En la página FUEGO Y MANIOBRA encontrará la Introducción y capítulos referidos a la guerras en la Edad Media, de la obra del mismo nombre del Dr. Mg. Jorge A.Vigo

19 de septiembre de 2014


LOS ENEMIGOS DE BIZANCIO. Segunda Parte


Por Mg. Rubén A. Barreiro

Ver Parte I. Parte III

C.        Ostrogodos. Los ostrogodos, como los visigodos, son desprendimientos de la tribu de los godos, proveniente de Germania Oriental. Los primeros terminaron conquistando Italia, en tanto los visigodos se enseñorearon en España, donde su presencia tuvo cambiantes alternativas


            Un antecedente lejano y poco conocido une a esta tribu bárbara con Bizancio: asentados en la época en Panonia, provincias bizantinas al sur del Danubio, en 488 pusieron sitio a Constantinopla, sin mayores consecuencias [1]. En ese mismo año, Teodorico -al frente de unas 200.000 personas, de las cuales 50.000 eran soldados-, uno de sus líderes, invadió Italia con la intención de derrocar a Odoacro, causante nada menos que de la caída del Imperio Romano de Occidente, quien fue vencido por aquel en la batalla del río Adda y accedió al trono, siendo conocido de allí en más como Teodorico el Grande.

            Como ya se ha relatado, luego de vencer a los vándalos en 533, Justiniano continuó su reconquista del Imperio de Occidente atacando a los ostrogodos que dominaban Italia.

            Los ostrogodos en general fueron victoriosos contra otros bárbaros, aunque frente a los bizantinos de Belisario, Narsés y otros, fueron mucho menos exitosos, tanto que fue ante ellos que resignaron para siempre su presencia en Italia.

Por lo general, en la época de la Guerra Gótica, los ostrogodos dividían sus fuerzas, por igual, entre caballería [2] e infantería. La caballería estaba formada por lanceros que combatían en combate próximo, cuerpo a cuerpo, (usando la denominada lanza larga o montos), en tanto que la infantería, compuesta principalmente por arqueros, permanecía más o menos estática disparando sus arcos, siempre desplegada por detrás de la caballería. En consecuencia, ésta cargaba apoyada por  la infantería. Esta táctica fue fácilmente contrarrestada por el ejército bizantino, que detenía la carga de la caballería ostrogoda con flechas, para perseguirla después con la propia. La infantería ostrogoda, privada de la protección de sus jinetes, no tenía otra alternativa que la retirada, generalmente precipitada o directamente en desbandada [3].

D.        Ávaros. Los ávaros fueron un pueblo nómade cuyos orígenes remotos se desconocen. Etnológicamente emparentados con los hunos, se parecían a estos en carácter y costumbres [4]Aparecieron a mediados del siglo VI en los territorios que se encuentran al norte del Mar Negro. En 558 los ávaros se constituyeron por primera vez en Constantinopla y poco después el emperador Justiniano formalizó con ellos una alianza. El poder de los ávaros fue creciente, habiendo ocupado Panonia [5]. Como resulta obvio, el crecimiento de los ávaros y su consiguiente expansión territorial los puso rápidamente en conflicto con el Imperio Bizantino. Aliados con los eslavos pronto conquistaron el norte de los Balcanes. Mauricio los enfrentó sin éxito y en 626 se aliaron con los persas para poner sitio a Constantinopla.

            A partir de fines del siglo VII comienza la declinación de la confederación ávara. Heraclio se alió con croatas y serbios para luchar contra ellos, precipitándose su final luego de las derrotas que le infligiera Carlomagno en el oeste. Hacia fines del siglo X prácticamente no existían supervivientes ávaros, que paulatinamente se habían ido fundiendo en las etnias vecinas.

            Con relación a sus características militares, los ávaros como la inmensa mayoría de los pueblos bárbaros provenientes del Asia, eran guerreros montados, que usaban estribos de hierro, sables, largas lanzas y arcos compuestos.

