LOS ASEDIOS DE CONSTANTINOPLA. Segunda Parte
1203/
1204. Por la Cuarta
Cruzada. Como se ha dicho en la Primera
Parte, fue como consecuencia de este asedio que, por primera vez,
Constantinopla cayó en poder de un atacante. Y la singularidad de este hecho
reconoce otra paradoja: la ciudad, bastión del cristianismo en la región, fue
atacada y ocupada por otros cristianos, agrupados en una cruzada que tenía como
fin último la reconquista de Jerusalen. No en vano, Runciman, al ocuparse de
este acontecimiento, lo hace bajo el epígrafe “la cruzada contra los
cristianos” [1].
El Papa Inocencio III advino al trono de
San Pedro en enero de 1198. Entre sus primeras iniciativas, estuvo la de
promover una nueva cruzada, cuyo principal propósito sería la reconquista de
Jerusalem, en poder musulmán desde octubre de 1187 y como consecuencia del
desastre de Hattin. En agosto del mismo año de su asunción, dirigió a sus
obispos la encíclica Post Miserabile por la que convocaba a
todos los cristianos a “obtener su eterna
salvación preparándose para la sagrada guerra”[2].
Poco a poco se fueron delineando los detalles de la nueva cruzada: el traslado
de sus fuerzas se haría por mar y el desembarco tendría lugar en Egipto, para
desde allí marchar hacia Tierra Santa.
Los cruzados debían afrontar una primera
y fundamental carencia: la falta de una flota lo suficientemente apta para el
traslado de hombres, caballos y vituallas. Acudieron para ello a la República
de Venecia [3].
Pactaron el transporte de unos 34.000 hombres, incluidos los caballos de los
casi 4.000 caballeros que formaban el contingente, por el que pagarían 85.000
marcos de Colonia [4]
y al mismo tiempo reconocerían a los venecianos el cincuenta por ciento del botín
que se lograra con la expedición.
Surgieron dificultades con los pagos [5].
Ante la posibilidad, para unos, del fracaso de la cruzada y, para otros, de
perder las enormes sumas invertidas en preparar la flota, los venecianos
propusieron posponer el cobro de lo adeudado hasta que el botín que se
recaudara pudiera cubrirlo, si los cruzados se avenían a recuperar para Venecia
a la ciudad de Zara [6]
sobre la costa dálmata, en rebelión contra la Serenissima. Pero existía
una dificultad, no menor: Zara era una ciudad cristiana. Y cuando los cruzados
la atacaron, desobedeciendo a Inocencio III, en los muros de la ciudad una
infinidad de cruces les recordaban aquella circunstancia, pese a lo cual luego
de un corto asedio, los cruzados rindieron la plaza, destruyendo mucho de lo
que no habían saqueado.
Ya antes de la aventura de Zara, los
cruzados habían sido tentados a desviarse hacia Constantinopla por Alexis
Angelo, joven hijo del emperador Isaac II, quien había sido depuesto, cegado y
mandado a prisión por su hermano, quien asumió como Alexis III. Una vez allí,
ayudarían al joven Alexis a desalojar al usurpador, reponiendo a su padre en el
trono. A cambio de ello, prometía una recompensa de 200.000 marcos de
Colonia y un contingente de 10.000
soldados que se unirían a la cruzada al proseguir esta hacia su objetivo. Más
importante aún: prometía someter la Iglesia Ortodoxa a la de Roma. Sin dinero
para hacer frente a la deuda con los venecianos, Bonifacio de Monferrato y
Balduino de Flandes, al mando de la expedición, decidieron aceptar la oferta.
Más allá del apremio económico y una
pretendida reparación de la usurpación del trono bizantino, había otras
razones: los venecianos estaban interesados en que Bizancio dejara de ser un
obstáculo para su expansión comercial que se extendía hasta el Mar Negro,
siendo que para ello el Bósforo, dominado desde Constantinopla, constituía una
barrera poco menos que infranqueable. Los cruzados tratarían de escarmentar al
Imperio hacia el que no se sentían para nada atraídos. Y el Papado no podría
ver sino con satisfacción una reunificación cristiana de hecho bajo su
protección [7].
