FUEGO Y MANIOBRA
LA GUERRA EN LOS SIGLOS XI y XII
Para el año 1.000 la caballería era el centro de los
ejércitos en el mundo conocido. Desde
sus comienzos se había hecho más pesada a
partir de la incorporación de piezas de protección del cuerpo de jinete y caballo, del mismo modo la espada se hizo
más larga y también creció el costo del
jinete que podía alcanzar el precio de una pequeña granja.
El caballero era el jinete de caballería pesada con
armadura completa y que poseía un
robusto destrero capaz de portarlo a él y sus
armas en combate. Cuando no se reunían todos estos equipos el hombre de caballería pesada era llamado
sargento, y aunque servía del mismo
modo que los caballeros era también menos efectivo y menos costoso. Prácticamente no existía la
caballería ligera y los pocos arqueros
montados combatían a pie, utilizando la monta sólo para las marchas.
La infantería ligera iba armada mayormente de arcos o
ballestas. La diferencia entre ambos
consiste en lo siguiente: la ballesta es más
cara, tiene una baja cadencia de fuego, un poder de impacto mayor y es relativamente fácil de entrenar a un
hombre en su uso. El arco es más barato
tiene una alta cadencia de fuego, una buena potencia de impacto pero exige de mucho tiempo entrenar
a un buen arquero hábil. Esto está
relacionado con su empleo, se suelen arriesgar menos las tropas cuyo costo de entrenamiento es
más alto.
La infantería pesada es menos regular en su equipamiento
que las dos anteriores. Generalmente
portaban casco, cota de malla, escudo, espada
y pica. Se la empleaba en la defensa y ataque de posiciones fijas como pueblos y castillos. Siendo la
defensa de estos lugares una labor
permanente, la misma recaía por lo general en tropas mercenarias. La producción de armas no era muy elevada y
en caso de una movilización general
muchos soldados marchaban con sus herramientas
de labranza como único armamento.
La obligación militar de servir al rey estaba limitada a un tiempo anual que durante los siglos osciló desde
los 45 días y los 6 meses independientemente
de la duración de la guerra. Superado el plazo
de la obligación, si los soldados permanecían en armas el rey debía pagarles, por lo que la guerra podría no dar
ninguna ganancia. En otro sentido era
posible sustraerse a la obligación militar pagando un impuesto a cambio, ello podía producir la situación
de que una leva generara más dinero que
soldados y dejara ganancias aún sin ningún
combate.
Todas estas circunstancias hicieron que los ejércitos de
la época fuesen reducidos a unos 15.000
hombres. Sus comandantes peleaban en
las filas donde realmente no ejercían ninguna dirección del combate en general. Tal vez debiera considerarse
esto poco relevante pues pese a los libros de técnica militar
escritos y citados en el período, muy
pocos jefes militares los leían y conocían realmente; de allí que no existiera ninguna doctrina más allá
de la de formar el ejército en tres
partes o batallas. Para agravar la situación los combates eran escasos por lo que tampoco había ni soldados
ni comandantes con gran experiencia.
A esto se sumaba una particular situación
política que había comenzado a gestarse
desde la fundación de los reinos bárbaros. Como mencionamos, a partir del Edicto de París
los condes habían afianza do su
posición militar y sus posesiones en tierras que les aseguraban recursos para la guerra. Estos condes
comenzaron a convertirse en propietarios
de fuerzas militares que empleaban para defender sus territorios y eventualmente para servir al
rey. De este modo el rey creaba hombres
con poderosos recursos económicos y militares que él mismo no poseía dado que las tierras las
aprovechaban otros y los impuestos
representaban un escaso recurso.
Para completar el cuadro de situación no debemos olvidar
que el limes romano proveía
hacia el interior del imperio un estado de paz
permanente donde los hombres no necesitaban portar armas a diario. Al desaparecer la defensa que proporcionaba
el limes alrededor del siglo V,
se evapora también la seguridad interior y comienzan las luchas locales, todo individuo entonces se
arma para su protección personal y
comunitaria. Esto también va a impulsar la fortificación de pueblos y ciudades, apareciendo empalizadas,
motas, torres y castillos.
