En la página FUEGO Y MANIOBRA encontrará la Introducción y capítulos referidos a la guerras en la Edad Media, de la obra del mismo nombre del Dr. Mg. Jorge A.Vigo

20 de noviembre de 2014

FUEGO Y MANIOBRA


LA GUERRA EN LOS SIGLOS XI y XII




Para el año 1.000 la caballería era el centro de los ejércitos en el   mundo conocido. Desde sus comienzos se había hecho más pesada a   partir de la incorporación de piezas de protección del cuerpo de jinete y caballo, del mismo modo la espada se hizo más larga y también   creció el costo del jinete que podía alcanzar el precio de una pequeña granja.     


El caballero era el jinete de caballería pesada con armadura completa   y que poseía un robusto destrero capaz de portarlo a él y sus   armas en combate. Cuando no se reunían todos estos equipos el   hombre de caballería pesada era llamado sargento, y aunque servía   del mismo modo que los caballeros era también menos efectivo y   menos costoso. Prácticamente no existía la caballería ligera y los pocos   arqueros montados combatían a pie, utilizando la monta sólo para   las marchas.  
   
La infantería ligera iba armada mayormente de arcos o ballestas. La diferencia entre ambos consiste en lo siguiente: la ballesta es más   cara, tiene una baja cadencia de fuego, un poder de impacto mayor y   es relativamente fácil de entrenar a un hombre en su uso. El arco es   más barato tiene una alta cadencia de fuego, una buena potencia de   impacto pero exige de mucho tiempo entrenar a un buen arquero   hábil. Esto está relacionado con su empleo, se suelen arriesgar menos   las tropas cuyo costo de entrenamiento es más alto.     

La infantería pesada es menos regular en su equipamiento que   las dos anteriores. Generalmente portaban casco, cota de malla, escudo, espada y pica. Se la empleaba en la defensa y ataque de posiciones  fijas como pueblos y castillos. Siendo la defensa de estos lugares   una labor permanente, la misma recaía por lo general en tropas mercenarias.   La producción de armas no era muy elevada y en caso de   una movilización general muchos soldados marchaban con sus herramientas   de labranza como único armamento.      

La obligación militar de servir al rey estaba limitada a un tiempo   anual que durante los siglos osciló desde los 45 días y los 6 meses   independientemente de la duración de la guerra. Superado el plazo   de la obligación, si los soldados permanecían en armas el rey debía   pagarles, por lo que la guerra podría no dar ninguna ganancia. En otro   sentido era posible sustraerse a la obligación militar pagando un impuesto   a cambio, ello podía producir la situación de que una leva   generara más dinero que soldados y dejara ganancias aún sin ningún   combate.     

Todas estas circunstancias hicieron que los ejércitos de la época   fuesen reducidos a unos 15.000 hombres. Sus comandantes peleaban   en las filas donde realmente no ejercían ninguna dirección del combate   en general. Tal vez debiera considerarse esto poco relevante   pues pese a los libros de técnica militar escritos y citados en el período,   muy pocos jefes militares los leían y conocían realmente; de allí   que no existiera ninguna doctrina más allá de la de formar el ejército   en tres partes o batallas. Para agravar la situación los combates eran   escasos por lo que tampoco había ni soldados ni comandantes con   gran experiencia.      

A esto se sumaba una particular situación política que había comenzado   a gestarse desde la fundación de los reinos bárbaros. Como   mencionamos, a partir del Edicto de París los condes habían afianza   do su posición militar y sus posesiones en tierras que les aseguraban   recursos para la guerra. Estos condes comenzaron a convertirse en   propietarios de fuerzas militares que empleaban para defender sus   territorios y eventualmente para servir al rey. De este modo el rey   creaba hombres con poderosos recursos económicos y militares que él   mismo no poseía dado que las tierras las aprovechaban otros y los   impuestos representaban un escaso recurso.    
 
