En la página FUEGO Y MANIOBRA encontrará la Introducción y capítulos referidos a la guerras en la Edad Media, de la obra del mismo nombre del Dr. Mg. Jorge A.Vigo

22 de septiembre de 2014


LOS ASEDIOS DE CONSTANTINOPLA. Segunda Parte


Por Mg. Rubén A. Barreiro

Ver Primera Parte


1203/ 1204. Por la Cuarta Cruzada. Como se ha dicho en la Primera Parte, fue como consecuencia de este asedio que, por primera vez, Constantinopla cayó en poder de un atacante. Y la singularidad de este hecho reconoce otra paradoja: la ciudad, bastión del cristianismo en la región, fue atacada y ocupada por otros cristianos, agrupados en una cruzada que tenía como fin último la reconquista de Jerusalen. No en vano, Runciman, al ocuparse de este acontecimiento, lo hace bajo el epígrafe “la cruzada contra los cristianos” [1].

El Papa Inocencio III advino al trono de San Pedro en enero de 1198. Entre sus primeras iniciativas, estuvo la de promover una nueva cruzada, cuyo principal propósito sería la reconquista de Jerusalem, en poder musulmán desde octubre de 1187 y como consecuencia del desastre de Hattin. En agosto del mismo año de su asunción, dirigió a sus obispos la  encíclica Post Miserabile por la que convocaba a todos los cristianos a “obtener su eterna salvación preparándose para la sagrada guerra[2]. Poco a poco se fueron delineando los detalles de la nueva cruzada: el traslado de sus fuerzas se haría por mar y el desembarco tendría lugar en Egipto, para desde allí marchar hacia Tierra Santa.

Los cruzados debían afrontar una primera y fundamental carencia: la falta de una flota lo suficientemente apta para el traslado de hombres, caballos y vituallas. Acudieron para ello a la República de Venecia [3]. Pactaron el transporte de unos 34.000 hombres, incluidos los caballos de los casi 4.000 caballeros que formaban el contingente, por el que pagarían 85.000 marcos de Colonia [4] y al mismo tiempo reconocerían a los venecianos el cincuenta por ciento del botín que se lograra con la expedición.

Surgieron dificultades con los pagos [5]. Ante la posibilidad, para unos, del fracaso de la cruzada y, para otros, de perder las enormes sumas invertidas en preparar la flota, los venecianos propusieron posponer el cobro de lo adeudado hasta que el botín que se recaudara pudiera cubrirlo, si los cruzados se avenían a recuperar para Venecia a la ciudad de Zara [6] sobre la costa dálmata, en rebelión contra la Serenissima.  Pero existía una dificultad, no menor: Zara era una ciudad cristiana. Y cuando los cruzados la atacaron, desobedeciendo a Inocencio III, en los muros de la ciudad una infinidad de cruces les recordaban aquella circunstancia, pese a lo cual luego de un corto asedio, los cruzados rindieron la plaza, destruyendo mucho de lo que no habían saqueado.

Ya antes de la aventura de Zara, los cruzados habían sido tentados a desviarse hacia Constantinopla por Alexis Angelo, joven hijo del emperador Isaac II, quien había sido depuesto, cegado y mandado a prisión por su hermano, quien asumió como Alexis III. Una vez allí, ayudarían al joven Alexis a desalojar al usurpador, reponiendo a su padre en el trono. A cambio de ello, prometía una recompensa de 200.000 marcos de Colonia  y un contingente de 10.000 soldados que se unirían a la cruzada al proseguir esta hacia su objetivo. Más importante aún: prometía someter la Iglesia Ortodoxa a la de Roma. Sin dinero para hacer frente a la deuda con los venecianos, Bonifacio de Monferrato y Balduino de Flandes, al mando de la expedición, decidieron aceptar la oferta.

Más allá del apremio económico y una pretendida reparación de la usurpación del trono bizantino, había otras razones: los venecianos estaban interesados en que Bizancio dejara de ser un obstáculo para su expansión comercial que se extendía hasta el Mar Negro, siendo que para ello el Bósforo, dominado desde Constantinopla, constituía una barrera poco menos que infranqueable. Los cruzados tratarían de escarmentar al Imperio hacia el que no se sentían para nada atraídos. Y el Papado no podría ver sino con satisfacción una reunificación cristiana de hecho bajo su protección [7].