Reuniendo ambas situaciones podemos observar que esta
necesidad de protección y la aparición
de lugares fijos de defensa exigen también
la presencia permanente de soldados para proveerla. Así los comes comenzarán a crear infantería
mercenaria para defender sus castillos
y propiedades y mantendrán un núcleo de caballeros que, con el mismo fin, podrá conducir a donde
resulte necesario. Fue así que”…se
multiplicaron los ducados, marquesados, condados, baronías o simples señoríos, que constituían
otras tantas células políticas que
gozaban de una cuasi autonomía e incluso una cuasi soberanía…. Cantidades ingentes de
principados de todo tamaño llegaron a
convertirse en centros de un sistema militar independiente (descentralizado), lo que significaba, junto
a unos medios específicos de ataque y
defensa, el derecho y el poder de declarar la guerra, llevarla a cabo y finalizarla.”36
La descentralización militar explica la multitud de
equipamientos y organizaciones de la
época y la falta de constancia en la evolución
del arte de la guerra.
EVENTOS DESTACABLES
Atila y Roma
Luego de repetidas incursiones de saqueo, los Hunos
establecieron en el 426 un acuerdo por
el cual Roma pagaría un tributo anual de 150 kilos de oro. En el 434 el Rey Oktar fue sucedido por sus dos sobrinos Bleda y Atila, los que reclamaron
la duplicación del tributo, suma que
obtuvieron mediante un nuevo acuerdo. En el 443 se reclamó un nuevo incremento, mientras que en el 445
Atila se hacía coronar Rey de los Hunos
luego de asesinar a Bleda.
Las relaciones entre Roma y los Hunos no resultaban
pacíficas y cuando en el 447 Atila
realizó una nueva invasión, Roma canceló el
pago del tributo y comenzó a buscar aliados para enfrentarlo. En el 450 Atila remitió un ultimátum a Roma que al
ser rechazado lo llevó a cruzar el Rhin
al año siguiente.
En su avance Atila enfrentó no sólo a las tropas de Roma
sino particularmente a la Iglesia. En
Lutetia, hoy París una niña llamada Genovofa –Santa Genoveva Patrona de París- inspiró a la resistencia por medio de revelaciones divinas, logrando
rechazar los ataques Hunos.
Una situación similar debieron enfrentar en Aureliana
(Orleáns), donde el Obispo Anarius
obligó a Atila a poner sitio a la ciudad. En tanto el Emperador Valentiniano envió al General Aetius a detener la invasión. Este general logró una
alianza con el Rey Teodorico de los
visigodos a la que se plegaron también los alanos. La fuerza combinada alcanzó la retaguardia del
ejército huno el 18 de junio de 451,
Atila decidió entonces aceptar la batalla al día siguiente en una región llamada Campos Catalúnicos, cerca
de la actual ciudad de Chalons.
La fuerza aliada se desplegó con los romanos a la
izquierda junto con un cuerpo de godos
al mando de Torismundo, hijo de Teodorico. En el ala derecha se posicionaron los visigodos y en el centro los
alanos cuya lealtad resultaba dudosa.
Por su parte Atila formó con la caballería
huna al centro, sus aliados germanos a la derecha y los ostrogodos a la izquierda. El campo que separaba ambos
ejércitos estaba limitado a la
izquierda romana por el río Marne, en ese mismo sector se levantaba un promontorio. Al principio ninguno de los generales
movió sus tropas para atacar, pero por
la tarde Torismundo avanzó para apoderarse del promontorio.
Atila entonces comenzó a enviar tropas hacia el sector y
lo mismo hicieron los aliados. El
combate comenzó a escalar por lo que Atila
ordenó un ataque general. Los alanos rompieron filas y se dieron a la fuga, esta brecha en el centro de la
línea aliada fue aprovechada por la
caballería huna que se lanzó por ella para atacar el flanco interno de los visigodos. Esta tribu resistió los
ataques de hunos y ostrogodos aún
cuando el Rey Teodorico cayó muerto en combate.
