos en Italia, destinó esfuerzos de toda índole para contrarrestarlo, incluyendo su propia presencia. El segundo de tales hechos fue el singular fortalecimiento de la marina árabe, que en 655 logró una señalada victoria contra la de Bizancio, en la llamada Batalla de los Mástiles. Como se ha señalado reiteradamente, uno de los aspectos más salientes del predominio bizantino, en las épocas de esplendor del imperio, y de su resistencia, al ser amenazado mortalmente, era su marina. Al ser superada ésta, el camino de Constantinopla estaba abierto, y, como es casi obvio, el de las islas que el imperio dominaba en el Mediterráneo (Chipre y Sicilia) [5]

En 674 Constantinopla estaba sitiada por tierra y por mar. Por un lado, las murallas de Constantinopla, “ese monumento perdurable de la ingeniería romana”, resistió los repetidos embates del ejército árabe.

Por el otro, como ya se ha dicho, aparece un arma prodigiosa, auténtica creación bizantina como tal: el fuego griego, “el arma más temida de la Edad Media, al decir de Baumgartner…“Nunca un arma secreta fue descubierta tan oportunamente” [6].

De todos modos, los árabes persistieron en su intento hasta que en septiembre de 674 cruzan el mar de Mármara y se refugian en la isla de Cyzikus para pasar el invierno. En 675 vuelven a la carga, sin obtener resultado alguno. Y así continuó la lucha hasta 678, cuando los árabes decidieron levantar el sitio y se alejaron con su flota, la que fue alcanzada por la bizantina al suroeste de la península de Anatolia y aniquilada. Gran parte el ejército árabe pudo escapar hacia Oriente, aunque fue hostigado por las tropas de Florus y Petronas, perdiendo varios miles de hombres en esos combates.

Se han señalado los diversos efectos de esta victoria, tanto en lo externo como en el interior del Imperio Bizantino. En primer lugar, con relación a los árabes, se probó que de modo alguno eran invencibles, como venía pareciendo desde Yarmuk; debieron evacuar Rodas, Cos y Chipre. Y se obligaron por un tratado a pagar al emperador bizantino tres mil piezas de oro anuales y entregar cuarenta esclavos y cincuenta caballos de calidad… “…un tributo insignificante en sí mismo, pero de un gran significado moral” [7].

En lo que hace a Occidente,“…Roma de Oriente apareció una vez más ante los ojos occidentales como el campeón del Cristianismo. El Kan de los ávaros, los duques lombardos, tal vez inclusive los príncipes francos y anglosajones, enviaron embajadas de felicitación a Constantino IV…” [8].

717-718. Por los árabes. Por segunda vez en pocos años, los árabes vuelven a sitiar Constantinopla, por tierra y por mar. Sin dudas, esta vez los árabes organizaron mejor su ataque, en tanto el primero de los sitios “estaba condenado al fracaso antes de comenzar” [9].

El hecho de que el ataque árabe se desencadenara durante el reinado del emperador León III el Isáurico, fue una de las razones más descollantes en el fracaso del nuevo sitio. En efecto, León III era un general bizantino que advino al trono luego de una de las tantas revoluciones que se producían en Bizancio, en tanto había depuesto a Teodosio III, a su vez un usurpador. En ese momento estaba León al frente del Ejército de Oriente. Su decidida actitud durante el asedio y sus dotes militares fueron un elemento trascendente, como se ha dicho, en la victoria bizantina.

Siendo califa Suleimán ibn Abd al-Malik, envió a su hermano Maslama al mando de aproximadamente 150.000 hombres [10], quien tras cruzar el Bósforo, puso el 15 de agosto de 717 puso sitio a Constantinopla. Al mismo tiempo, una enorme flota árabe compuesta por miles de galeras (su número exacto fluctúa marcadamente, aunque fueron no menos de 1.800, existiendo autores que mencionan hasta 7.500) se acercó a la ciudad para bloquearla. A estas fuerzas se le oponían 50.000 bizantinos y 30.000 búlgaros.

Pese a la mejor organización ya señalada, este nuevo sitio árabe no tuvo mejor suerte que el anterior. En cuanto a las fuerzas terrestres, no pudieron con las murallas de la ciudad, eficazmente defendidas por las máquinas de guerra bizantinas y la capacidad de sus ingenieros [11],  siendo el refuerzo de los búlgaros decisivo para obtener su retirada final. En cuanto a la inmensa flota árabe, que se había dividido en dos, puso bloqueo a la ciudad ante el fracaso de la ofensiva terrestre, aunque aquella fue  hostigada permanentemente con el fuego griego.