Para completar el cuadro de situación no debemos olvidar que el   limes romano proveía hacia el interior del imperio un estado de paz   permanente donde los hombres no necesitaban portar armas a diario.   Al desaparecer la defensa que proporcionaba el limes alrededor del   siglo V, se evapora también la seguridad interior y comienzan las   luchas locales, todo individuo entonces se arma para su protección   personal y comunitaria. Esto también va a impulsar la fortificación de   pueblos y ciudades, apareciendo empalizadas, motas, torres y castillos.     

Reuniendo ambas situaciones podemos observar que esta necesidad   de protección y la aparición de lugares fijos de defensa exigen   también la presencia permanente de soldados para proveerla. Así los   comes comenzarán a crear infantería mercenaria para defender sus   castillos y propiedades y mantendrán un núcleo de caballeros que,   con el mismo fin, podrá conducir a donde resulte necesario.   Fue así que”…se multiplicaron los ducados, marquesados, condados,   baronías o simples señoríos, que constituían otras tantas células   políticas que gozaban de una cuasi autonomía e incluso una cuasi   soberanía…. Cantidades ingentes de principados de todo tamaño   llegaron a convertirse en centros de un sistema militar independiente   (descentralizado), lo que significaba, junto a unos medios específicos   de ataque y defensa, el derecho y el poder de declarar la guerra, llevarla   a cabo y finalizarla.”36     

La descentralización militar explica la multitud de equipamientos   y organizaciones de la época y la falta de constancia en la evolución   del arte de la guerra.   
      
EVENTOS DESTACABLES  
   
Atila y Roma   Luego de repetidas incursiones de saqueo, los Hunos establecieron   en el 426 un acuerdo por el cual Roma pagaría un tributo anual de 150 kilos de oro. En el 434 el Rey Oktar fue sucedido por sus dos   sobrinos Bleda y Atila, los que reclamaron la duplicación del tributo, suma que obtuvieron mediante un nuevo acuerdo. En el 443 se reclamó un nuevo incremento, mientras que en el 445 Atila se hacía coronar Rey de los Hunos luego de asesinar a Bleda.  
   
Las relaciones entre Roma y los Hunos no resultaban pacíficas y cuando en el 447 Atila realizó una nueva invasión, Roma canceló el   pago del tributo y comenzó a buscar aliados para enfrentarlo. En el 450 Atila remitió un ultimátum a Roma que al ser rechazado lo llevó a   cruzar el Rhin al año siguiente.  
   
En su avance Atila enfrentó no sólo a las tropas de Roma sino particularmente   a la Iglesia. En Lutetia, hoy París una niña llamada Genovofa –Santa Genoveva Patrona de París- inspiró a la resistencia por   medio de revelaciones divinas, logrando rechazar los ataques Hunos.     

Una situación similar debieron enfrentar en Aureliana (Orleáns),   donde el Obispo Anarius obligó a Atila a poner sitio a la ciudad. En tanto el Emperador Valentiniano envió al General Aetius a   detener la invasión. Este general logró una alianza con el Rey Teodorico   de los visigodos a la que se plegaron también los alanos. La fuerza   combinada alcanzó la retaguardia del ejército huno el 18 de junio   de 451, Atila decidió entonces aceptar la batalla al día siguiente en una región llamada Campos Catalúnicos, cerca de la actual ciudad de Chalons.     

La fuerza aliada se desplegó con los romanos a la izquierda junto   con un cuerpo de godos al mando de Torismundo, hijo de Teodorico. En el ala derecha se posicionaron los visigodos y en el centro los alanos   cuya lealtad resultaba dudosa. Por su parte Atila formó con la   caballería huna al centro, sus aliados germanos a la derecha y los ostrogodos   a la izquierda. El campo que separaba ambos ejércitos estaba limitado a la izquierda romana por el río Marne, en ese mismo sector   se levantaba un promontorio. Al principio ninguno de los generales movió sus tropas para atacar, pero por la tarde Torismundo avanzó para apoderarse del promontorio.  

Atila entonces comenzó a enviar tropas hacia el sector y lo   mismo hicieron los aliados. El combate comenzó a escalar por lo que   Atila ordenó un ataque general. Los alanos rompieron filas y se dieron   a la fuga, esta brecha en el centro de la línea aliada fue aprovechada   por la caballería huna que se lanzó por ella para atacar el flanco interno   de los visigodos. Esta tribu resistió los ataques de hunos y ostrogodos   aún cuando el Rey Teodorico cayó muerto en combate.     