Torismundo logró afirmarse en el promontorio lo que
permitió a Aetius lanzar a sus romanos
contra la retaguardia de los hunos. El
combate generalizado se prolongó hasta el oscurecer cuando lentamente comenzó a disminuir en intensidad
para concluir por falta de luz. Al día
siguiente los aliados descubrieron que el ejército de Atila se hallaba íntegro y en posesión de su
campamento.
Aetius llamó a un consejo
de guerra para tratar los posibles cursos de acción. Torismundo proponía un asalto mientras que
los oficiales romanos se inclinaban
hacia un sitio. Aetius por el contrario los convenció de que permitieran retirarse a Atila. Esto lo hizo
en consideración a que la destrucción
de los hunos rompería su alianza con los visigodos y a que además suprimido el peligro principal, él
mismo dejaría de ser útil al emperador. Atila se retiró sin problemas pero
tomó varios días para asegurarse de que
no fuera una trampa.
En el año 452 los hunos practicaron una nueva invasión
alcanzando esta vez las puertas de
Roma. Le salió a su encuentro el Papa León
II con quién Atila sostuvo una conferencia, luego de ella el Rey Huno retiró su ejército conduciéndolo hacia
las planicies húngaras.
Daras 530
El ejército bizantino al mando de Belisario contaba con
2.000 arqueros, 4.000 lanceros, 6.000
jinetes ligeros y 12.000 pesados; el contingente comprendía tropas imperiales y mercenarios
hunos y hérulos. En su avance se
encontró con un ejército persa sasánida de 13.000 infantes, 27.000 jinetes y algunos elefantes, a 100 km al noreste de Edesa, en las puertas de la ciudad de
Daras.
Belisario estableció su defensa a partir de un foso con
lugares de cruce en el frente de su
dispositivo. Colocó en el centro a sus lanceros de infantería, en las alas a la caballería
con excepción de la auxiliar hérula, a
la que ubicó en su extremo flanco izquierdo oculta tras una loma, y a los clibanari o coraceros que
conservó como reserva a su mando. Por
delante del foso desplegó a su infantería ligera apoyada por la caballería ligera huna.
Los persas formaron su infantería en el centro en dos
líneas, la primera integrada por
arqueros, honderos y jabalineros y la segunda compuesta de milicias de leva. La caballería formó en las alas también en dos líneas, con la ligera al frente y la
pesada detrás; en el ala derecha
estaban los Inmortales, la caballería pesada de élite.
Ambas fuerzas emplearon un día completo en escaramuzas y
exploración de sus respectivos
dispositivos. En el segundo día los persas
se lanzaron al ataque presionando fuertemente sobre las alas. En la derecha bizantina lograron franquear el foso
pero fueron contraatacados por los
jinetes hunos y hérulos ocultos tras la loma; la sorpresa fue suficiente para desbaratar la embestida y
obligar a los persas a retirarse.
El ataque sobre el ala derecha de Belisario tuvo en
principio un mayor éxito, pues allí las
tropas persas era las mejores, sin embargo un rápido contraataque de la reserva logró rechazar a los Inmortales para luego volverse contra el centro persa,
provocando 8.000 bajas. Belisario
demostró una gran habilidad táctica en la disposición de sus fuerzas, donde la infantería de menor
valor no fue empeñada y en el empleo de
la reserva. Asimismo determinó la forma del combate al permitir ser atacado, lo que le dio la
ventaja.
Taginae 552
El ejército godo del rey Totila compuesto de 12.000
hombres enfrentó en los Apeninos a las
tropas bizantinas de Narsés. Los imperiales
contaban con 8.000 infantes, 3.000 caballeros a pie y 4.000 catafractas. Narsés formó su ejército en un arco
cóncavo, con los caballeros a pie en el
centro configurados en falange y los arqueros en las alas.