En aguas de  Constantinopla el 23 de junio de 1203, los cruzados aguardaron la revuelta que, como se les había adelantado, daría por tierra con el usurpador. Nada de esto pasó. Alexis III les envió a un emisario con un mensaje:

“Ustedes son cristianos y él [el emperador] es cristiano. Él sabe bien que ustedes se dirigen hacia Tierra Santa para liberarla. Si ustedes están pobres y necesitados, les dará provisiones  buenamente, pero bajo la condición de que ustedes dejen su territorio. No tiene la intención de hacerles ningún daño, aunque puede hacerlo”[8] .

Los cruzados respondieron que no se encontraban en tierras de Alexis, simplemente porque era un usurpador, siendo el auténtico emperador su sobrino, por lo que le exigían  resignar la corona y entregarla al joven Alexis, a quien pedirían clemencia para su tío. Y decidieron realizar una demostración que, a su juicio y según se les había convencido, pondría las cosas en su lugar: subieron al joven Alexis a una galera que acercaron a la costa, para que lo vieran los defensores desde las murallas. Estos comenzaron un sarcástico griterío : “No sabemos nada de él. ¿Quién es?” [9], menudeando los “abucheos, alaridos, insultos viles y misiles[10].

El 5 de julio venecianos y cruzados emprendieron el ataque a la plaza, a la que rendirían rápidamente. Alejo III optó entonces por reunir bienes (incluyendo propios y ajenos, entre estos últimos el Tesoro de Constantinopla) y a su familia, huyendo de la ciudad. Asumió entonces el trono el joven Alejo IV, conjuntamente con su padre Isaac II. Siguieron meses en los cuales la situación Alejo IV se hacía insostenible: los cruzados exigían el cumplimiento de sus promesas, en especial el pago de lo prometido. Imposibilitado de cumplir, y acosado por un creciente descontento popular, en enero de 1204 fue depuesto y asesinado pocos días después, asumiendo Alejo V Dukas, apodado Murtzuphlus (“el cejijunto”). Este se negó  a pagar lo exigido por los cruzados y conminándolos a retirarse de la ciudad.

Al mismo tiempo, reforzó las murallas de la ciudad, aumentando para ello los impuestos de las clases más acomodadas. No obstante, carente ya de recursos, con un ejército desorganizado y una flota virtualmente desaparecida, poco quedaba por hacer. Los cruzados y venecianos ya habían pactado hacia el futuro: los venecianos adquirirían territorios y el emperador sería elegido entre los jefes de la cruzada.

El 9 de abril de 1204 los cruzados intentaron un desembarco masivo que fue rechazado, reiterándolo tres días después. Esta vez logran hacer pie en la ciudad, sobre la que avanzaron, incendiando las nuevas construcciones. Se desencadenó una lucha generalizada en las murallas, con los cruzados tomando torre tras torre y los defensores defendiendo cada uno de los sucesivos niveles de aquellas. Finalmente, aquellos lograron tomar una puerta por la que penetró la caballería, en tanto los venecianos establecían  una cabeza de playa en las cercanías, a la que llegaron sus buques de transporte.

La caballería bizantina entró en la lucha por última vez, pero minada como estaba por el descontento de la nobleza a la que pertenecía, no logró hacer retroceder a los cruzados. El avance de estos termina por doblegar a los defensores de las murallas que optaron por abandonar sus puestos. El 13 de abril de 1204 Constantinopla había sido vencida y ocupada por primera vez en su larga historia. Los cruzados se dieron a un saqueo que duró varios días.

