En la página FUEGO Y MANIOBRA encontrará la Introducción y capítulos referidos a la guerras en la Edad Media, de la obra del mismo nombre del Dr. Mg. Jorge A.Vigo

3 de noviembre de 2014

FUEGO Y MANIOBRA


GUERRA DE LA EDAD MEDIA  



ESTANCAMIENTO Y RETROCESO. Primera Parte

  

El ejército del Imperio Romano en los primeros siglos de la Era Cristiana había evolucionado cambiando su aspecto tradicional de ser una fuerza de infantería para convertirse en una maquinaria de armas combinadas “… casi una exacta réplica del sistema Macedonio / Alejandrino …”29   

Según el Notitita Dignitatum, “...una tabla organizativa del Imperio Romano, Occidental y Oriental, civil y militar...”30, hacia el 395 el ejército contaba con medio millón de soldados entre los que se mezclaban muchas categorías y especialidades. Así las tropas de asalto eran primordialmente galas, y los escaramuzadores y tropas de caballería resultaban muy reclamadas; al parecer una sexta parte del ejército lo constituían tropas con hablilidades específicas. 

Como antes mencionáramos los limitanei, o tropas de frontera se convirtieron en poco más que una milicia cuya función era la de dar alerta ante las invasiones de los bárbaros; ante ese llamado acudían las tropas llamadas comitatenses que constituían una fuerza móvil para la defensa del imperio. Este cambio fue, de todas formas paulatino, todavía hacia el 400 puede verse el intercambio de posiciones entre limitanei y comitatenses.  Las legiones se habían reducido, las de limitanei podían reunir en el mejor de los casos unos 2.500 hombres, mientras que las de comitatenses eran de 1.000 hombres. Éstas últimas contaban además con una fuerza de elite conocida como palatini y un núcleo de caballería que constituía su mejor arma.  Lo que tradicionalmente llamaríamos el ejército romano lo constituyen las tropas comitatenses; estos ejércitos eran comandados en persona por el emperador quien era asistido “… asistido por un magister militum (maestre de soldados), magister equitum (maestre de caballería) y un magister peditum (maestre de infantería)”.31

Mientras el emperador estaba con el ejército a éste se lo llamaba Praesentalis. Los ejércitos de campaña comitatenses eran usualmente comandados por un comes o conde y en ocasiones por un magister. Después de que Constantino eliminase la Guardia Pretoriana en 312, se crearon unidades de guardia del emperador conocidas como scholae, que eran unidades de combate y no meramente ceremoniales. La infantería romana era de dos categorías. Los legionarios, la tradicional infantería pesada y los auxilia, que podían pelear en la doble función de infantería ligera y pesada. Ambos tipos de infantería actuaban en conjunto y desde el siglo III empleaban el escudo oval, abandonando el tradicional scutum rectangular y arqueado. 

Existía además infantería ligera especializada según sus armas; los arqueros llamados sagittarii, los lanzadores de jabalinas que se cree se llamaban exculcatores, los honderos – de los que había una sola unidad en oriente- conocidos como funditores y los portadores de ballestas designados balistarii. Estos hombres cumplían la función tradicional de la infantería ligera recibiendo como apoyo, en caso de ser necesario, soldados auxilia tomados en grupos destacados de las filas. El occidente se daba mucha importancia a la exploración por lo que los exploratores y praeventores destacan más que en oriente.  La caballería romana se había ido incrementando con el tiempo y muy especialmente por la creación de una reserva de caballería con el emperador Gallenus en el siglo III, que así había pasado de ser apenas el dos por ciento del ejército en la época de la república para alcanzar el 30 por ciento hacia el año 250. 

Los jinetes romanos eran de tres categorías los ligeros, los pesados y los catafractas. La caballería ligera se componía de arqueros y jabalineros montados. La caballería pesada era la clásica, usaba casco, algún tipo de armadura de cuerpo, llevaba escudo, lanza y jabalinas. Los catafractas eran jinetes que vestían una pesada armadura de cuerpo y portaban lanzas dispuestas para el combate por el choque;   ocasionalmente sus monturas también vestían armadura. Como muestra de la variedad y especialidad de las tropas romanas del período destacamos los cuerpode de dromedarios (dromedarii) empleados en Egipto y Palestina.32  La formación de batalla prácticamente no había cambiado. El núcleo y centro del dispositivo lo conformaba la infantería pesada, desplegando por delante a la infantería ligera que iniciaba el combate por el fuego para luego replegarse a retaguardia; los arqueros continuaban combatiendo desde allí lanzando sus flechas por encima de la infantería pesada. Inmediata a ésta, en las alas formaba la caballería pesada, mientras que la ligera lo hacía más hacia afuera buscando siempre perturbar al ejército enemigo en sus flancos y retaguardia. 

