En la página FUEGO Y MANIOBRA encontrará la Introducción y capítulos referidos a la guerras en la Edad Media, de la obra del mismo nombre del Dr. Mg. Jorge A.Vigo

10 de diciembre de 2014

FUEGO Y MANIOBRA

EL RENACER DEL ARTE DE LA GUERRA

EL CENIT Y NADIR DE LA CABALLERÍA MEDIEVAL

La declinación de la caballería no tuvo una causa única ni fue un suceso que aconteciera rápidamente. Se trató de una suma de causas que obligaron a la reformulación de la caballería como elemento de batalla. 


La intervención del Papado en las Cruzadas, que comenzó siendo fundamentalmente religiosa, degeneró en la participación del Sumo Pontífice en querellas dinásticas seculares que debilitaron su presencia espiritual y con ello una de las columnas elementales del sistema feudal y la Caballería. 

Las Cruzadas incrementaron la actividad comercial en Europa dando lugar a la aparición de una naciente clase burguesa con recursos propios y ciudades comerciales con autonomía económica. Este potencial gravitó sobre el sostenimiento de la guerra y, en consecuencia, sobre las decisiones políticas de contenido bélico. Ya no será la aristocracia (nutriente de la caballería feudal) la única en decidir la guerra, ahora tendrá que compartir la decisión y sus intereses con los burgueses. Esta nueva clase social favorecerá el crecimiento de las monarquías, financiando la centralización del poder en el rey en desmedro de la atomizada aristocracia. Las ciudades comerciales tienen suficientes recursos para levantar fortificaciones y contratar mercenarios o sostener milicias para su defensa sin tener que recurrir ya al señor feudal. 

Las Cruzadas también traen de oriente nuevos y mejores estilos de fortificación frente a los cuales la caballería resulta inútil. Esto hace que comience a preferirse disponer de tropas más aptas para sostener un sitio o realizar tareas de minado, como los tradicionales infantes.  La caballería feudal fuertemente “blindada” resultaba muy costosa por lo que muchos caballeros debieron resignar sus lealtades de origen o de voluntad para vender sus servicios a quien pudiese costear su mantenimiento. Para el siglo XIII los caballeros contaban con una armadura completa de placas que los cubrían de pies a cabeza. El peso de tal equipo alcanzaba entre 30 y 35 kilos, y sumada la armadura del caballo la carga total de la protección se elevaba a 50 kilos. Con esta indumentaria los caballeros imponían el terror con su sola presencia y aparentaban ser virtualmente invulnerables. 

El nuevo equipamiento sin embargo había elevado el costo de la caballería pesada y reducido seriamente su movilidad, pues con semejante peso es difícil para el caballo mantener el galope. Para el jinete cualquier tipo de maniobra, salvo la carga hacia el frente era dura de realizar pues la masa puesta en movimiento resultaba casi ingobernable. Por demás se debe tener en cuenta que los caballeros debían ser izados a sus monturas pues el sólo hecho de caminar era difícil, y en caso de caer se hacía prácticamente imposible levantarse sin ayuda. 

Pese a estas observaciones la carga de caballería seguía siendo una herramienta formidable y continuaba dominando los campos de batalla europeos. Esta cuasi invencibilidad disminuyó el número de batallas, pues nadie estaba dispuesto a exponer tan costoso recurso en una sola acción, así “La guerra consiste…fundamentalmente en pillajes, frecuentes asedios y a veces batallas”37. 

Se sumaba a esto la escasez de recursos económicos y humanos para emprender una guerra; incluso era difícil reunir el material bélico necesario y alimentar al ejército durante la campaña. De este modo la caballería conservó su prestigio pues en los pocos combates en los que participó tanto a pie como a caballo fue la figura central de la acción siendo la infantería un mero acompañante. En contraposición a esto la infantería resultaba mucho más económica, fácil de equipar y más rápida de instruir.  Acosados por esta nueva forma de combatir los caballeros debieron evolucionar y convertirse en jinetes.