“... el derecho de saqueo fue dado indiscriminadamente a soldados y marinos. Nunca en Europa un pillaje había sido llevado a cabo más sistemática y desvergonzadamente. Nunca el ejército de un estado cristiano había perpetrado un saqueo más bárbaro que el de estos soldados de Cristo, con votos de castidad, protestando ante Dios no estar sedientos de sangre cristiana y portando el emblema del Príncipe de la Paz…” [11]

El 16 de mayo de 1204 Balduino de Flandes, uno de los jefes de la cruzada, fue coronadodel Imperio Latino de Constantinopla como Balduino I. El imperio bizantino fue dividido entre el emperador, los francos y los venecianos. El 13 de noviembre de 1204, Inocencio III, pese a no haber estado de acuerdo con el cambio de rumbo (tanto en lo real como en sentido figurado) de la cuarta cruzada, escribió al clero del Este que la transferencia del poder imperial de los griegos a los latinos, había sido “obra del Señor y maravilla para nuestros ojos”[12 ].

En abril de 1205 la mayoría de los cruzados comenzó a regresar a sus hogares. El 25 de julio de 1261 las tropas bizantinas retomaron la ciudad [13]. El Imperio Latino había durado cincuenta y seis años.

1390-1402. Por los turcos otomanos (bloqueo). En primero de los tres sitios al que los turcos otomanos sometieron a Constantinopla, pusieron en práctica un método que ya venían utilizando con éxito en el Asia Menor, es decir, un bloqueo prolongado y muy cerrado, que invariablemente había llevado a la rendición de la ciudad sitiada. Si bien este no fue el caso, el método fue similar.

Las acciones fueron prolongados, en tanto duraron doce años, durante los cuales se sucedieron periodos más o menos calmos, como otros más activos (el principal entre estos últimos fue el que abarca los años 1395 a 1397).

En septiembre de 1394 el sultán Bayezid I (apodado “el rayo”) envió un ejército que asoló los alrededores de Constantinopla y puso sitio a la ciudad. El bloqueo se prolongó por unos ocho años.

 “Más allá de las murallas de la ciudad todo estaba destruido e inhabitable; nadie podía entrar ni trasponer las puertas; los campos no podían cultivarse; los habitantes fueron reducidos a la desesperación por la escasez de granos, vino, aceite y otras necesidades…”.

1422. Por los turcos otomanos. A la muerte del sultán Mehmed I, el emperador bizantino Manuel II pretendió intervenir en su sucesión apoyando a los rebeldes que se oponían a la ascensión al trono del hijo del sultán, finalmente este logró ocuparlo bajo el nombre de Murad I. Decidido a escarmentar a Manuel por aquella intervención, en junio de 1422 puso sitio a la ciudad, al frente de 10.000 hombres.

Al mismo tiempo que defendían tenazmente la ciudad, los bizantinos, fieles a su tradición, usaban la diplomacia para neutralizar a Murad, animando a sus enemigos internos, incluido su hermano Mustafá. A tal punto Murad se sintió amenazado, que abandonó el sitio de Constantinopla y se dirigió a enfrentar a sus oponentes [14].

Murad intentó, antes de su retirada hacia Anatonio, un asalto masivo que fue rechazado por los bizantinos, quienes, sin distinción de clases, ofrecieron una resistencia encarnizada

Los turcos utilizaron una variada cantidad de armas, desde ballestas y arqueros, hasta máquinas de sitio de todo tamaño. La novedad que aporta este sitio es el uso cañones por parte de los turcos, los llamados falconetes  (piezas de cañón corto aunque robusto) aunque su efecto no fue mucho mayor que introducir temor y confusión entre los bizantinos, aunque no destrucciones mayores. Por su parte, estos últimos también poseían algunas armas de fuego, lo que obligó a los turcos a construir defensas que los pusieran a resguardo no sólo de las flechas y saetas, sino también de las piedras arrojadas por tales armas [15].

1453. Por los turcos otomanos. El 29 de mayo de 1453, luego de un asedio de poco menos de dos meses, Constantinopla cayó en poder de los turcos de Mehmet II y con ello se selló la desaparición del Imperio Bizantino. De allí en más, y por siglos, el Islam avanzó hacia el corazón de Europa que sólo fue detenido a las puertas de Viena, en 1683. Dada la importancia de este acontecimiento, próximamente nos ocuparemos del mismo en detalle.