Al llegar el invierno, uno de los más crueles de los que se tuviera noticia hasta entonces (“durante cien días, la nieve cubrió la tierra” [12]) este se hizo sentir sobre las tropas árabes, que empezaron a ser diezmadas ante las murallas de Constantinopla por el frío, el hambre y la enfermedad [13]. La flota bizantina mantuvo a raya a los buques árabes que pretendían reaprovisionar al ejército sitiador. En la primavera, una flota procedente de Egipto con refuerzos se acercó a la ciudad, pero una buena parte de los esclavos cristianos que la tripulaban desertó, uniéndose al emperador, por lo cual la expedición fracasó. Como se ha dicho, fue en este momento que los búlgaros aparecieron frente a los árabes, causándoles más de veinte mil bajas.

En agosto de 717, las tropas árabes iniciaron su retirada hacia Siria, la que lograron sin mayores contratiempos. No ocurrió lo mismo con la su flota (o lo que quedaba de ella): tal fue la derrota que le infligieron los bizantinos, que sólo volvieron a puerto seguro… cinco naves.

“El fracaso del segundo sitio árabe de Constantinopla usualmente es atribuido al formidable uso del fuego griego por los bizantinos y al indisputable genio militar del emperador León III, en tanto que se presta menos atención a la fortificación inexpugnable de Constantinopla. No hay dudas acerca de que esta última fue un factor importante, pero debiera resaltarse que la inadecuada preparación naval de los árabes y especialmente su fracaso en asegurar una logística adecuada contribuyó marcadamente en su derrota” [14].
           
813. Por los búlgaros (ataque terrestre). Tras la derrota del emperador bizantino Miguel I por el Kan Krom de los búlgaros en la batalla de Versinikia, el 22 de junio de 813, este último se dirigió a Constantinopla con la intención de sitiarla.

Primero lo hizo con Adrianápolis, a la que venció, enviando a sus cuarenta mil habitantes a territorio búlgaro y pronto estuvo a las puertas de Constantinopla. Como solía ocurrir, los búlgaros se retiraron al llegar el invierno.

Pero en la próxima primavera, en abril de 814, el Kan Krum había reunido una gran cantidad de elementos de sitio: lanzadores de piedras, fuego y flechas; catapultas; torres y escaleras de asalto, etc. Todo este material había sido transportado por un formidable tren compuesto por 5.000 carros protegidos con placas de hierro, tirados por más de diez mil bueyes. Asimismo contaba con ingenieros y técnicos bizantinos, prisioneros o desertores, los cuales serían de gran utilidad durante el ataque que se avecinaba [15]. Una debilidad de la acción de Krum fue que la acción terrestre no fue acompañada por otra naval, que impidiera a los bizantinos ser abastecidos por vía marítima.

De todas maneras, el asalto a la ciudad no llegó a concretarse por la sorpresiva muerte del Kan Krum, derribado el 13 de abril de 814 por una fulminante hemorragia cerebral poco antes del comienzo de aquel [16].

821. Por Tomás el Eslavo. En 821, un oficial de alta graduación, de origen eslavo, encabezó una rebelión en Asia Menor contra el emperador Miguel II el Amoriano (también conocido como ptello, el tartamudo), quien había sido también un general bizantino y rival enconado de Tomás. Hacia fines de 821 sus fuerzas, compuestas en gran parte por campesinos y varias themas, acamparon frente a las murallas de Constantinopla. El emperador no tenía un ejército lo suficientemente bueno como para derrotar a Tomás, por lo que el sitio parecía prolongarse.

Miguel II echó mano de un recurso ya usado anteriormente: pactó con los búlgaros, quienes cayeron sobre la retaguardia de Tomás el Eslavo, dispersaron su ejército, lo tomaron prisionero junto con otros oficiales y todos ellos fueron asesinados.