Primero fueron agrupados en organizaciones como las Compañías de Ordenanza de Carlos el Temerario, Duque de Borgoña, lo que significó el principio de fin del individualismo y el sometimiento al orden de jerárquico de mando. Junto con ello comenzó la categorización de la caballería según su aplicación táctica dividiéndose en pesada y ligera; también se inició el proceso de disminución de la pesada protección y el equipamiento de armas que facilitasen su acción en el nuevo escenario táctico, las lanzas prácticamente desaparecieron y se cambiaron por espadas y sables más efectivos para la lucha cuerpo a cuerpo y por armas de fuego para darle alguna ventaja en el combate a distancia. Las manifestaciones de estos cambios en los campos de batalla fueron lentas pero continuadas. Diversas batallas lentamente fueron afirmando el regreso de la infantería al campo de combate como fuerza protagónica, pero no única.

En realidad lo que la nueva situación planteó es que la combinación de infantería-caballería –arqueros ofrecía mejores resultados que el uso primordial de sólo una de ellas. Ya en la batalla de Hastings en 1066 la infantería normanda jugó un papel decisivo sobre los caballeros sajones. A principios del siglo XIV empiezan a aparecer signos de que el reino del caballero blindado comienza a extinguirse. En 1302 el condado de Flandes se levantó contra la corona Francesa, en un caso particular en el que los pobladores y la aristocracia actuaron en conjunto. Los líderes populares de la rebelión aceptaron la guía militar de algunos caballeros plegados a la revuelta. Los flamencos sitiaron las guarniciones francesas de los castillos de Kassel y Courtrai, acción que movió al Rey Felipe IV, el Hermoso, a enviar a su Capitán General, Conde de Artois a recuperar las posesiones galas. Ante la aproximación de las fuerzas reales, los insurrectos decidieron concentrarse en Courtrai y dar allí batalla. El castillo y la ciudad de Courtrai descansan sobre la ribera sur del río Lys, el que despliega un brazo que rodea completamente la ciudad. Los flamencos decidieron establecer su fuerza con la ciudad a su derecha y extendiéndose paralelos y de espaldas al río; teniendo por delante un curso de agua llamado Gröningen que afluía al Lys por su extremo norte y se conectaba al río frente a al ciudad por el sur, cerrándose y rodeando el ala izquierda de los rebeldes. Es este entonces un terreno rodeado de aguas, el Lys es un río profundo no vadeable, mientras que el Gröningen tiene un metro y medio de ancho y sólo uno de profundidad. La formación rebelde asemejaba una espesa falange de unos 600 metros de longitud, con hombres armados de lanzas y alabardas entre los que se mezclaban en primera línea algunos tiradores.

Detrás de la falange se estableció una reserva al mando del caballero Johann von Renesse y otra pequeña unidad de milicias que vigilaba el castillo para contener cualquier salida de los sitiados. El conde de Artois frente a esta formidable posición debió decidir si someter al resto de la provincia primero y luego regresar a Courtrai o atacar esta ciudad sin más trámite. Decidió esto último pues no creía que la guarnición del castillo pudiese resistir mucho tiempo más, aunque no dejó de sorprenderse de que su enemigo eligiera una posición sin ruta de retirada. El ataque francés se inició con el avance de ballesteros genoveses y jabalineros españoles que pronto empezaron a dañar a la falange flamenca formada a la orilla del Gröningen. La falange sin perder cohesión retrocedió tomando distancia de los tiradores, éstos no cruzaron el obstáculo pues se hubiesen visto expuestos a un contraataque. Artois ordenó su retirada y el avance de la caballería pesada francesa. Estas maniobras resultaron dificultosas al mezclarse ambas formaciones, que en el intercambio se desorganizaron.

