En la página FUEGO Y MANIOBRA encontrará la Introducción y capítulos referidos a la guerras en la Edad Media, de la obra del mismo nombre del Dr. Mg. Jorge A.Vigo

18 de diciembre de 2014

FUEGO Y MANIOBRA


LA REVOLUCIÓN MILITAR  


Aunque no se vislumbra aún un acuerdo absoluto acerca de los  sucesos que alimentaron los cambios en el campo militar entre el  siglo XV y el XIX, es unánime referirse al período como el de la Revolución  Militar 39. 
  
Los hechos que perfilan este período están entrelazados de manera  inextricable por lo que es comprensible que su sinergía haya  cambiado completamente la forma de hacer la guerra.   


Los elementos constitutivos de la esencia de esta revolución son  objeto de discusión académica pero pueden resumirse en los siguientes  asuntos:   

  • El reemplazo de la caballería pesadamente protegida por la  infantería como el componente central de los ejércitos. 
  • Introducción de las armas de fuego de mano, que cambiará la  forma de combate de la infantería, y la artillería, con su influencia  sobre las fortalezas y los sitios primero y en la batalla  después.
  • El crecimiento en el tamaño de los ejércitos. El relevo de la  caballería por la infantería no sólo cambió la base social del  campo de batalla sino que, al ser la infantería más fácil de entrenar  y más barata de equipar y contratar hizo que el numero  de tropas se expandiese. De igual modo la complejidad de  los sitios a partir del uso de la artillería requirió de un número  creciente de tropas.
  • La baja de costos de guerra que inicialmente se evidenció  con la reformulación de la infantería pronto se revirtió. Las  armas de fuego de mano, los cañones, las nuevas fortalezas  que debían construirse para alberga a la artillería y defenderse  de ella, y el mayor número de soldados necesarios para  combatir llevaron los presupuestos bélicos más allá del alcance  de los recursos de los feudos y pequeños estados en  que se repartía el poder en Europa. Ello llevó a la centralización  del poder y los recursos en la cabeza de la monarquía.
  •  La expansión del terreno sujeto a operaciones y el desarrollo  de mapas confiables a partir de los trabajos de Mercator publicados  en Duisburgo en 1569 y la publicación del Orbis  Terrarum de Abraham Ortelius en 1570, hicieron de la cartografía  una ciencia imprescindible en lo militar. 
La pólvora fue uno de sus elementos principales, además de ser  probablemente la innovación tecnológica más importante en el arte  de la guerra. Se inició en China en el siglo IX en demoliciones y ruido  para espantar al enemigo; en 1132 los chinos crearon un mosquete de  bambú. En Europa durante el siglo XIV comienzan los experimentos  de Roger Bacon y Berthold Scwarz. Sus primeros usos militares en  occidente en la forma de primitivos cañones se aprecian en Metz  (1324), Algeciras (1342) y Crécy (1346). 
Este progreso del arte y ciencia militar aún actualmente influye  sobre la táctica y la doctrina castrense. Sin desmerecer los adelantos  tecnológicos, seguimos sujetos a la pólvora como elemento básico de  potenciación del fuego. Es muy importante comprender este fenómeno  para poder integrar la idea evolutiva de la táctica. En apoyo de  ello cosideraremos ahora algunos eventos que la integran.  
  
La Artillería    

Entre 1482 y 1492 Fernando e Isabel de Castilla emplearon en su  campaña de reconquista un tren de artillería de sitio compuesto de  180 piezas, por su parte Carlos VIII de Francia emprendió la campaña  del norte de Italia con un tren de cuarenta cañones entre 1494 y 1495.  Estas campañas son dos de las muchas manifestaciones de interés  que despertó la aparición y desarrollo de la artillería a pólvora. 