            Resultan de interés algunos de los comentarios de Mauricio en su Strategikon, al armamento de los soldados de caballería y del equipamiento básico del que deben estar provistos. Hace referencia, por ejemplo, a que deben estar provistos con “lanzas de caballería del tipo ávaro, con correas de cuero en la mitad del asta, con pendones…protecciones para el cuello del tipo ávaro hechas con franjas de tela en la parte exterior y lana en el interior…El uniforme de las tropas, especialmente sus túnicas, tanto sean de lino, pelo de carnero, o lana vasta, debe ser amplia y completa, cortada de acuerdo con los moldes ávaros, de manera que rápidamente puedan cubrir las rodillas mientras se cabalga y mostrar  una apariencia impecable”[6].

            Mauricio incluye a ávaros y turcos entre los pueblos escitas, indicando que su forma de vida se parece a la de los pueblos hunos. Considera que sólo los nombrados se preocupan por la organización militar, y que ello los transforma en los más fuertes entre los escitas en lo que hace a batallas campales. De los ávaros dice que son “bribones, taimados y muy experimentados en asuntos militares” [7].

            Tal como lo anuncia, trata por igual tanto a turcos como ávaros en lo que se refiere a lo militar: “Están armados con cotas de malla, espadas, arcos, y lanzas. En combate la mayoría de ellos atacan doblemente armados: las lanzas cuelgan de sus hombros y llevan los arcos en sus manos, haciendo uso de ambos cuando es necesario. No sólo llevan armaduras que protegen sus cuerpos, sino que sus caballos están cubiertos frontalmente con hierro o fieltro. Le dan especial importancia al entrenamiento a la arquería montada…Al combatir, a diferencia de los romanos y los persas, no forman una línea de batalla dividida en tres partes, sino que lo hacen con varias unidades de tamaño irregular, todos las cuales se mantienen juntas para dar la sensación de que se trata de una larga línea de batalla…Prefieren batallas de largo alcance, emboscadas, envolvimiento de sus adversarios, retiradas simuladas y súbitos cambios de frente y formaciones en cuña…

E.        Eslavos. Los eslavos fueron un grupo étnico de origen indoeuropeo, que a comienzos del siglo VI comenzaron a habitar extensos territorios de la Europa Oriental y Occidental, así como los Balcanes. Existen diferentes teorías acerca del origen geográfico de los eslavos. Lo cierto es que, como se ha dicho, comenzaron su migración desde el este hacia el centro de Europa a fines del siglo V y comienzos del siglo VI DC. Como ocurrió en muchos otros casos, los eslavos ocuparon territorios que antes habían sido, a su vez, invadidos por otros pueblos bárbaros. En lo que a nuestro tema se refiere, los eslavos aparecen en cantidad creciente en las inmediaciones del Imperio Bizantino en el siglo VI. Del mismo modo, llega el momento en que las invasiones se van deteniendo y comienza un lento periodo de asimilación entre los invasores y los invadidos. En el caso de los eslavos se produce también el fenómeno de la eslavización, por la cual muchos pueblos que no eran de tal origen van adquiriendo características que son decididamente eslavas. Tal el caso, por ejemplo, de lo ocurrido con los búlgaros según veremos.

            De acuerdo con los lugares donde existió un predominio o establecimiento permanente de pueblos eslavos, se ha aceptado generalmente una división netamente de origen geográfico, aunque también con características propias de cada región. Así, se reconocen los eslavos del este, los del oeste y los del sur. Es este último el que interesa a nuestro estudio, puesto que es el que se estableció en los Balcanes, a las puertas del Imperio Bizantino [8].

            Como ya se ha visto, múltiples han sido las ocasiones en que pueblos eslavos se han enfrentado a Bizancio, y otras en las que actuaron de consuno.

            Mauricio los describe, conjuntamente con los antes o anti [9] como “independientes, que rehúsan terminantemente ser esclavizados o gobernados, y menos que menos en su propia tierra. Populosos y resistentes, soportan con facilidad el calor, el frío, la lluvia, la intemperie y la escasez de provisiones” [10].

            “Viven como bandidos y gustan atacar a sus enemigos en lugares densamente boscosos, estrechos y empinados. Hacen buen uso de las emboscadas, los ataques sorpresivos e incursiones, urdiendo muchas modalidades diurnas y nocturnas. Su experiencia para cruzar ríos sobrepasa a la de otros y son extremadamente buenos pasando mucho tiempo en el agua…”.