Flavius Vegetius Renatus explica en “De Re Militari” las posiciones que deben adoptar los comandantes del ejército. El comandante en jefe se situaba a la derecha entre la infantería y la caballería, el segundo en comando en el centro de la infantería para conducirla y alentarla, mientras que el tercero al mando se ubicaba en el ala izquierda. Esta disposición de comandantes reafirma la idea de que el modelo alejandrino seguía vigente.  La ubicación del comandante supremo a la derecha coincide con la posición tradicional de Alejandro, pues ésa parte del ejército es la más fuerte ya que al moverse ofrece al enemigo el lado del escudo y es allí donde Vegetius recomienda realizar las maniobras de ataque. El centro está al mando del más confiable de los subalternos responsable de conservar su solidez para actuar como yunque o pívot de la maniobra. El ala izquierda que se encomienda a un “intrépido oficial” se la considera la más débil y el blanco tradicional del ataque enemigo, por lo que su jefe debe ser ágil para responder a las situaciones que se le presenten y conservar “una buena reserva de caballería e infantería activa que le permita siempre extender su izquierda de manera que pueda prever el ser envuelto”33. 

El imperio romano había alcanzado este modelo militar de armas combinadas en el siglo IV, pero al precio de conmover sus raíces militares tradicionales. El ejército romano original, sostén de la república y el imperio, era un ejército de infantería lo que implica que su fuerza está dada por la disciplina, la instrucción, el duro entrenamiento y el   trabajo en equipo. Estas herramientas son las que le permitieron a la legión someter la ferocidad de los pueblos bárbaros.  El ejército legionario dependía de la regularidad de la paga, que como sabemos fue disminuyendo en los primeros tiempos de la era cristiana. Esto sumado a la falta de promoción de milicias regionales hizo que se redujera el número de soldados de infantería tradicional. Para reemplazarlos se recurrió a la inclusión de tropas bárbaras lo que implicó también aceptar nuevos estilos de combatir. De este modo la restauración del modelo alejandrino fue tanto una necesidad como una imposición.  El sistema funcionó efectivamente, como lo muestra el mantenimiento de las fronteras del imperio e incluso su restauración en la batalla de Argentoratum en 357, donde el ejército al mando de Juliano derrotó a las tropas bárbaras de los Alamanni conteniendo un feroz ataque de su caballería. Aunque las tropas romanas eran como las veníamos describiendo, en la táctica de Juliano aún se aprecia el empleo de la reserva, de la infantería y caballería ligeras juntas al modo que lo hiciera Cesar en Farsalia.  La derrota del emperador Juliano en Persia en 363 marcó el comienzo del período de decadencia del ejército romano. Años después, la batalla de Adrianople en 378 significó una catástrofe para el imperio; la destrucción del ejército del emperador Valeno y su propia muerte pusieron de manifiesto la debilidad de las fronteras del imperio. Tal situación atrajo los ataques de Francos, Alamanni, Burgundios, Suebos, Vandalos, Sarmatianos, Alanos y Godos

El emperador Teodosio intentó absorber parte de estas presiones incorporando a soldados bárbaros al ejército en calidad de Foederati, federados o confederados. Esta integración contribuirá a la extinción del modelo militar romano tradicional.  Los pueblos federados comenzaron a instalarse en las fronteras del imperio y a vivir de manera autónoma, con sus propias leyes y sus ejércitos. Las tropas bárbaras eran básicamente milicias que aunque con aptitudes de soldados profesionales, no reconocían en la disciplina su valor de cohesión; antes bien los lazos familiares y de tribu eran lo que los mantenían unidos. La idea de Teodosio ubiese podido resultar si el gobierno romano recuparaba su poder, sin embargo a su muerte en 395 la escisión del imperio se hizo permanente y, más grave aún los emperadores no colaboraban entre sí. Esta desunión derivó en luchas internas y la aparición de usurpadores que quebraron el poder de Roma. Los bárbaros aprovecharon la oportunidad de penetrar y apoderarse de las tierras imperiales. 