Los progresos sobre el cañón durante el siglo XV se deben principalmente  a los hermanos Bureau. La primera mejora fue sobre la  metalurgia de tubos buscando la fabricación de armas más sólidas y  seguras; luego se mejoró la munición, abandonándose la piedra para  reemplazarse por la bala metálica sólida (contra las murallas) y la metralla  (contra personal). Después se mejoraron los afustes, se abandonó  el cañón de posición fija por los afustes de cuatro ruedas primero y  de dos luego; esto último impactó mucho en las campañas de Carlos  VIII en Italia. Finalmente se le adosaron al tubo dos muñones que le  permitieron pivotear sobre el afuste facilitando la elevación para el  tiro. Con el cañón mejorado comenzó a trabajarse sobre su uso en el  campo de batalla desarrollándose una primitiva maniobra de fuego  que tendrá éxito en Formigny (1450), Castillon (1453), Ravena (1512)  y Marignano (1515). El mayor problema lo presenta la variedad de  calibres –los cañones tienen nombres propios- lo que impide la estandarización  en la provisión de municiones.    

Las Armas y la Infantería  
 
Terminada la Guerra de los Cien Años los franceses mantuvieron  su interés en el desarrollo de organizaciones militares que pudieran  integrar la nueva tecnología de las armas de fuego, entre ellas la más  destacada era la del Duque de Borgoña, Carlos el Temerario, llamada  Compañías de Ordenanza.  
 
Esta organización surgió hacia 1470, época en que la caballería  medieval comenzaba a volverse obsoleta pero aún útil. En busca de  imponer orden y disciplina entre los caballeros las Compañías de  Ordenanza reunían a 100 de ellos organizados en cuatro escuadras de  a 25, que a su vez se integraban de cuatro chambres de a seis hombres  y un jefe de escuadra. Era ésta una organización táctica, pero administrativamente cada compañía se componía de 100 “lanzas”. Una lanza  comprendía: el caballero, un escudero, un armero, tres arqueros a  caballo y tres ballesteros. En combate cada uno de estos especialistas  se agrupaba en formaciones homogéneas. Esta organización integrará  además hombres equipados con armas de fuego llamadas culebrinas y  piezas de artillería.  
 
Es éste uno de los primeros intentos en la época de generar una  organización táctica donde cada arma tuviese un lugar y una función  definida y todas actuasen en conjunto. Además ayudó a impulsar el  restablecimiento de la infantería como arma de batalla alcanzando  una proporción de nueve a uno con la caballería.   

Entre las armas de fuego portátiles el arcabuz resultó ser una de  las más prácticas para su empleo inmediato. Esta invención fue aceptada  rápidamente debido a su fácil uso comparado con el arco o la  ballesta. Mientras que entrenar a un arquero llevaba años, en pocos  días un grupo de hombres bajo un buen sargento se convertía en un  aceptable pelotón de arcabuceros. Una muestra del entusiasmo que  suscitó la nueva invención la dio la República de Venecia que, ya en  1490 ordenó el reemplazo de todas las ballestas por armas de fuego de  mano. Para 1550 el arcabuz cede ante un arma más eficaz: el mosquete,  más ligero y fácil de manejar hará de la infantería un enemigo  temible.   

Los cambios obligaron a desarrollar nuevos conceptos de combate  y táctica. Las nuevas fortalezas requerían de un refinamiento de las  técnicas de sitio y ello demandaba de una nueva organización y disciplina  de los ejércitos, que por primera vez podían reemplazar en la  lucha la fuerza bruta por el poder de fuego.40   

Luego de la derrota de Fornovo en 1495, España decidió enviar a  defender sus intereses un ejército al mando del Gran Capitán Gonzalo de Córdoba, quién desembarcó al sur de la península con 100  jinetes de caballería pesada, 500 jabalineros montados llamados genetours  y 1.500 infantes, la mayoría armados con espadas y escudos y  algunos ballesteros y arcabuceros. Este ejército enfrentó a los franceses  en Seminara y fue derrotado por una combinación de caballeros y  piqueros suizos.   