En aguas de Constantinopla el 23 de junio de 1203, los
cruzados aguardaron la revuelta que, como se les había adelantado, daría por
tierra con el usurpador. Nada de esto pasó. Alexis III les envió a un emisario
con un mensaje:
“Ustedes
son cristianos y él [el emperador] es cristiano. Él sabe bien que ustedes se
dirigen hacia Tierra Santa para liberarla. Si ustedes están pobres y
necesitados, les dará provisiones
buenamente, pero bajo la condición de que ustedes dejen su territorio.
No tiene la intención de hacerles ningún daño, aunque puede hacerlo”[8] .
Los cruzados respondieron que no se encontraban en tierras de
Alexis, simplemente porque era un usurpador, siendo el auténtico emperador su
sobrino, por lo que le exigían resignar
la corona y entregarla al joven Alexis, a quien pedirían clemencia para su tío.
Y decidieron realizar una demostración que, a su juicio y según se les había
convencido, pondría las cosas en su lugar: subieron al joven Alexis a una
galera que acercaron a la costa, para que lo vieran los defensores desde las
murallas. Estos comenzaron un sarcástico griterío : “No sabemos nada de él. ¿Quién es?” [9], menudeando los “abucheos, alaridos, insultos viles y misiles”[10].
El 5 de julio venecianos y cruzados emprendieron el ataque a la
plaza, a la que rendirían rápidamente. Alejo III optó entonces por reunir
bienes (incluyendo propios y ajenos, entre estos últimos el Tesoro de
Constantinopla) y a su familia, huyendo de la ciudad. Asumió entonces el trono
el joven Alejo IV, conjuntamente con su padre Isaac II. Siguieron meses en los
cuales la situación Alejo IV se hacía insostenible: los cruzados exigían el
cumplimiento de sus promesas, en especial el pago de lo prometido.
Imposibilitado de cumplir, y acosado por un creciente descontento popular, en
enero de 1204 fue depuesto y asesinado pocos días después, asumiendo Alejo V
Dukas, apodado Murtzuphlus (“el cejijunto”). Este se negó a
pagar lo exigido por los cruzados y conminándolos a retirarse de la ciudad.
Al mismo tiempo, reforzó las murallas de la ciudad, aumentando
para ello los impuestos de las clases más acomodadas. No obstante, carente ya de
recursos, con un ejército desorganizado y una flota virtualmente desaparecida,
poco quedaba por hacer. Los cruzados y venecianos ya habían pactado hacia el
futuro: los venecianos adquirirían territorios y el emperador sería elegido
entre los jefes de la cruzada.
El 9 de
abril de 1204 los cruzados intentaron un desembarco masivo que fue rechazado, reiterándolo
tres días después. Esta vez logran hacer pie en la ciudad, sobre la que
avanzaron, incendiando las nuevas construcciones. Se desencadenó una lucha
generalizada en las murallas, con los cruzados tomando torre tras torre y los
defensores defendiendo cada uno de los sucesivos niveles de aquellas.
Finalmente, aquellos lograron tomar una puerta por la que penetró la caballería,
en tanto los venecianos establecían una
cabeza de playa en las cercanías, a la que llegaron sus buques de transporte.
La
caballería bizantina entró en la lucha por última vez, pero minada como estaba
por el descontento de la nobleza a la que pertenecía, no logró hacer retroceder
a los cruzados. El avance de estos termina por doblegar a los defensores de las
murallas que optaron por abandonar sus puestos. El 13 de abril de 1204 Constantinopla
había sido vencida y ocupada por primera vez en su larga historia. Los cruzados
se dieron a un saqueo que duró varios días.
