LA CHEVAUCHÉE
Su utilización durante la Guerra de los Cien Años.
Primera Parte
Por Mg. Rubén A. Barreiro
I. Durante el transcurso de la Guerra de los Cien Años
(1337-1453), los ejércitos ingleses recurrieron con frecuencia a lo que se
denominó chevauchée [1].
Se trataba de “… una rápida incursión de caballería a través del
territorio enemigo con el propósito de saquear ciudades y pueblos no
fortificados, destruyendo sembradíos y casas, apoderándose de ganado y, en
general, perturbando y aterrorizando a la población rural…” [2].
Como se advierte, esta descripción se circunscribe a describir “cómo” se
desarrollaba una chevauchée, pero
omite el “para qué”. Si el concepto se limita a los “propósitos”
citados, tanto da que la incursión se enmarque en una campaña militar y formando parte de la misma, como que se trate de una mera correría delictiva, como ocurrió en muchos periodos de tregua durante la Guerra de los Cien Años [3].
citados, tanto da que la incursión se enmarque en una campaña militar y formando parte de la misma, como que se trate de una mera correría delictiva, como ocurrió en muchos periodos de tregua durante la Guerra de los Cien Años [3].
Desde el punto de vista en que abordamos el
concepto, puede decirse que la descripción de estos “propósitos” de la chevauchée corresponderían a sus
aspectos tácticos, en tanto que desde lo estratégico, la ejecución de las chevauchées perseguía objetivos
concretos, que iban desde negar al enemigo los recursos necesarios para la
guerra hasta atraerlo a batallas campales cuando y donde resultara más
ventajoso. Más adelante se abundará sobre la cuestión.
Esta práctica, “altamente
destructiva” [4],
tuvo especial intensidad en la primera parte de la guerra, que va desde el
combate de Cadzand [5]
(24 de marzo de 1337) hasta el Tratado de Brétigny (8 de mayo de 1360.) En este
periodo, la primera chevauchée tuvo
lugar ya en 1339 y las más importantes estuvieron al mando de
Eduardo, Príncipe de Gales, hijo mayor y heredero de Eduardo III, más tarde
conocido como el Príncipe Negro, y de su hermano menor, Juan de Gante. Pero ya
hacia 1380, como veremos, las medidas que se fueron adoptando para
contrarrestar esta práctica inglesa por sus adversarios fueron reduciendo
frecuencia e intensidad de las chevauchées.
Sepulcro de Eduardo, Príncipe de Gales, el Príncipe Negro, catedral de Canterbury (foto del autor) |
II. Por
cierto, la chevauchée no fue una
expresión militar exclusiva de la Guerra de los Cien Años ni tampoco una
creación original de los ejércitos ingleses. Existen ejemplos anteriores y
posteriores, entre estos, algunos que llegan hasta la Segunda Guerra Mundial.
Es preciso, no obstante, analizar con cierto detalle cada caso, pues no todos
se ajustan a los aspectos tácticos nombrados y asimismo, no siempre aparecen claramente definidos sus
objetivos estratégicos. Antes bien, se ha acudido en muchos casos a la chevauchée para describir lo que fueron
meras incursiones de caballería en territorio enemigo con un objetivo limitado,
bien de reconocimiento, o, en general, para destruir determinadas
instalaciones.
Sin dejar de tener presente lo
dicho precedentemente, se han dado como
ejemplos de chevauchées a las
incursiones de los mongoles que por lo general precedían
a las fuerzas principales, asolando el territorio que atravesaban y evitando al
mismo tiempo el enfrentamiento con el enemigo, flanqueándolo y penetrando
profundamente en su retaguardia, atacando centros de aprovisionamiento y
reunión [6].
Ya en el siglo XIX se ha puesto el ejemplo de
la Guerra Civil de los Estados Unidos, en la que “resurgió [una] devastadora
táctica medieval: la chevauchée…[que]
era ejecutada con el mismo cruel entusiasmo que marcó a las incursiones del
Príncipe Negro en el valle del Loire”, citándose al respecto la marcha del
general Sheridan en el valle de Shenandoah y las acciones del general Wilson en
Alabama. Inclusive, se encuadra en el concepto de chevauchée, a la acción llevada a cabo en Bélgica por la división
de caballería francesa al mando del general Sordet en agosto de 1914 [7].