En ese estado los jinetes cruzaron el curso de agua, y mientras lo estaban haciendo “…algo nuevo y completamente sin precedentes ocurrió”.38 La falange flamenca comenzó a avanzar y cayó ferozmente sobre los jinetes franceses que no habían terminado su maniobra de cruce. Imposibilitados de moverse y emplear su fuerza de choque los caballeros fueron destrozados. En el centro lograron rehacerse y penetrar la falange, pero la reserva flamenca contraatacó y repuso la situación. En el sangriento combate el propio conde de Artois cayó derribado por un monje guerrero. Mientras tanto los sitiados en el castillo intentaron una salida que fue contenida, entretanto que la reserva francesa permaneció inmóvil imposibilitada de ayudar a sus camaradas. La maniobra de los vencedores es tan difícil de ejecutar que resulta indudable que la falange flamenca recibió un serio entrenamiento para realizar las dos acciones clave, el retroceso en orden primero y el ataque después. Este asalto es una rareza en la guerra: la infantería atacando a la caballería. Los franceses perdieron 700 caballeros entre ellos 64 nobles, los vencedores flamencos recogieron sus espuelas como símbolo de victoria por lo que esta batalla es conocida como “La Batalla de las Espuelas de Oro”. Este combate será el primero de muchos a través de los cuales la infantería recuperará su posición en el campo de batalla. Situaciones similares se plantearon en Gales, donde los locales enfrentaron a los ingleses empleando también una falange e introduciendo el arco largo, un arma formidable de gran alcance y potencia.

Otro tanto sucederá en Escocia en la batalla de Falkirk en 1298 donde la caballería de Eduardo I fue rechazada por una formación de infantería pesada escocesa, al mando de William Wallace que empleaba picas de tres metros y medio de alto y que establecía una defensa de 360 grados. Eduardo I retiró entonces su caballería y sometió a los escoceses con sus piqueros galeses y hombres de arco largo de igual nacionalidad. Con menos suerte Eduardo II enfrentó a Robert Bruce en Bannockburn en 1314, donde la infantería escocesa atacó a la caballería inglesa provocándole una derrota humillante.

El procedimiento táctico de la infantería escocesa se llamaba “Schiltron”, proveniente del sajón “scyld-truma” que significa pared de escudos. Cuando se empleaba a completo consistía en círculos de infantería combinados con grupos de arqueros entre ellos. Combates como estos demostraban la posibilidad de derrotar a la caballería pesada medieval, sin embargo no aparece de momento una doctrina específica con ese objeto. Faltaba además de la idea del empleo de picas y de formaciones cerradas un elemento que diese cohesión a la organización que pretendiese enfrentar a pie una carga de caballería.

Los suizos cuya geografía los sometió a vivir en comunidades relativamente pequeñas e independientes desarrollaron su fuerza armada sobre la base de milicias cívicas. No usaban escudo ni armadura y peleaban a pie con un arma llamada alabarda que es una pica de dos metros y medio de alto que en su extremo presenta una hoja similar a la de un hacha y opuesta a ésta un gancho o una púa. Estos hombres peleaban unidos por lazos comunitarios del mismo modo que los griegos y los primeros romanos; también de manera similar eran mandados por oficiales elegidos entre ellos.

En 1315 enfrentados al duque Leopoldo de Austria, aguardaron a los 5.000 caballeros de éste en el paso de Morgarten. Es este un camino de montaña que pasa entre el bosque de la ladera y la orilla de un lago. Los suizos aguardaron en el bosque en número de 2.000 y atacaron la columna de Leopoldo por el flanco poniéndola en fuga.