“...
el derecho de saqueo fue dado indiscriminadamente a soldados y marinos. Nunca
en Europa un pillaje había sido llevado a cabo más sistemática y
desvergonzadamente. Nunca el ejército de un estado cristiano había perpetrado
un saqueo más bárbaro que el de estos soldados de Cristo, con votos de
castidad, protestando ante Dios no estar sedientos de sangre cristiana y
portando el emblema del Príncipe de la
Paz …” [11]
El 16 de mayo de 1204 Balduino de Flandes, uno
de los jefes de la cruzada, fue coronadodel Imperio Latino de Constantinopla como Balduino I. El
imperio bizantino fue dividido entre el emperador, los francos y los
venecianos. El 13 de noviembre de 1204, Inocencio III, pese a no haber estado
de acuerdo con el cambio de rumbo (tanto en lo real como en sentido figurado)
de la cuarta cruzada, escribió al clero del Este que la transferencia del poder
imperial de los griegos a los latinos, había sido “obra del Señor y maravilla para nuestros ojos”[12 ].
En
abril de 1205 la mayoría de los cruzados comenzó a regresar a sus hogares. El
25 de julio de 1261 las tropas bizantinas retomaron la ciudad [13].
El Imperio Latino había durado cincuenta y seis años.
1390-1402.
Por los turcos otomanos (bloqueo). En
primero de los tres sitios al que los turcos otomanos sometieron a
Constantinopla, pusieron en práctica un método que ya venían utilizando con
éxito en el Asia Menor, es decir, un bloqueo prolongado y muy cerrado, que
invariablemente había llevado a la rendición de la ciudad sitiada. Si bien este
no fue el caso, el método fue similar.
Las
acciones fueron prolongados, en tanto duraron doce años, durante los cuales se
sucedieron periodos más o menos calmos, como otros más activos (el principal
entre estos últimos fue el que abarca los años 1395 a 1397).
En
septiembre de 1394 el sultán Bayezid I (apodado “el rayo”) envió un ejército que asoló los alrededores de
Constantinopla y puso sitio a la ciudad. El bloqueo se prolongó por unos ocho
años.
“Más allá de
las murallas de la ciudad todo estaba destruido e inhabitable; nadie podía
entrar ni trasponer las puertas; los campos no podían cultivarse; los
habitantes fueron reducidos a la desesperación por la escasez de granos, vino,
aceite y otras necesidades…”.
1422.
Por los turcos otomanos. A la muerte del sultán
Mehmed I, el emperador bizantino Manuel II pretendió intervenir en su sucesión
apoyando a los rebeldes que se oponían a la ascensión al trono del hijo del sultán,
finalmente este logró ocuparlo bajo el nombre de Murad I. Decidido a
escarmentar a Manuel por aquella intervención, en junio de 1422 puso sitio a la
ciudad, al frente de 10.000 hombres.
Al
mismo tiempo que defendían tenazmente la ciudad, los bizantinos, fieles a su
tradición, usaban la diplomacia para neutralizar a Murad, animando a sus
enemigos internos, incluido su hermano Mustafá. A tal punto Murad se sintió
amenazado, que abandonó el sitio de Constantinopla y se dirigió a enfrentar a
sus oponentes [14].
Murad
intentó, antes de su retirada hacia Anatonio, un asalto masivo que fue
rechazado por los bizantinos, quienes, sin distinción de clases, ofrecieron una
resistencia encarnizada
Los
turcos utilizaron una variada cantidad de armas, desde ballestas y arqueros,
hasta máquinas de sitio de todo tamaño. La novedad que aporta este sitio es el
uso cañones por parte de los turcos, los llamados falconetes (piezas de cañón
corto aunque robusto) aunque su efecto no fue mucho mayor que introducir temor
y confusión entre los bizantinos, aunque no destrucciones mayores. Por su
parte, estos últimos también poseían algunas armas de fuego, lo que obligó a
los turcos a construir defensas que los pusieran a resguardo no sólo de las
flechas y saetas, sino también de las piedras arrojadas por tales armas [15].
1453.