            “Están armados con jabalinas cortas, dos cada hombre. Algunos portan unos vistosos escudos aunque poco manuables… usan arcos de madera con flechas cortas untadas con drogas venenosas, muy efectivas…Debido a su falta de control y su hostilidad recíproca, no están familiarizados con un orden de batalla…”. [11]

            Y aconseja: “Si se da una batalla, no debe oponérsele una línea de batalla demasiado profunda; no concentrarse únicamente en ataques frontales sino también en otros sectores. Supongamos que el enemigo ocupa una posición bastante fuerte y tiene su retaguardia bien cubierta, de manera tal que no da oportunidad para envolverlo o de atacar sus flancos o su retaguardia. En tal caso es necesario apostar algunas tropas ocultándose, simular con otras que estas huyen frente a ellos, de manera tal que atraídos por la posibilidad de persecución, abandonan su buena posición defensiva y entonces nuestros hombres se vuelven contra ellos, mientras los que están ocultos acuden y los atacan” [12].

F.         Búlgaros. Procedentes del Asia Central, a partir del siglo II comenzaron a desplazarse, estableciéndose primero entre el Mar Caspio y el Mar Negro. Paulatinamente atravesaron el Cáucaso y Armenia. Contornearon por el norte el Mar Negro, sobrepasando la península de Crimen hasta el Danubio.

            Durante el reinado del Khan Krum, a comienzos del siglo IX, los búlgaros se expandieron rápidamente hacia el noroeste y el sur, manteniendo, como se ha visto oportunamente, frecuentes y profundos enfrentamientos con el Imperio Bizantino. Tales enfrentamientos se fueron prolongando en el tiempo hasta la conquista de Bulgaria por Basilio II.

            Como se ha dicho al comienzo, uno de los caracteres distintivos de Bizancio desde el punto de vista militar (que se encuentra entre sus grandes legados, como ya se ha expresado), es la cantidad de trabajos dedicados a cuestiones relacionadas con los diferentes aspectos del arte de la guerra. Uno de ellos trata, precisamente, de un periodo de una de las tantas guerras libradas por los bizantinos contra los búlgaros, aunque con ciertas particularidades.

            Este tratado, denominado “Organización y táctica de la campaña”, no tiene autor conocido. Se encuentra tratado en general entre aquellos trabajos anónimos, aunque más de un autor, con bastante autoridad, ha determinado que se debe a la pluma Nicéforo Ouranus, vencedor del emperador Samuel en la decisiva batalla de Esperqueos, el 16 de julio de 996 [13].

            Se cree que el destinatario de la obra es el emperador Basilio II, tanto por el tono empleado en la misma (“imperativo” al indicarle al emperador como proceder, lo cual no parecería razonable en caso de tratarse de Nicéforo Focas o Juan Tzimisces, quienes tenían gran veteranía especialmente en la lucha contra los búlgaros y que “no recibirían consejos de otro general”; por otra parte, se ha dicho que del texto surge una coincidencia de época con la actuación de Basilio II). Sí resulta evidente que la intención del autor es brindar sus consejos en la lucha que el Imperio Bizantino libraba con los búlgaros.

            La obra, de poca extensión,  se divide en 32 secciones o capítulos. Existen además algunos gráficos, todos los cuales se refieren a los campamentos fortificados destinados a las tropas antes de la batalla, que al parecer no difieren esencialmente de lo indicado por Mauricio unos siglos antes [14].

            En resumen, se aconseja al emperador no presentar batalla cuando el enemigo ataca a sus tropas mientras las mismas se encuentran sobre la marcha, hasta no haberlas armado y preparado convenientemente, libre de bagajes y otros impedimentos (Sec. 12); se le señala el peligro, en tanto se espera un ataque del enemigo, de conducir al ejército por lugares sin agua, especialmente durante el verano, “es algo terrible empeñarse en dos batallas…una contra el enemigo y la otra con el calor cuando el agua falta” (Sec. 13); no conducir una multitud de gente inútil [no combatientes, como era costumbre enb la época] en territorio hostil (Sec. 15); en la guerra de sitio, si se pretende tomar por asalto una ciudad amurallada y poner al enemigo de rodillas, debe emplearse incursotes, que a través del daño continuo y de la toma de prisioneros, pongan presión constante sobre el enemigo hasta superarlo con facilidad [15] (Sec. 21).