Entre el 406 y el 407 la frontera del Rin se perdió, Britania quedó librada a su suerte frente a la invasión de los sajones y burgundios y alamanes ocupaban Estrasburgo y Worms; en el 410 Alarico saqueó Roma por primera vez en su larga historia, y en el 415 los visigodos se instalaron en Hispania. En el 429 los vándalos de Genserico se apoderaron del África romana privando al imperio de su principal provisión de grano. Para el 476 con la pérdida de la Galia el Imperio Occidental se habrá acabado. 

Estos sucesivos establecimientos de reinos bárbaros con o sin acuerdo imperial manifiestan una creciente debilidad del gobierno, la estrategia y el ejército de Roma. Las derrotas iniciadas en Persia y Adrianópolis, seguidas por las pérdidas territoriales demolieron la moral del ejército, que sometido al proceso de barbarización perdió sus dotes de disciplina y duro entrenamiento que lo habían hecho invencible. En la batalla de los Campos Cataláunicos, las legiones romanas eran una sombra de su gloria, su barbarización era tal que hasta habían incorporado el baritus o grito de guerra germano. Atila las consideraba tropas despreciables comparadas con las tropas visigodas. Por su parte los bárbaros adquirieron de Roma tierras y estabilidad. Sus tropas se equiparon con armas y equipos tomados en batalla o directamente de los arsenales imperiales. Los ejércitos bárbaros incorporaron especialistas de diversas categorías y alcanzaron un mejor nivel táctico, aunque siempre por debajo del modelo de la legión tradicional. Incorporaron además las estructuras jerárquicas de los ejércitos imperiales, dando lugar a la continuidad del uso de designaciones como Dux o Comes. De todas formas conservaron su brutalidad y salvajismo como impulsor central de su táctica, lo que resultaba un obstáculo para ciertas artes; por ejemplo, con excepción de los hunos, casi ninguna etnia logró dominar el arte del sitio. 

Estamos entonces frente a dos modelos militares que se van a fundir en uno nuevo. La disciplina militar romana se perderá por falta de recursos y por la sujeción del soldado a puestos fijos donde vive con su familia y trabaja la tierra, volviéndose un miliciano defensor de su terruño y no del imperio. Los bárbaros al ingresar al ejército imperial y repartirse Europa perdieron sus lazos familiares, encontrándose ellos también sujetos a la nueva tierra que ocupan. 

Estos milicianos, ex legionarios y ex bárbaros perderán sus aptitudes de soldados de infantería pesada por falta de una estructura de instrucción y disciplina, con ellos morirán la legión y la falange.  Serán entonces sus habilidades de cazadores, pastores y jinetes las que se aplicarán a hacer la guerra. El jinete requiere más de su destreza personal que del trabajo en equipo y siendo el montar a caballo una destreza natural para la época, la caballería comenzará a tener preeminencia sobre la infantería. De todas formas estos hombres conservarán la aptitud de pelear montados o a pie, de emplear armas arrojadizas o combatir cuerpo a cuerpo. La manera en que estas capacidades se combinarán dependerá de las necesidades de cada región.  De alguna forma todo esto significará un estancamiento en el arte de la guerra, el proceso iniciado en Sumeria deberá recomponerse en un ambiente cultural y tecnológicamente diferente, y con irregulares fragmentados recursos. De allí que los ejércitos medievales resulten variopintos en estilo y capacidad.  Entre la caída del imperio en el 476 y el año 1000 tal vez los modelos militares de más continuidad hayan sido el de Bizancio, una prolongación agónica de Roma, y el evolutivo de los Francos y Germanos  , nacido al calor de sus luchas por dominar Occidente.

29 Jones, Archer. 1987, “The Art Of War In The Western World” pg.92, New York, Oxford University Press.
30 Ferrill A. 1998, “La caída del Imperio Romano”, pg.128, Madrid, EDAF
31 MacDowall, Simon. 2001, “Adrianople AD 378” pg. 18, Gran Bretaña Osprey Military.
32 Ferrill A. 1998, “La caída del Imperio Romano”, pg.130, Madrid, EDAF

33 Flavius Vegetius Renatus , 390, Ed. 1985 “The Re Militari” en “Roots of Strategy “ pg.157 a 159, Harrisburg, Stackpole Books.  

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