El Combate de los Treinta
Segunda ParteIV. Los hechos. Motivaciones. Durante una de las tantas treguas acordadas entre los bandos en conflicto, Juan de Beaumanoir se dirigió a Ploermel, munido de un salvoconducto, para encontrarse con Roberto de Bamborough. Tanto le Bel como Froissart, se limitan a relatar que Beaumanoir, sin más, le propuso al inglés una justa con “lanzas y espadas” entre dos o tres caballeros por bando, por “el amor de sus damas” [15] (Froissart sustituye “damas” por “amigas”.)
Tenemos, pues, una primera causa posible: la concreción de ese “sueño
de heroísmo a través del amor”, tan propio del ideal caballeresco [16].
Por su parte Argentré, Lobineau y Morice [17] -con diferentes matices
aunque coincidiendo en las líneas generales- sostienen que el encuentro entre
ambos comandantes tuvo otro motivo, muy diferente. Beaumanoir había recibido
quejas de los pobladores sobre las permanentes incursiones que en los últimos
tiempos venían realizando los ingleses y sus aliados, con su secuela de
destrucción y muertes [18].
La discusión fue ardua, puesto que Beaumanoir acusó al inglés de evitar
la pelea con gente armada y emprenderla con quienes no podían defenderse.
Bamborough montó en cólera, haciendo comparaciones ofensivas sobre las virtudes
de los soldados ingleses y los defectos de los bretones.
Sin que existan referencias al respecto en las fuentes citadas, se ha
afirmado que, al amenazar Beaumanoir con poner sitio a Ploermel, Bamborough
optó por proponer el desafío [19]. Si bien se trataba de una
constante de la lucha por aquel entonces, no parece que el propósito del bretón
fuera poner sitio a la plaza defendida por los ingleses. Ello hubiera implicado
dejar desguarnecido Josselin, y teniendo en cuenta que en la zona existían
otras plazas ocupadas por los ingleses (véase el mapa), estos podrían, o atacar
Josselin, o a los sitiadores por la retaguardia. Esto, sin dejar de considerar
que, al parecer, las tropas al mando de Beaumanoir no eran suficientes para
montar un sitio eficaz.
Hablamos de causas y motivaciones,
aunque tal vez detrás de palabras tan formales se oculta otra: “pretextos”. Las
dos guarniciones estaban integradas, en su mayoría, por caballeros
(especialmente en el bando bretón), entendiéndose por tales, como ya se ha
dicho, aquellos guerreros que se
sometían a un código de conducta rígido y exigente. Eran “orgullosos, despiadados y altamente entrenados, deseosos de
hacerse de un buen nombre, aunque frustrados por la inactividad de la vida de
guarnición…Y entonces aparece la oportunidad de empeñarse en batalla con sus
rivales en una típica lucha caballeresca…” [20]. No sería aventurado concluir
que en este enfrentamiento, dotado de las características aludidas, obedeció,
antes que cualquier otra cosa, a esa justificación de la existencia del
caballero a través de la guerra.
V. Los
hechos. Se lanza el desafío, acordándose lugar, fecha y reglas. Existe algún intercambio de ideas
con relación a quién lanzó el desafío, si Beaumanoir o “Brembro”.
"El roble de mitad de camino" (Histoire de Bretagne-De la Borderie) |
Si aceptamos a la Balada del
Combate de los Treinta como la versión que más se acerca a lo ocurrido, el
desafío fue lanzado por Beaumanoir. Vale la pena transcribir ese diálogo, que
el cronista vertió en su poema, sin dudas que poniendo mucho de su propia
imaginación. Al fuerte reproche de Beaumanoir, Bamborugh responde:
Calláos
Beaumanoir, de eso ya no se habla
Montfort será el
duque del noble ducado
De Pontorson a
Nantes, de Nantes a Saint Mahé.
Eduardo será
coronado rey de Francia [22]
Y los ingleses
serán los amos en todas partes
Pese a los franceses
y a sus aliados.
Y Beaumanoir
respondió con gran humildad:
Soñad otro
sueño, el vuestro está mal soñado,
Por ese camino
no avanzaréis ni medio pie…
Brembourg, sabed
ciertamente
Que todas
vuestras balandronadas nada valen
Aquellos que
hablan mucho finalmente yerran
Entonces hagamos
esto, Brembourg, prudentemente,
Combatiremos en
un día que elegiremos
Sesenta
compañeros, u ochenta o cien
Y será en ese
momento que se verá, sin más,
De quien será la
razón o la sinrazón [23].
Lobineau, prudentemente, dice que
“uno de los dos capitanes propuso un
combate de treinta contra treinta que fue aceptado por el otro”.
Con relación al lugar del
encuentro, se acordó que el mismo se llevaría a cabo en las inmediaciones de un
roble, llamado “el roble de mitad de
camino”, ya que equidistaba de ambas guarniciones.
La fecha elegida fue el sábado
anterior al domingo de laetare (cuarto
domingo de Cuaresma), que correspondía al 26 de marzo de 1351 [24].
En cuanto a quienes participarían
en el combate, del bando bretón al mando de Beaumanoir, este tuvo como único
inconveniente elegir entre quienes se ofrecieron, que excedían con mucho a los
veintinueve necesarios (además del propio Beaumanoir.) Así se integró el grupo
con nueve caballeros y veintiún
escuderos, “todos buenos bretones”.
