LOS ENEMIGOS DE BIZANCIO. Segunda Parte
C. Ostrogodos. Los ostrogodos, como los
visigodos, son desprendimientos de la tribu de los godos, proveniente de
Germania Oriental. Los primeros terminaron conquistando Italia, en tanto los
visigodos se enseñorearon en España, donde su presencia tuvo cambiantes
alternativas
Un
antecedente lejano y poco conocido une a esta tribu bárbara con Bizancio:
asentados en la época en Panonia, provincias bizantinas al sur del Danubio, en
488 pusieron sitio a Constantinopla, sin mayores consecuencias [1]. En
ese mismo año, Teodorico -al frente de unas 200.000 personas, de las cuales
50.000 eran soldados-, uno de sus líderes, invadió Italia con la intención de
derrocar a Odoacro, causante nada menos que de la caída del Imperio Romano de
Occidente, quien fue vencido por aquel en la batalla del río Adda y accedió al
trono, siendo conocido de allí en más como Teodorico el Grande.
Como ya se
ha relatado, luego de vencer a los vándalos en 533, Justiniano continuó su
reconquista del Imperio de Occidente atacando a los ostrogodos que dominaban
Italia.
Los
ostrogodos en general fueron victoriosos contra otros bárbaros, aunque frente a
los bizantinos de Belisario, Narsés y otros, fueron mucho menos exitosos, tanto
que fue ante ellos que resignaron para siempre su presencia en Italia.
Por lo general, en la época de la Guerra Gótica , los ostrogodos
dividían sus fuerzas, por igual, entre caballería [2] e infantería. La caballería
estaba formada por lanceros que combatían en combate próximo, cuerpo a cuerpo,
(usando la denominada lanza larga o montos), en tanto que la infantería,
compuesta principalmente por arqueros, permanecía más o menos estática
disparando sus arcos, siempre desplegada por detrás de la caballería. En
consecuencia, ésta cargaba apoyada por
la infantería. Esta táctica fue fácilmente contrarrestada por el
ejército bizantino, que detenía la carga de la caballería ostrogoda con
flechas, para perseguirla después con la propia. La infantería ostrogoda,
privada de la protección de sus jinetes, no tenía otra alternativa que la
retirada, generalmente precipitada o directamente en desbandada [3].
D. Ávaros. Los ávaros fueron un pueblo
nómade cuyos orígenes remotos se desconocen. Etnológicamente emparentados con
los hunos, se parecían a estos en carácter y costumbres [4]Aparecieron
a mediados del siglo VI en los territorios que se encuentran al norte del Mar
Negro. En 558 los ávaros se constituyeron por primera vez en Constantinopla y
poco después el emperador Justiniano formalizó con ellos una alianza. El poder
de los ávaros fue creciente, habiendo ocupado Panonia [5]. Como
resulta obvio, el crecimiento de los ávaros y su consiguiente expansión
territorial los puso rápidamente en conflicto con el Imperio Bizantino. Aliados
con los eslavos pronto conquistaron el norte de los Balcanes. Mauricio los
enfrentó sin éxito y en 626 se aliaron con los persas para poner sitio a
Constantinopla.
A partir de
fines del siglo VII comienza la declinación de la confederación ávara. Heraclio
se alió con croatas y serbios para luchar contra ellos, precipitándose su final
luego de las derrotas que le infligiera Carlomagno en el oeste. Hacia fines del
siglo X prácticamente no existían supervivientes ávaros, que paulatinamente se
habían ido fundiendo en las etnias vecinas.
Con
relación a sus características militares, los ávaros como la inmensa mayoría de
los pueblos bárbaros provenientes del Asia, eran guerreros montados, que usaban
estribos de hierro, sables, largas lanzas y arcos compuestos.
Resultan de
interés algunos de los comentarios de Mauricio en su Strategikon, al armamento de los soldados de caballería y del
equipamiento básico del que deben estar provistos. Hace referencia, por
ejemplo, a que deben estar provistos con “lanzas
de caballería del tipo ávaro, con correas de cuero en la mitad del asta, con
pendones…protecciones para el cuello del tipo ávaro hechas con franjas de tela
en la parte exterior y lana en el interior…El uniforme de las tropas,
especialmente sus túnicas, tanto sean de lino, pelo de carnero, o lana vasta,
debe ser amplia y completa, cortada de acuerdo con los moldes ávaros, de manera
que rápidamente puedan cubrir las rodillas mientras se cabalga y mostrar una apariencia impecable”[6].