            Para finalizar, un párrafo de notable factura: “No es posible dejar pasar en silencio la extravagancia, o más bien la inutilidad, de lujosas armaduras, y las ociosas decoraciones de oro y plata en los caballos, y los inútiles cacharros que algunos traen con ellos a territorio hostil, simplemente por vana ostentación…Uno sólo necesita aquellas cosas que son adecuadas y útiles para la lucha, por ejemplo, excelentes caballos, poderosas corazas y yelmos, las mejores espadas… la inútil abundancia de oro y plata , además de hacer daño y reducir el ejército a la pobreza, es completamente superfluo y sin beneficio en época de guerra. Si se estudian cuidadosamente los libros de historia, se encontrará que los griegos y los romanos, que lograron grandes victorias en sus guerras, eran extremadamente sencillos en su estilo de vida, equipo y armas” (Sec. 16) [16]
           



[1]              THE OXFORD DICTIONNARY OF BYZANTIUM, Oxford University Press, NuevaYork, 1991, pág. 1534.
[2]              La importancia que los ostrogodos brindaban a la caballería provendría de su “relación estrecha” con las poblaciones nómades euroasiáticas, especialmente en la época en que ambos coincidieron en el territorio ruso (FREDIANI, Andrea, Le grande battaglie del medioevo, Newton Compton Editori, Roma, 2ª edición, pág. 380).
[3]              BAUMGARTNER, Frederic J., op .cit., pág. 60. GABRIEL,  Richard A. y  BOOSE JR, Donald W., The Great Battles of Antiquity: A Strategic and Tactical Guide to Great Battles That Shaped the Development of War,  Greenwood Press, Westport, 1994, pág.  447
[4]              BURY, John B., The Invasion of Europe by the Barbarians, A Series of Lectures, MacMillan, Londres, 1928, pág. 127.
[5]              Panonia es una comarca que abarca el oeste de Hungría y el este de Austria. La ciudad más importante que se conserva de los tiempos más remotos es Viena, la antigua Vindobona.
[6]              Mauricio, Maurice’s Strategikon. Handbook of Byzantine Military Strategy, University of Pennsylvania Press, Filadelfia, 1984, págs. 12/13.
[7]              Idem, pág. 116.
[8]              La expansión de los llamados eslavos del sur concluyó hacia el final del siglo VII. En el curso de dos siglos la “geografía étnica de la Europa balcánica sufre cambios prodigiosos. A partir de Heraclio, ambas márgenes del gran río [el Danubio] , desde el Mar Negro hasta los alrededores de Viena están ocupadas por pueblos desconocidos hasta entonces, los eslavos” (LOT, Ferdinand, Les Invasions Barbares et le Peuplement de l’Europe, Payot, París, 1942, Vol. I, págs. 218 y ss.).
[9]              Pueblo de origen iránico que en el siglo VI se trasladó hasta el oeste del Mar Negro. En ocasiones el Imperio Bizantino reclutó mercenarios entre ellos, estando presentes, por ejemplo, en 
Guerra Gótica.
[10]            Mauricio, op. cit., pág. 120.
[11]            Ibid,, pág. 122.
[12]            Ibid., pág. 123.
[13]            DENNIS, George T., Three Byzantine Military Treatises, Dumbarton Oaks, Washington D.C., 1985, pág. 242. En realidad, el profesor Dennis es autor de la traducción del texto griego al inglés como asimismo de las valiosas notas que contiene la obra. Los tales tratados militares son considerados como anónimos, sin perjuicio de mencionarse diversas opiniones sobre presuntas autorías.
[14]            Ibid., pág. 329.
[15]            Siglos más tarde, especialmente durante la Guerra de los Cien Años, fueron célebres las chevauchées llevadas a cabo con el mismo propósito por los ingleses en territorio francés, especialmente por el Príncipe Negro, hijo de Eduardo III, en el primer tercio de dicho conflicto.
[16]             Ibid., pág. 289. 

©2014. Rubén A. Barreiro

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