En lo que hace a los ingleses,
Bamborough tuvo más dificultades: no tenía suficientes caballeros o escuderos,
por lo que tuvo que integrar sus filas con algunos hombres de armas, alguno de
ellos mercenario. Así, se reunieron veinte ingleses (incluyendo al jefe), seis
alemanes (o flamencos, al decir de Lobineau) y cuatro bretones del bando de
Montfort. Al menos uno de los miembros del grupo era del “común” [25] (roturiere, dice Argentré) un hombre de armas llamado Hulbitée, “de gran talla, potente y fuerte”.
Con respecto al armamento, se
dejó en libertad a los contendores de elegir tanto el defensivo como el
ofensivo: armaduras y escudos por un lado; lanzas, espadas, dagas, hachas y
mazas de guerra y fauchons o fauchards, [26].
Pese a ser un combate de
caballeros, todos estaban a pie, menos uno de ellos, el bretón Montauban, quién al
comenzar el combate se apeó, para luego volver a montar en una acción que, se
verá, resultaría decisiva.
[15] Teniendo en cuenta la denominación que un momento
adquirió la guerra civil bretona, “la
guerra de las Juanas”, alguna versión plantea como interrogante si al
hablarse de “damas” o “amigas” no se estaría haciendo referencia a las Juanas
que en ese momento ostentaban el mando de los bandos en pugna. Si bien el
argumento a primera vista parece seductor, no es demasiado creíble.
[16] Huizinga, Johan, The
Waning of the Middle Ages, Edward Arnold Publishers Ltd, Londres, 1924, pág.
67. De la Borderie rechaza enfáticamente la especie: “Ni uno de los sesenta campeones, diga lo que diga Froissart, soñaba
con luchar por el honor ‘de su dama o el amor de su amiga’. La cuestión era
otra”.
[17] La famosa Balada del
Combate de los Treinta, ya referida, es la fuente en que abrevaron estos
autores. En ella se menciona con detalle esta versión.
[18] Lobineau se refiere
expresamente a que tales incursiones de los ingleses habían sido motivadas por
la muerte de Sir Thomas Dagworth, delegado real en Bretaña, en una emboscada
bretona: “no pudiendo castigar a los
verdaderos autores de esta acción, [Bamborough y los suyos] descargaron su cólera sobre todo lo que caía es sus manos, sin
perdonar ni a comerciantes ni a trabajadores”.
[19] Seward, Desmond, The
Hundred Years War. The Engish in France, Penguin Books, Londres, 1999, pág.
62.
[21] La justa, que por lo general integraba
los torneos como una especie de
preliminar, estaba a cargo de dos participantes que se enfrentaban. Al parecer,
y por extensión, Bamborough asimila el enfrentamiento entre dos o tres
caballeros por bando que propone Beaumanoir, a la justa. En torneos y justas,
sólo por accidente (que por lo demás eran frecuentes) había muertes o heridas
graves. El interrogante que surge es, si se acepta la versión Le Bel-Froissart,
si el desafío lanzado era a muerte o bien se decidiría como en las justas
conocidas: un sistema de puntos que iba desde el derribo del adversario hasta
un golpe en su yelmo. Había un premio especial al caballero que más se hubiera
distinguido, que en muchas oportunidades era entregado a quien, derribado en
muchas oportunidades, volvía a la lid con valor aunque sin fortuna. Por lo que
veremos, el Combate de los Treinta no se dirimió de esta manera (Prestwich,
Michael, Caballero. Manual del guerrero
medieval, Akal, Madrid, 2011, passim.
Esta obra es notable por su humor y erudición: el autor, prestigioso
historiador de la Universidad de Durham, da “lecciones” de caballería para el
lector de estos días, con recomendaciones y consejos, basadas en su profundo
conocimiento de la caballería medieval.)
[22] Es interesante la
referencia del jefe inglés a Eduardo III, ya que, como es sabido, en el origen
inmediato de la Guerra de los Cien Años estaba la pretensión dinástica del
Plantagenet al trono de Francia. Bamborough parece no perder de vista el
objetivo estratégico de la guerra.
[23] Hemos tratado de traducir
el texto en francés antiguo, tratando de conservar lo esencial del presunto
diálogo. Ha sido de gran ayuda el Dictionnaire du Moyen Français (1330-1500),
disponible en http://www.atilf.fr/dmf.
[24] Con respecto a la fecha,
algunos autores difieren. Lobineau, por ejemplo, habla que el encuentro tuvo
lugar el propio Domingo de Laetare, lo cual no parece adecuarse a la
religiosidad de los participantes. Froissart habla del miércoles anterior.
[25] Según Argentré, lo acordado
fue que participarían sólo miembros de la nobleza (lo cual parecería significar
que podían ser o no caballeros, en el sentido estricto.) Esto queda claro
cuando se refiere a que los partidarios de Blois eran todos “gente de élite”.
[26] En las “notas” de la Balada, se dice al respecto que “era un arma de asta muy usada en los siglos XIV y XV. La hoja era
larga, con filo, guarnecida con ganchos orientados en diferentes direcciones,
que hacían que las heridas que infligían fueran mortíferas. La hoja estaba
fijada a un asta de alrededor de dos metros”
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