Este autor también cita como ejemplo de chevauchée
a las incursiones de ciertos cuerpos de caballería del Ejército Rojo en la
retaguardia alemana, cuya misión principal era la destrucción de depósitos de
municiones y víveres, especialmente a partir de 1943.
El antecedente inmediato a la Guerra de los
Cien Años acerca de la utilización de las chevauchées
-en este caso sí enmarcándose en lo expresado sobre sus características y
propósitos-, por uno y otro bando, se dio en las Guerras de la Independencia de
Escocia (1296-1328 y 1332-1357).
Se ha señalado, con acierto, que la
experiencia recogida, especialmente desde la batalla de Bannockburn (1314)
hasta la de Halidon Hill (1333), condujeron a Eduardo III al desarrollo de nuevas
concepciones tanto tácticas como estratégicas que influyeron decisivamente en
la primera parte de la Guerra de los Cien Años [8].
En estas nuevas concepciones se incluye no sólo a la chevauchée, sino también y muy especialmente, la utilización en la
batalla de caballeros desmontados, acompañados en los flancos por un creciente
número de arqueros, dotados con el sorprendente y eficaz arco largo (longbow).
IV. En
el periodo tratado, las “operaciones de
rutina” de las chevauchées
asumían cuatro aspectos: la marcha en sí misma, la obtención de recursos de
subsistencia, el saqueo y la destrucción [9].
Dejando de lado el primer aspecto, el de la
marcha, los otros se superponen y se complementan. Se ha dado por caso el del
ganado, que podía ser usado para la manutención de la tropa, arreado como botín
o directamente destruido. Si el saqueo y la destrucción eran modalidades
propias de la chevauchée, se
proyectaban de manera contradictoria en la conducta de la tropa. La perspectiva
de ganancias personales por medio del saqueo hacía que los soldados se
mostraran animosos y de buen humor mientras cabalgaban hacia el lugar donde las
obtendrían. Y la velocidad de la marcha se incrementaba, cumpliéndose uno de
los requisitos básicos de la operación. Pero al llegar, por un lado la
destrucción sistemática -un objetivo de la operación- cedía y también se
resentía la rapidez de desplazamiento [10].
Como puede advertirse, tanto el saqueo como la destrucción planteaban serios
problemas para la disciplina, tanto por defecto como por exceso.
IV. Los
efectivos de una chevauchée variaban
en número, desde unos cientos a varios miles. Del mismo modo, también variaban
el territorio y distancias recorridos y
la duración de la campaña. En la tabla que sigue se reseñan esos datos con
relación a las chevauchées más
importantes.
Chevauchée
|
Comandante
|
Cantidad de hombres
|
Duración
|
Distancia recorrida
|
1355
|
Príncipe Negro
|
4.000
|
57 días
|
Aprox. 1.125 km
|
1356i
|
Príncipe Negro
|
7.000
|
45
|
Aprox. 800 km
|
1373
|
Juan de Gante
|
5.900ii
|
5 meses
|
Aprox. 1.600 km
|
i Culminó en la batalla de Poitiers
ii
3032 caballeros y 2893 arqueros
En el mapa se muestra la intensidad de la destrucción ocasionada por la primera chevauchée de la guerra, en la región de Cambrésis-Thierache (noreste de Francia) [11] |
Se desplazaba rápidamente, por lo general en
un frente bastante amplio (entre quince y veinte millas con relación al eje de
marcha) y habitualmente sus participantes se dividían en tres columnas, para
abarcar la mayor parte posible del territorio recorrido [12]. En
base a lo dicho, se ha calculado que en la chevauchée
de 1355 se devastó un territorio de alrededor de 18.000 kilómetros cuadrados [13],
comprendidos más de quinientos pueblos y aldeas [14].
En la mayoría de las chevauchees, además del personal inglés, participaban gascones y
flamencos, como asimismo otros soldados de diferente origen. Tal como ya se ha
dicho, se trataba de incursiones perfectamente concebidas y ordenadas, distando
de ser manifestaciones “salvajes” de
grupos fuera de control.
[2] De Vriess, Kelly y Smith,
Robert, Medieval Weapons, ABC-CLIO,
Santa Barbara (USA), 2007, págs. 145/146.