Torismundo logró afirmarse en el promontorio lo que permitió a Aetius   lanzar a sus romanos contra la retaguardia de los hunos.   El combate generalizado se prolongó hasta el oscurecer cuando   lentamente comenzó a disminuir en intensidad para concluir por falta   de luz. Al día siguiente los aliados descubrieron que el ejército de   Atila se hallaba íntegro y en posesión de su campamento. 

Aetius llamó   a un consejo de guerra para tratar los posibles cursos de acción.   Torismundo proponía un asalto mientras que los oficiales romanos se   inclinaban hacia un sitio. Aetius por el contrario los convenció de que   permitieran retirarse a Atila. Esto lo hizo en consideración a que la   destrucción de los hunos rompería su alianza con los visigodos y a que además suprimido el peligro principal, él mismo dejaría de ser útil al emperador. Atila se retiró sin problemas pero tomó varios días para asegurarse de que no fuera una trampa.  
   
En el año 452 los hunos practicaron una nueva invasión alcanzando esta vez las puertas de Roma. Le salió a su encuentro el Papa León   II con quién Atila sostuvo una conferencia, luego de ella el Rey Huno retiró su ejército conduciéndolo hacia las planicies húngaras. 

Daras 530   El ejército bizantino al mando de Belisario contaba con 2.000 arqueros,   4.000 lanceros, 6.000 jinetes ligeros y 12.000 pesados; el contingente   comprendía tropas imperiales y mercenarios hunos y hérulos. En su avance se encontró con un ejército persa sasánida de 13.000 infantes, 27.000 jinetes y algunos elefantes, a 100 km al noreste   de Edesa, en las puertas de la ciudad de Daras.  

Belisario estableció su defensa a partir de un foso con lugares de   cruce en el frente de su dispositivo. Colocó en el centro a sus lanceros de infantería, en las alas a la caballería con excepción de la auxiliar hérula, a la que ubicó en su extremo flanco izquierdo oculta tras una   loma, y a los clibanari o coraceros que conservó como reserva a su   mando. Por delante del foso desplegó a su infantería ligera apoyada   por la caballería ligera huna.     
Los persas formaron su infantería en el centro en dos líneas, la   primera integrada por arqueros, honderos y jabalineros y la segunda compuesta de milicias de leva. La caballería formó en las alas también   en dos líneas, con la ligera al frente y la pesada detrás; en el ala   derecha estaban los Inmortales, la caballería pesada de élite.     

Ambas fuerzas emplearon un día completo en escaramuzas y exploración   de sus respectivos dispositivos. En el segundo día los persas   se lanzaron al ataque presionando fuertemente sobre las alas. En la derecha bizantina lograron franquear el foso pero fueron contraatacados por los jinetes hunos y hérulos ocultos tras la loma; la sorpresa fue   suficiente para desbaratar la embestida y obligar a los persas a retirarse.    
  
El ataque sobre el ala derecha de Belisario tuvo en principio un   mayor éxito, pues allí las tropas persas era las mejores, sin embargo un rápido contraataque de la reserva logró rechazar a los Inmortales   para luego volverse contra el centro persa, provocando 8.000 bajas. Belisario demostró una gran habilidad táctica en la disposición de   sus fuerzas, donde la infantería de menor valor no fue empeñada y en el empleo de la reserva. Asimismo determinó la forma del combate al permitir ser atacado, lo que le dio la ventaja.      

Taginae 552   El ejército godo del rey Totila compuesto de 12.000 hombres enfrentó   en los Apeninos a las tropas bizantinas de Narsés. Los imperiales   contaban con 8.000 infantes, 3.000 caballeros a pie y 4.000   catafractas. Narsés formó su ejército en un arco cóncavo, con los caballeros a   pie en el centro configurados en falange y los arqueros en las alas.  