Detrás de cada cuerpo se dispuso a la caballería pesada
en apoyo. Un grupo de 1.000 catafractas
fue colocado en la extrema izquierda oculto tras una loma. Totila dispuso sus fuerzas en
dos líneas, la caballería pesada en la
primera y la infantería en la segunda.
Totila esperaba refuerzos de caballería; para ganar
tiempo hizo que Coccas, un desertor
romano, desafiase a una lucha de campeones
al mejor bizantino; el combate se hizo y el traidor cayó muerto. Para conseguir más tiempo el propio Totila hizo
una demostración ecuestre en el campo de batalla. Estas diversiones le
permitieron sumar los refuerzos
esperados.
Con su ejército completo
los godos atacaron frontalmente el centro
esperando deshacer a la infantería de Narsés; sin embargo ésta aguantó a pie firme, mientras los arqueros
diezmaban a los jinetes bárbaros.
Cuando éstos se desorganizaron la caballería de las alas bizantinas atacó en conjunto con los catafractas
ocultos que cayeron sobre la
retaguardia de Totila quien murió en combate junto a 6.000 de sus hombres.
Casilinum 554 Luego de invadir Italia los francos
dividieron sus fuerzas para ocupar
el territorio. Un cuerpo compuesto de 30.000 infantes al mando de Buccelin fue interceptado por Narsés y
18.000 soldados cerca de Capua.
La formación bizantina comprendía a la
infantería pesada y caballeros desmontados
en el centro, apoyados por arqueros y un cuerpo de caballería hérula. En las alas la
caballería pesada y oculto en un bosque
a la izquierda un cuerpo de jinetes.
Los francos estaban armados con jabalinas pesadas,
lanzas y franciscas (un hacha
arrojadiza). Formaron en tres cuñas, integradas a su vez en una mayor; su táctica era la
tradicional de atacar vigorosamente sin
dar tiempo al enemigo a reaccionar.
El ataque logró quebrar a la infantería de Narsés, pero
su caballería hérula logró contener el
asalto. Entonces los catafractas de las alas los atacaron por los flancos y la caballería
emboscada por la retaguardia.
Tours Octubre 732 En el 732 Abd-al-Rahman
invadió la Aquitania con 50.000 árabes con
los que atravesó los Pirineos. Este ejército compuesto principalmente por Moros y Berberiscos enfrentó y derrotó a
Eudo en la batalla de Bordeaux. Eudo
decidió entonces acordar la paz con Charles
Martel y solicitar su ayuda para contener a los árabes.
Los musulmanes alcanzaron la ciudad de Poitiers, a la que
pusieron sitio con parte de sus fuerzas
y continuaron su avance hacia Tours.
Cuando iban a sitiar a esta última, supieron que Eudo y Charles avanzaban desde el este amenazando
sus líneas de comunicación, por lo que
iniciaron su retirada hacia Poitiers, lo que los llevó a tomar contacto con el enemigo.
Durante seis días ambas fuerzas se midieron a través de
escaramuzas, con las que los árabes
intentaban retirar y proteger el tren de transporte de su botín. Alcanzado el pueblo de Cenon los infieles decidieron presentar batalla.
Los francos contaban con una fuerza
ligeramente superior compuesta en
proporciones iguales de infantería y caballería. Charles conocedor del poder de la caballería ligera
musulmana y además contando con una
caballería aún no desarrollada e indisciplinada, decidió desmontar a sus jinetes y formarlos junto
con la infantería en falange.
Los moros se lanzaron repetidamente contra la formación de
Martel sin lograr debilitarla. Así
siguieron hasta el oscurecer cuando se supo
que Abd-al-Rahman había caído en combate lo que generó una huída general de los infieles, en la que
incluso abandonaron su botín. Esta
batalla frenó el avance musulmán en Europa occidental, aunque los moros permanecieron en España hasta
1492.
36 Contamine.P. 1984, “La Guerra en la Edad Media”, pg39.
Barcelona Editorial Labor.
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