[3] Es el
caso de los denominados routiers, bandas
de soldados mercenarios sin ocupación debido a las frecuentes treguas durante
la Guerra de los Cien Años, que se dedicaban en la campaña francesa al saqueo,
el asesinato, los secuestros y la
extorsión. En muchos casos, constituyeron organizaciones militares eficientes y
bien comandadas, a tal punto que triunfaron en buena cantidad de veces al
enfrentarse al ejército francés. En algún caso, para describir estas acciones,
se habló de chevaucheé à l’aventure,
para distinguirla de la chevauchée de
guerre (Hewitt,
H.J., The Organization of War under
Edward III, Pen and Sword, Barnsley (UK), 2004, pág. 99).
[4] Wagner, John A., Encyclopedia of the Hundred Years War, Grenwood Press, Wesport
(USA), 2006, pág. 94
[5] No debe confundirse con la
batalla naval del mismo nombre, librada
en 1387 entre buques ingleses por un lado y por el otro una flotilla francesa,
que incluía buques flamencos, alemanes y castellanos. Concluyó con el triunfo
inglés.
[6] Vuksic V. y Grbasic Z., Cavalry. A History of A Fighting Elite 650 BC-AD1914, Cassell,
Londres, 1999, pág. 23
[7] Jarymomowycz, Roman, Cavalry from Hoof to Trac, Praeger Security International, Westport, 2008, págs. 45, 96, 99-101,
104, 134, 194.) Más o menos contemporáneamente con la Guerra de los Cien Años,
en la vecina Brabante se desarrollaron múltiples chevauchées durante diferentes conflictos dinásticos y revueltas ciudadanas,
entre ellas la célebre chevauchée de
Jülich en 1371 (Boffa, Sergio, Warfare in
Medieval Brabant, 1356-1406, Boydell Press, Woodrich (UK), 2004.)
[8] Rogers, Clifford, Edward III and the Dialectics of Strategy,
1327-1360. The Alexander Prize Essay, Transactions of the Royal Historical
Society, Sixth Series, Vol. 4 (1994), págs.. 84/85 y passim.
[11] Hooper Nicholas y Bennett,
Mathew, Cambridge Illustrated Atlas.
Warfare Middle Ages, 768-1487, Cambridge University Press, Londres, 1996,
pág. 118. La edición del mapa es del autor.
[12] Se ha hecho mención a una chevauchée
naval, en referencia a la actuación de la flota inglesa que acompañaba la
progresión de Eduardo III a lo largo de la costa normanda hacia Caen.
(Turnbull, Stephen, The Knight Triumphant,
Cassell, Londres, 2001, pág. 39). En todo caso, se trata de un ejemplo lejano
de operación conjunta. Del mismo modo, podrían incluirse en el concepto a las incursiones navales con desembarco de tropas que se dedicaron a destruir y saquear, realizadas al comienzo de la guerra por los franceses en la costa inglesa del Canal de la Mancha -Southampton, Porstmouth, Isla de Wight, etc. (Hughes, Michael, The Fourthteenth-Century French Raids on Hampshire and the Isle of Wight, en Arms, Armies and Fortifications in the Hundred Years War (ed. Anne Curry y Michel Hughes, The Boydell Press, Woodbridge, 1999, pág. 121, passim)
[13] Rogers, Clifford, By Fire and Sword: Bellum Hostile and "Civilians" in the Hundred Years' War, en Civilians in the Path of War (ed. Mark Grinsley-Clifford Rogers), University of Nebraska Press, Lincoln (USA), 2008, pág. 69.
[14] Wolfe, Michael, Walled Towns and the Shaping of France : from the medieval to the early modern era, Palgrave McMillan, Nueva York, 2009, pág. 62.
[13] Rogers, Clifford, By Fire and Sword: Bellum Hostile and "Civilians" in the Hundred Years' War, en Civilians in the Path of War (ed. Mark Grinsley-Clifford Rogers), University of Nebraska Press, Lincoln (USA), 2008, pág. 69.
[14] Wolfe, Michael, Walled Towns and the Shaping of France : from the medieval to the early modern era, Palgrave McMillan, Nueva York, 2009, pág. 62.
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