En 1339 en Laupen repitieron su hazaña pero esta vez en campo abierto. Se establece en Suiza entonces una verdadera y simple doctrina de infantería pesada para responder a la principal arma de batalla de la época. La falange suiza no repitió exactamente el modelo griego, en vez de establecer una formación lineal crearon un sólido cuadro de infantería de 50 rangos por 50 filas comprendiendo entonces 2.500 soldados. El cuadro tenía un frente de 50 metros y una profundidad de 25. Para garantizar el mantenimiento de la formación cada fila tenía un líder que formaba al frente del rango lo que permitía fácilmente mantener la alineación, siguiendo el hombre de atrás al hombre que tenía adelante. Su arma principal contra el jinete era la alabarda, con la cual podían desmontarlo, levantarle el yelmo y decapitarlo en un rápido y serial conjunto de movimientos. Sin embargo la alabarda para facilitar su uso era corta y no superaba los 2.40 mts, longitud insuficiente para mantener la caballería a distancia mientras se elimina jinete por jinete.

La solución fue combinar las alabardas con picas de 5.5 mts. Decíamos que la falange suiza no aplicaba la táctica lineal por lo que presentaba el problema de tener que defender sus flancos. Esto se solucionó por medio de la instrucción de los soldados para poder proveer a la defensa de los cuatro lados del cuadro, de este modo el problema de los flancos se solucionaba pues éstos no existían.

A diferencia del resto de la infantería medieval que para defenderse debía hacer alto, los suizos se entrenaron en plantear la defensa con rápidos movimientos sin importar de donde viniera el ataque. En combate formaban en tres cuadros dispuestos en escalón. El sistema fue tan exitoso que con el tiempo se exportó en dos sentidos: por una parte los suizos se transformaron en los principales mercenarios de Europa y por la otra todos comenzaron a imitarlos. Los suizos con la práctica perfeccionaron la formación resultando una falange de entre 600 y 2.000 hombres donde las filas delanteras, las traseras y las columnas laterales estaban formadas por piqueros y el resto, las filas centrales, por alabarderos.

Esta nueva organización permitió a la infantería recuperar su capacidad ofensiva. En la época los ejércitos se integraban en tres cuerpos o “batallas”, los suizos lo hacían generalmente en tres falanges de entre 30 a 50 hombres de frente escalonadas a izquierda o derecha o con ambas alas retrasadas. Con el tiempo se incluyeron ballesteros y arcabuceros pero los suizos nunca llegaron a comprender la utilidad de las armas de fuego. 

Es notable que al reformular la acción de la infantería se haya vuelto al modelo de la falange, estructura que vemos en las fuerzas suizas y en la caballería inglesa a pie.
Estas falanges es más probable que se asemejasen a las formaciones compactas de los sumerios que a las organizaciones griegas, aunque con estas últimas mantienen el concepto de que cada soldado tiene un lazo moral común que lo sostiene en su puesto. En el caso suizo su pertenencia al cantón y en el inglés su conciencia de clase aristocrática. Aunque el cambio no resultó inmediato para el 1400 gran parte de la caballería europea combatía a pie

Estos cambios impulsaron el retorno de la infantería como modo de restaurar la disciplina militar y la cadena de mando, innecesarias entre los caballeros que se regían por un código de clase y una ideología particular. Las maniobras, el mantenimiento de la cohesión de las formaciones compactas, y la alineación de arcabuceros, piqueros y alabarderos exigían de mandos de líneas, grupos y formaciones para entrenarlos y hacerlos actuar coordinadamente en batalla; para lograr eso se crearon las funciones para suboficiales y oficiales y se los respaldo con un sistema disciplinario para cumplir su cometido. El cambio no fue tan rápido como podía esperarse pues otras armas y sistemas de armas se ensayaron en distintos conflictos, el principal de ellos la Guerra de los Cien Años.

37 Contamine, P.,1984 “La Guerra en la Edad Media” pg.274 Barcelona Editorial Labor.  
38 Dellbrück, H. 1990, “ History of the art of war, volume III Medieval Warfare”, traducido por Walter J. Renfroe Jr., pg.434, Lincoln University of Nebraska Press

© Jorge A. Vigo 2006 Jorge A. Vigo para esta publicación 2014

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