Mauricio incluye a ávaros y
turcos entre los pueblos escitas, indicando que su forma de vida se parece a la
de los pueblos hunos. Considera que sólo los nombrados se preocupan por la
organización militar, y que ello los transforma en los más fuertes entre los
escitas en lo que hace a batallas campales. De los ávaros dice que son “bribones, taimados y muy experimentados en
asuntos militares” [7].
Tal como lo
anuncia, trata por igual tanto a turcos como ávaros en lo que se refiere a lo
militar: “Están armados con cotas de
malla, espadas, arcos, y lanzas. En combate la mayoría de ellos atacan
doblemente armados: las lanzas cuelgan de sus hombros y llevan los arcos en sus
manos, haciendo uso de ambos cuando es necesario. No sólo llevan armaduras que
protegen sus cuerpos, sino que sus caballos están cubiertos frontalmente con
hierro o fieltro. Le dan especial importancia al entrenamiento a la arquería
montada…Al combatir, a diferencia de los romanos y los persas, no forman una
línea de batalla dividida en tres partes, sino que lo hacen con varias unidades
de tamaño irregular, todos las cuales se mantienen juntas para dar la sensación
de que se trata de una larga línea de batalla…Prefieren batallas de largo
alcance, emboscadas, envolvimiento de sus adversarios, retiradas simuladas y
súbitos cambios de frente y formaciones en cuña…
E. Eslavos. Los eslavos fueron un grupo
étnico de origen indoeuropeo, que a comienzos del siglo VI comenzaron a habitar
extensos territorios de la Europa Oriental
y Occidental, así como los Balcanes. Existen diferentes teorías acerca del
origen geográfico de los eslavos. Lo cierto es que, como se ha dicho,
comenzaron su migración desde el este hacia el centro de Europa a fines del
siglo V y comienzos del siglo VI DC. Como ocurrió en muchos otros casos, los
eslavos ocuparon territorios que antes habían sido, a su vez, invadidos por
otros pueblos bárbaros. En lo que a nuestro tema se refiere, los eslavos
aparecen en cantidad creciente en las inmediaciones del Imperio Bizantino en el
siglo VI. Del mismo modo, llega el
momento en que las invasiones se van deteniendo y comienza un lento periodo de
asimilación entre los invasores y los invadidos. En el caso de los eslavos se
produce también el fenómeno de la eslavización, por la cual muchos pueblos que
no eran de tal origen van adquiriendo características que son decididamente
eslavas. Tal el caso, por ejemplo, de lo ocurrido con los búlgaros según
veremos.
De acuerdo
con los lugares donde existió un predominio o establecimiento permanente de
pueblos eslavos, se ha aceptado generalmente una división netamente de origen
geográfico, aunque también con características propias de cada región. Así, se
reconocen los eslavos del este, los del oeste y los del sur. Es este último el
que interesa a nuestro estudio, puesto que es el que se estableció en los
Balcanes, a las puertas del Imperio Bizantino [8].
Como ya se
ha visto, múltiples han sido las ocasiones en que pueblos eslavos se han
enfrentado a Bizancio, y otras en las que actuaron de consuno.
Mauricio
los describe, conjuntamente con los antes
o anti [9] como “independientes, que rehúsan terminantemente
ser esclavizados o gobernados, y menos que menos en su propia tierra. Populosos
y resistentes, soportan con facilidad el calor, el frío, la lluvia, la
intemperie y la escasez de provisiones” [10].
“Viven como bandidos y gustan atacar
a sus enemigos en lugares densamente boscosos, estrechos y empinados. Hacen
buen uso de las emboscadas, los ataques sorpresivos e incursiones, urdiendo
muchas modalidades diurnas y nocturnas. Su experiencia para cruzar ríos
sobrepasa a la de otros y son extremadamente buenos pasando mucho tiempo en el
agua…”.