Detrás de cada cuerpo se dispuso a la caballería pesada en apoyo. Un   grupo de 1.000 catafractas fue colocado en la extrema izquierda oculto   tras una loma. Totila dispuso sus fuerzas en dos líneas, la caballería   pesada en la primera y la infantería en la segunda.  
Totila esperaba refuerzos de caballería; para ganar tiempo hizo   que Coccas, un desertor romano, desafiase a una lucha de campeones   al mejor bizantino; el combate se hizo y el traidor cayó muerto. Para   conseguir más tiempo el propio Totila hizo una demostración ecuestre en el campo de batalla. Estas diversiones le permitieron sumar los   refuerzos esperados.      

Con su ejército completo los godos atacaron frontalmente el centro   esperando deshacer a la infantería de Narsés; sin embargo ésta   aguantó a pie firme, mientras los arqueros diezmaban a los jinetes   bárbaros. Cuando éstos se desorganizaron la caballería de las alas   bizantinas atacó en conjunto con los catafractas ocultos que cayeron   sobre la retaguardia de Totila quien murió en combate junto a 6.000   de sus hombres.  
   
Casilinum 554   Luego de invadir Italia los francos dividieron sus fuerzas para   ocupar el territorio. Un cuerpo compuesto de 30.000 infantes al mando de Buccelin fue interceptado por Narsés y 18.000 soldados cerca de Capua.      

La formación bizantina comprendía a la infantería pesada y caballeros desmontados en el centro, apoyados por arqueros y un cuerpo de caballería hérula. En las alas la caballería pesada y oculto en un bosque a la izquierda un cuerpo de jinetes.
     
Los francos estaban armados con jabalinas pesadas, lanzas y franciscas   (un hacha arrojadiza). Formaron en tres cuñas, integradas a su   vez en una mayor; su táctica era la tradicional de atacar vigorosamente   sin dar tiempo al enemigo a reaccionar.  
   
El ataque logró quebrar a la infantería de Narsés, pero su caballería hérula logró contener el asalto. Entonces los catafractas de las alas los atacaron por los flancos y la caballería emboscada por la retaguardia.     

Tours Octubre 732   En el 732 Abd-al-Rahman invadió la Aquitania con 50.000 árabes   con los que atravesó los Pirineos. Este ejército compuesto principalmente   por Moros y Berberiscos enfrentó y derrotó a Eudo en la batalla   de Bordeaux. Eudo decidió entonces acordar la paz con Charles   Martel y solicitar su ayuda para contener a los árabes.  

Los musulmanes alcanzaron la ciudad de Poitiers, a la que pusieron sitio con parte de sus fuerzas y continuaron su avance hacia Tours. Cuando iban a sitiar a esta última, supieron que Eudo y Charles avanzaban desde el este amenazando sus líneas de comunicación,   por lo que iniciaron su retirada hacia Poitiers, lo que los llevó a tomar contacto con el enemigo.     

Durante seis días ambas fuerzas se midieron a través de escaramuzas, con las que los árabes intentaban retirar y proteger el tren de transporte de su botín. Alcanzado el pueblo de Cenon los infieles decidieron presentar batalla.     

Los francos contaban con una fuerza ligeramente superior compuesta   en proporciones iguales de infantería y caballería. Charles conocedor del poder de la caballería ligera musulmana y además contando con una caballería aún no desarrollada e indisciplinada, decidió desmontar a sus jinetes y formarlos junto con la infantería en falange. 
    
Los moros se lanzaron repetidamente contra la formación de Martel sin lograr debilitarla. Así siguieron hasta el oscurecer cuando se   supo que Abd-al-Rahman había caído en combate lo que generó una   huída general de los infieles, en la que incluso abandonaron su botín.   Esta batalla frenó el avance musulmán en Europa occidental, aunque los moros permanecieron en España hasta 1492.  
   

36 Contamine.P. 1984, “La Guerra en la Edad Media”, pg39. Barcelona   Editorial Labor.      

©Jorge A. Vigo 2006 Jorge A. Vigo para esta publicación 2014

No hay comentarios:

Publicar un comentario