860. Por los rus [17] (ataque naval y desembarco). Se trató, al igual que los episodios de 907 y 941, de hechos de corta duración, que tenían como finalidad principal obtener mejores condiciones en las transacciones comerciales [18]. En general habían mantenido buenas relaciones con Bizancio, pero en el mencionado año, aprovechando que el Imperio estaba empeñado en su prolongada lucha con los árabes, tanto por tierra como especialmente por mar, encontrándose la armada bizantina enfrentada con la árabe. Por ello, la ciudad estaba sin defensa (estaban pelando en Anatolia inclusive las tropas que habitualmente guarnecían Constantinopla). Los invasores se abatieron sobre la ciudad rápidamente, “como un enjambre de avispas” [19].

Los rus, que habían llegado frente a Constantinopla el 18 de junio de 860 con unos veinte mil hombres en doscientos buques desde el Mar Negro, atravesando el Bósforo, saquearon los suburbios de la ciudad. Tanto su prefecto como el Patriarca Pothios I de Constantinopla, quien relató los hechos en algunas de sus cartas, organizaron la precaria defensa

Y en esta oportunidad se dio un hecho que ya se había dado anteriormente, y que invariablemente se repetiría en cada ocasión en que la ciudad fuera amenazada: la apelación a la protección divina:

“…Photios, en dos sermones memorables predicados en la Iglesia de Hagia Sophia, animó a los asustados habitantes de Constantinopla para depositar su fe en Dios y hacer frente a los atacantes. El sitio fue levantado sorpresivamente y los invasores abandonaron la ciudad después que las “sagradas vestiduras de la virgen” fue llevada por el patriarca en procesión alrededor de las murallas de la ciudad y el atuendo fue sumergido en el agua, originándose una gran tormenta. Se ha conocido la milagrosa salvación de Constantinopla a través de un sermón de Photios” [20].

907. Por los rus (ataque naval). El príncipe Oleg (Helgi) de Kiev, llevó a cabo una incursión naval contra Constantinopla. Se ha dicho de este ataque que el mismo no habría alcanzado gran éxito, aunque los rus obtuvieron de los bizantinos, en 911 y como consecuencia del mismo, un tratado de paz y de comercio y en el cual se establecieron las condiciones para la residencia de los rus en Constantinopla y sus servicios para el imperio, conviniéndose especialmente su ingreso irrestricto en el ejército, “en cualquier tiempo y en cualquier cantidad” [21]. Este tratado es importante porque su alegado incumplimiento dio lugar a una nueva incursión de los rus en 941 (véase infra).  

941. Por los rus (ataque naval). Los rus de Igor (Ingvar) atacaron Constantinopla, presumiblemente por el incumplimiento por parte de los bizantinos de lo acordado con Oleg (véase supra), pero“…fuere cual fuere el pretexto, fue naturalmente un puro acto de piratería, en tanto Igor probablemente sabía que [el emperador] Romanos había enviado a gran parte de su flota lejos, para combatir a los árabes…”  [22].

De todos modos, con los pocos buques que los bizantinos habían conservado en Constantinopla, y por medio, una vez, del fuego griego, pusieron a los rus en fuga, causándoles tantas pérdidas que sólo regresaron a costas seguros diez buques.

Poco después, en 945, Bizancio y el Principado Rus se declararon aliados a perpetuidad.






[1]           KAEGI, Walter E., Heraclius. Emperor of Byzantium, Cambridge University Press, Cambridge, 2003, pág. 136. Si bien el grueso de los sitiadores eran ávaros, también integraban su ejército hunos, eslavos, búlgaros y miembros de algunas otras tribus bárbaras.
[2]           KAEGI, W.E., op. cit., pág. 136.
[3]           KAEGI, W.E., op. cit., págs. 136/137.

[4]           JENKINS,  Romilly J. H., Byzantium: the Imperial Centuries, AD 610-1071, University of Toronto Press, Toronto, 1981, págs. 42 y ss. 