“Están armados con jabalinas cortas,
dos cada hombre. Algunos portan unos vistosos escudos aunque poco manuables…
usan arcos de madera con flechas cortas untadas con drogas venenosas, muy
efectivas…Debido a su falta de control y su hostilidad recíproca, no están
familiarizados con un orden de batalla…”. [11]
Y aconseja: “Si se da una batalla, no debe oponérsele una línea de batalla
demasiado profunda; no concentrarse únicamente en ataques frontales sino
también en otros sectores. Supongamos que el enemigo ocupa una posición
bastante fuerte y tiene su retaguardia bien cubierta, de manera tal que no da
oportunidad para envolverlo o de atacar sus flancos o su retaguardia. En tal
caso es necesario apostar algunas tropas ocultándose, simular con otras que
estas huyen frente a ellos, de manera tal que atraídos por la posibilidad de
persecución, abandonan su buena posición defensiva y entonces nuestros hombres
se vuelven contra ellos, mientras los que están ocultos acuden y los atacan” [12].
F. Búlgaros. Procedentes del Asia
Central, a partir del siglo II comenzaron a desplazarse, estableciéndose
primero entre el Mar Caspio y el Mar Negro. Paulatinamente atravesaron el
Cáucaso y Armenia. Contornearon por el norte el Mar Negro, sobrepasando la
península de Crimen hasta el Danubio.
Durante el
reinado del Khan Krum, a comienzos del siglo IX, los búlgaros se expandieron
rápidamente hacia el noroeste y el sur, manteniendo, como se ha visto
oportunamente, frecuentes y profundos enfrentamientos con el Imperio Bizantino.
Tales enfrentamientos se fueron prolongando en el tiempo hasta la conquista de
Bulgaria por Basilio II.
Como se ha
dicho al comienzo, uno de los caracteres distintivos de Bizancio desde el punto
de vista militar (que se encuentra entre sus grandes legados, como ya se ha
expresado), es la cantidad de trabajos dedicados a cuestiones relacionadas con
los diferentes aspectos del arte de la guerra. Uno de ellos trata, precisamente,
de un periodo de una de las tantas guerras libradas por los bizantinos contra
los búlgaros, aunque con ciertas particularidades.
Este
tratado, denominado “Organización y
táctica de la campaña”, no tiene autor conocido. Se encuentra tratado en
general entre aquellos trabajos anónimos, aunque más de un autor, con bastante
autoridad, ha determinado que se debe a la pluma Nicéforo Ouranus, vencedor del
emperador Samuel en la decisiva batalla de Esperqueos, el 16 de julio de 996 [13].
Se cree que
el destinatario de la obra es el emperador Basilio II, tanto por el tono
empleado en la misma (“imperativo” al indicarle al emperador como proceder, lo
cual no parecería razonable en caso de tratarse de Nicéforo Focas o Juan
Tzimisces, quienes tenían gran veteranía especialmente en la lucha contra los
búlgaros y que “no recibirían consejos de
otro general”; por otra parte, se ha dicho que del texto surge una
coincidencia de época con la actuación de Basilio II). Sí resulta evidente que
la intención del autor es brindar sus consejos en la lucha que el Imperio
Bizantino libraba con los búlgaros.
La obra, de
poca extensión, se divide en 32
secciones o capítulos. Existen además algunos gráficos, todos los cuales se
refieren a los campamentos fortificados destinados a las tropas antes de la
batalla, que al parecer no difieren esencialmente de lo indicado por Mauricio
unos siglos antes [14].
En resumen, se aconseja al
emperador no presentar batalla cuando el enemigo ataca a sus tropas mientras
las mismas se encuentran sobre la marcha, hasta no haberlas armado y preparado
convenientemente, libre de bagajes y otros impedimentos (Sec. 12); se le señala
el peligro, en tanto se espera un ataque del enemigo, de conducir al ejército
por lugares sin agua, especialmente durante el verano, “es algo terrible empeñarse en dos batallas…una contra el enemigo y la
otra con el calor cuando el agua falta” (Sec. 13); no conducir una multitud
de gente inútil [no combatientes, como era costumbre enb la época] en
territorio hostil (Sec. 15); en la guerra de sitio, si se pretende tomar por
asalto una ciudad amurallada y poner al enemigo de rodillas, debe emplearse
incursotes, que a través del daño continuo y de la toma de prisioneros, pongan
presión constante sobre el enemigo hasta superarlo con facilidad [15]
(Sec. 21).