Por los turcos otomanos. El 29 de mayo de 1453,
luego de un asedio de poco menos de dos meses, Constantinopla cayó en poder de
los turcos de Mehmet II y con ello se selló la desaparición del Imperio
Bizantino. De allí en más, y por siglos, el Islam avanzó hacia el corazón de
Europa que sólo fue detenido a las puertas de Viena, en 1683. Dada la
importancia de este acontecimiento, próximamente nos ocuparemos del mismo en
detalle.
[1] A history of the Crusades, Cambridge University Press, Cambridge
(USA), 1995, Vol. III, pág. 107. Por su parte,
[2] MCNEAL, Edgard H. y WOLFJ, Robert L., The Fourth Crusade, en A History of the Crusades (ed. Kenneth
M. Setton), The University of Wisconsin Press, Madison (USA), 2da. Ed., 1969,
Vol. II The Later Crusades 1189-1311,
págs. 153/154.)
[3] Venecia no sólo poseía
una gran flota y vasta experiencia en el comercio con el Este, sino que ante el
llamado de Inocencio III había mostrado interés en participar en la cruzada (MADDEN,
Thomas, The Fourth Crusade: A Tragic
Misfire, en Crusades. The Illustrated
History (ed. T. Madden), The University of Michigan Press, Ann Arbor (USA),
2004, págs. 100 y 102.
[5] Los cruzados habían
contratado el transporte teniendo en cuenta las cantidades de hombres y
caballos que se han indicado, aunque en el momento de zarpar apenas habían
reunido una tercera parte. Los venecianos ya habían incurrido en grandes gastos
en la construcción y acondicionamiento de los buques necesarios para aquel
transporte, por lo que no había alternativas: debía pagarse lo pactado.
[7] MOLINA MOLINA, Ángel L., Desmembración del Imperio Bizantino y
aparición de los mongoles, en Historia
Universal de la Edad Media (Coord. Vicente A. Álvarez Palazuela), Ariel,
Barcelona, 2002, pág. 575.
[8] PEARS, Edwin, The Fall of Constantinople: Being the Story
of the Fourth Crusade, Darf Publishers, Nueva York, 1886, pág. 305.
Disponible en https://archive.org/stream/ fallofconstantin00pear#page/304/mode/2up
[11] Idem,,
págs. 353/354.
Este autor destaca, en especial, los terribles atentados llevados a cabo por
los cruzados y venecianos contra los religiosos, los templos, sus imágenes, y
en especial, los daños causados en Santa Sofía. A tal punto que expresa que “el saqueo de esa misma iglesia por Mehemet
II en 1453 puede compararse favorablemente con el llevado a cabo por los
cristianos en 1204” .
El papa Inocencio III excomulgó a quienes así procedieron. En nuestro
tiempo, S.S. Juan Pablo II, al visitar Atenas en 2001, pidió perdón por los
hechos ocurridos en la
Cuarta Cruzada : “El
Señor nos conceda el perdón que imploramos”. Más tarde, en 2004, fueron
devueltas las reliquias de San Gregorio el Teólogo y de San Juan Crisóstomo,
que habían sido llevadas a Roma en 1204. Un excelente estudio sobre el tema es
el debido a Francisco AGUADO BLÁZQUEZ, El magno sacrilegio: Los cruzados y las reliquias de
Constantinopla, que puede
consultarse en el sitio www.imperiobizantino.com/1204/ 1204_6_ Francisco.pdf
[12] SETTON, Kenneth M., The Papacy and the Levant (1204-1571),
The American Philosophical Society, Filadelfia (USA), 1996, pág. 1.
[13] Los imperios de Nicea y
Trebisonda y el despotado de Épiro mantuvieron la presencia bizantina en la
región. La reconquista de Constantinopla fue llevada a cabo por fuerzas de
Nicea.
[14] SHAW, Ezel K., History of the Ottoman Empire and Modern Turkey, Cambridge
University Press, Cambridge, 1997, pág. 45.
[15] BARTUSIS, Mark C., The
Late Byzantine Army: Arms and Society, 1204-1453, University of
Pennsylvania Press, Filadelfia, 1997, págs. 295 y ss.
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