[5]           BAUMGARTNER, F.J., op. cit., pág. 64.
[6]           JENKINS,  R. J. H,  op. cit. pág. 43. Para un interesante desarrollo de la invención y uso del fuego griego, véase GROLLER, Richard, Greek Fire. The Best Kept Secret of the Ancient World, Field Army Artillery Journal, en www.army.mil/ famag/1981/MAY_JUN_1981/ MAY_JUN_1981 _PAGES_ 54_57  .pdf
[7]           Idem, pág. 44.
[8]           Ibidem.
[9]           CHRISTIDIS, Vassilis, The arab fleets in the second siege of Constantinopla (717-718): transportation and efficiency,  en Proceedings of the 21th International Congress of Byzantine Studies-London 21-26 August 2006, editora Elizabeth Jeffries, Ashgate Publishing Limited, Hampshire, 2006, pág. 56.
[10]         La escuadra de unas 1800 naves transportaba unos 80.000 soldados, preparándose el empleo de otras 800 naves y la participación de un ejército de reserva, aunque advierte que “todas estas cifras son probablemente exageradas” (FULLER, J.F.C.  Batallas decisivas del mundo occidental y su influencia en la historia, Luis de Caralt Ed., Barcelona, 1961, Vol. I, pág. 387).
[11]         FULLER, J.F.C.,  op. cit., loc. cit.
[12]         FULLER, J.F.C. op. cit., pág. 388.
[13]         Cuando Maslama cruzó el Bósforo e invadió Tracia    como paso previo en su camino a Constantinopla, recogió la cosecha, “pudiéndose ver los montículos de cereal acumulado desde las murallas de Constantinopla”. Al parecer, al poco tiempo Maslama comenzó a destruir estos pertrechos, para dar la sensación a los sitiados de que se produciría un ataque demoledor en lugar de un asedio prolongado, y con ello lograr que aquellos depusieran su resistencia (JENKINS, R.J.H., op. cit., págs. 63 y 64).
[14]          CHRISTIDES, V., op. cit., pág. 56.
[15]          BROWNING, Robert, The Byzantine Empire, The Catholic University of America Press, Washington D.C., 1992, pág. 62. 
[16]         ARCHER, Christon I.; FERRIS, John R.; HERWIG,  Holger H.; TRAVERS, Timothy H. E., World History of Warfare, University of Nebraska Press, Lincoln, 2002, págs. 120/121. Hubo un episodio interesante: León V El Armenio, emperador bizantino, convocó una reunión con el Kan Krum para tratar la salida del conflicto. Al llegar el búlgaro al lugar elegido, fue emboscado por varios soldados bizantinos que trataron de matarlo, escapando apenas en su caballo. Luego de ello, León V atacó el territorio búlgaro, asesinando a quienes encontraba, mientras el Kan Krum hacia lo propio en los suburbios de Constantinopla (MACLACHLAN, Sean, Byzantium: an Illustrated History, Hippocrene Books, Nueva York, 2004, pág. 85).
[17]          Los rus o rhos o eslavos orientales, eran un pueblo de origen escandinavo, asentado en la época en la región de Kiev y Novgorod, actualmente República de Ucrania. Aunque son los antecesores naturales de los rusos, no debieran ser confundidos con éstos, como sucede a menudo cuando se trata este periodo.
[18]          The Reader’s Companion to Military History, editores Robert Cowley y Geoffrey Parker, Houghton Mifflin Co, Nueva York, 2001, pág. 106. Se señalan como motivos adicionales algunas ofensas nunca especificadas proferidas por los bizantinos y la matanza, comprobada, de algunos rus en Constantinopla. Pero el “rumor de la fabulosa prosperidad de Constantinopla se había expandido ampliamente y esa fue la razón principal para el ataque rus de 860” (VASSILIEV, Alexander, The Russian Attack on Constantinople in 860, Mediaeval Academy of America, Cambridge, 1946, pág. 186), lo cual quedaría demostrado por los saqueos ocurridos y por la larga tradición de los antecesores directos de los rus, esto es, los escandinavos vikingos
[19]        TURNBULL, S., op. cit., págs. 48/49. 
[20]        WHITE, Despina S., Patriarch Photios of Constantinople: His Life, Scholarly Contributions and Correspondence Together With a Translation of 52 of His Letters, Holy Cross Orthodox Press, Brookline, 1981, disponible en http://www.photius.com/photios/intro.html, sitio visitado el 26.09.2009. Si bien existe acuerdo con relación a la fecha de llegada de los rus a Constantinopla, no lo hay con relación a su retirada. Vassiliev estima que la campaña habría durado unos diez meses, por lo cual aquella pudo haber ocurrido hacia los meses de marzo o abril de 861 (op. cit., pág. 218).
[21]         BLONDAL, Sygfus, The Varangians of Byzantium, Cambridge University Press, Cambridge, 1978, pág. 36.
[22]         BLONDAL, S., op. cit., pág. 37.
©2014. Rubén A. Barreiro

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