Para
finalizar, un párrafo de notable factura: “No
es posible dejar pasar en silencio la extravagancia, o más bien la inutilidad,
de lujosas armaduras, y las ociosas decoraciones de oro y plata en los
caballos, y los inútiles cacharros que algunos traen con ellos a territorio
hostil, simplemente por vana ostentación…Uno sólo necesita aquellas cosas que
son adecuadas y útiles para la lucha, por ejemplo, excelentes caballos,
poderosas corazas y yelmos, las mejores espadas… la inútil abundancia de oro y
plata , además de hacer daño y reducir el ejército a la pobreza, es
completamente superfluo y sin beneficio en época de guerra. Si se estudian
cuidadosamente los libros de historia, se encontrará que los griegos y los
romanos, que lograron grandes victorias en sus guerras, eran extremadamente
sencillos en su estilo de vida, equipo y armas” (Sec. 16) [16]
[2] La importancia que los ostrogodos brindaban a la
caballería provendría de su “relación estrecha” con las poblaciones nómades
euroasiáticas, especialmente en la época en que ambos coincidieron en el
territorio ruso (FREDIANI, Andrea, Le
grande battaglie del medioevo, Newton Compton Editori, Roma, 2ª edición,
pág. 380).
[3] BAUMGARTNER, Frederic J., op .cit., pág. 60. GABRIEL, Richard A. y BOOSE JR, Donald W., The Great Battles of Antiquity: A Strategic and Tactical Guide to Great
Battles That Shaped the Development of War, Greenwood Press, Westport, 1994, pág. 447
[4] BURY,
John B., The Invasion of Europe by the Barbarians, A Series of Lectures, MacMillan,
Londres, 1928, pág. 127.
[5] Panonia
es una comarca que abarca el oeste de Hungría y el este de Austria. La ciudad
más importante que se conserva de los tiempos más remotos es Viena, la antigua Vindobona.
[6] Mauricio,
Maurice’s Strategikon. Handbook of Byzantine Military Strategy,
University of Pennsylvania Press , Filadelfia, 1984,
págs. 12/13.
[7] Idem,
pág. 116.
[8] La
expansión de los llamados eslavos del sur concluyó hacia el final del siglo
VII. En el curso de dos siglos la “geografía
étnica de la Europa
balcánica sufre cambios prodigiosos. A partir de Heraclio, ambas márgenes del
gran río [el Danubio] , desde el Mar Negro hasta los alrededores de Viena están
ocupadas por pueblos desconocidos hasta entonces, los eslavos” (LOT,
Ferdinand, Les Invasions Barbares et le Peuplement de l’Europe, Payot, París, 1942, Vol. I, págs. 218 y ss.).
[9] Pueblo de origen iránico que en el siglo VI se trasladó
hasta el oeste del Mar Negro. En ocasiones el Imperio Bizantino reclutó
mercenarios entre ellos, estando presentes, por ejemplo, en
Guerra Gótica.
[10] Mauricio,
op. cit., pág. 120.
[11] Ibid,,
pág. 122.
[12] Ibid.,
pág. 123.
[13] DENNIS,
George T., Three Byzantine Military
Treatises, Dumbarton Oaks, Washington
D.C. , 1985, pág. 242. En
realidad, el profesor Dennis es autor de la traducción del
texto griego al inglés como
asimismo de las valiosas notas que contiene la obra. Los tales tratados
militares son considerados como anónimos, sin perjuicio de mencionarse diversas
opiniones sobre presuntas autorías.
[14] Ibid.,
pág. 329.
[15] Siglos
más tarde, especialmente durante la
Guerra de los Cien Años, fueron célebres las chevauchées llevadas a cabo con el mismo
propósito por los ingleses en territorio francés, especialmente por el Príncipe
Negro, hijo de Eduardo III, en el primer tercio de dicho conflicto.
[16] Ibid.,
pág. 289.
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