[1]           A history of the Crusades, Cambridge University Press, Cambridge (USA), 1995, Vol. III, pág. 107. Por su parte,
[2]           MCNEAL, Edgard H. y WOLFJ, Robert L., The Fourth Crusade, en A History of the Crusades (ed. Kenneth M. Setton), The University of Wisconsin Press, Madison (USA), 2da. Ed., 1969, Vol. II The Later Crusades 1189-1311, págs. 153/154.)
[3]           Venecia no sólo poseía una gran flota y vasta experiencia en el comercio con el Este, sino que ante el llamado de Inocencio III había mostrado interés en participar en la cruzada (MADDEN, Thomas, The Fourth Crusade: A Tragic Misfire, en Crusades. The Illustrated History (ed. T. Madden), The University of Michigan Press, Ann Arbor (USA), 2004, págs. 100 y 102.
[4]           Unos 25.000 kilogramos de plata pura, alrededor de quince millones de euros.
[5]           Los cruzados habían contratado el transporte teniendo en cuenta las cantidades de hombres y caballos que se han indicado, aunque en el momento de zarpar apenas habían reunido una tercera parte. Los venecianos ya habían incurrido en grandes gastos en la construcción y acondicionamiento de los buques necesarios para aquel transporte, por lo que no había alternativas: debía pagarse lo pactado.
[6]           Actual Zadar, en la República de Croacia.
[7]           MOLINA MOLINA, Ángel L., Desmembración del Imperio Bizantino y aparición de los mongoles, en Historia Universal de la Edad Media (Coord. Vicente A. Álvarez Palazuela), Ariel, Barcelona, 2002, pág. 575.
[8]           PEARS,  Edwin, The Fall of Constantinople: Being the Story of the Fourth Crusade, Darf Publishers, Nueva York, 1886, pág. 305. Disponible en https://archive.org/stream/ fallofconstantin00pear#page/304/mode/2up
[9]           PEARS, E., op. cit., pág. 306.
[10]         MADDEN, Thomas, Cruzadas. La verdadera historia, Lumen, Buenos Aires, 2005, pág. 137.
[11]        Idem,, págs. 353/354. Este autor destaca, en especial, los terribles atentados llevados a cabo por los cruzados y venecianos contra los religiosos, los templos, sus imágenes, y en especial, los daños causados en Santa Sofía. A tal punto que expresa que “el saqueo de esa misma iglesia por Mehemet II en 1453 puede compararse favorablemente con el llevado a cabo por los cristianos en 1204”. El papa Inocencio III excomulgó a quienes así procedieron. En nuestro tiempo, S.S. Juan Pablo II, al visitar Atenas en 2001, pidió perdón por los hechos ocurridos en la Cuarta Cruzada: “El Señor nos conceda el perdón que imploramos”. Más tarde, en 2004, fueron devueltas las reliquias de San Gregorio el Teólogo y de San Juan Crisóstomo, que habían sido llevadas a Roma en 1204. Un excelente estudio sobre el tema es el debido a Francisco AGUADO BLÁZQUEZ, El magno sacrilegio:  Los cruzados y las reliquias de Constantinopla, que puede consultarse en el sitio www.imperiobizantino.com/1204/ 1204_6_ Francisco.pdf
[12]         SETTON, Kenneth M., The Papacy and the Levant (1204-1571), The American Philosophical Society, Filadelfia (USA), 1996, pág. 1.
[13]         Los imperios de Nicea y Trebisonda y el despotado de Épiro mantuvieron la presencia bizantina en la región. La reconquista de Constantinopla fue llevada a cabo por fuerzas de Nicea.
[14]      SHAW, Ezel K., History of the Ottoman Empire and Modern Turkey, Cambridge University Press, Cambridge, 1997, pág. 45.
[15]    BARTUSIS,  Mark C., The Late Byzantine Army: Arms and Society, 1204-1453, University of Pennsylvania Press, Filadelfia, 1997, págs. 295 y ss.

©2014 Rubén A. Barreiro

No hay comentarios:

Publicar un comentario