La derrota hizo reflexionar a Gonzalo de Córdoba sobre la forma  efectiva de derrotar a los franceses. En lo inmediato recurrió al empleo  de sus genetours para atacar las líneas de comunicaciones enemigas  mientras empleaba atrincheramientos y sitios para hostigar aún  más a los franceses. En tanto pensó que la respuesta a su problema  táctico era incrementar el número de arcabuces en su ejército, cosa  que hizo de inmediato. Aunque reconocía el mérito del arma de fuego  no perdía de vista que su principal debilidad era el largo tiempo de  recarga, durante el cual el arcabucero se veía expuesto a ser atacado  especialmente por la caballería. Para resolver este problema conservó  a los piqueros para que mezclados con ellos le dieran protección luego  de la descarga de sus armas. Con esta idea comenzó a instruir a sus  hombres y no los empleó en combate hasta 1503 en que derrotó a los  franceses en la batalla de Cerignola, victoria que repitió en Garigliano.   

La combinación de armas del Gran Capitán es un punto fundamental  en la historia de la táctica pues reunirá una serie de ideas que  van a permitir resumir siglos de combate. Por una parte rescatará el  viejo y tradicional procedimiento de la instrucción y la disciplina  como base de la buena infantería, va a restablecer en una misma organización  el concepto de empleo de armas combinadas. Para todo  ello reunirá ideas que comprenden las acciones de Ricardo Corazón  de León en las Cruzadas, las nuevas falanges de infantería de defensa  en 360 grados como las de los escoceses y suizos y los conceptos de  organización táctica como los de la Compañías de Ordenanza. Este  esfuerzo intelectual técnico militar le dará a España la ventaja en la  guerra durante 150 años.Al principio se trató de incorporar las armas  de fuego a las “falanges” del siglo XIV como los tercios españoles,  que reunían 2.500 hombres, en iguales proporciones de piqueros y  arcabuceros, en apretadas formaciones de 50 filas por 50 columnas.  Con este sistema Prospero Colonna puso fin al prestigio de los mercenarios  suizos en la batalla de Bicoca en 1522.   

Aunque exitosas, estas pesadas formaciones resultaron enormes  blancos desplazándose por el campo de batalla además de cargar con  un gran número de hombres equipados con picas y alabardas que iban  decreciendo en utilidad.  
 
En 1594 los Nassau, Guillermo Luis, Mauricio y Juan, desarrollan  la idea de cadencia de fuego estableciendo la renovación de la fila del  frente por la siguiente una vez que se había disparado. Esa renovación  se realizaba mediante el retiro hacia retaguardia de la fila del  frente, por lo que el batallón retroceía ligeramente al disparar. Mediante  este sistema ya no se hacía necesario que las unidades se apoyasen  en la profundidad de su formación, por el contrario la potencia  está en el despliegue en líneas ampliando el frente para explotar el  uso de su capacidad de fuego al máximo.  
 
La nueva disposición requirió de movimientos más armónicos entre  las unidades, lo que llevó a mejorar los criterios de entrenamiento  y disciplina, y finalmente a establecer nuevos criterios doctrinarios en  el ámbito táctico. Así los Nassau crearon el Batallón, una organización  táctica básica de unos 500 a 800 hombres equipados con mosquetes y  picas en una proporción de dos a uno, más pequeño que el tercio y  ofreciendo menor blanco. Esta unidad podía cambiar su alineación de  la formación simple a la ofensiva o a la defensiva. Las ideas de Nassau  se publicaron de inmediato para ser usadas en la instrucción del  ejército de los Países Bajos, y pronto fueron traducidos y utilizados en  toda Europa. Esto provocó el inicio de la estabilidad de una doctrina  de principios tácticos para la organización de las tropas y el uso de las  armas de fuego.   

Estas condiciones afirmaban la dirección en los niveles más bajos,  había ahora que desarrollar los criterios y estructuras de mandos superiores,  tanto más cuando los ejércitos crecían en número de manera  sorprendente. Sin perjuicio de los avances señalados no debemos  olvidar que poco diferencia a Gustavo Adolfo de Alejandro Magno o  de César. Los comandantes en jefe ejercían la doble función de dirigir  el ejército en sus más altas responsabilidades y al mismo tiempo  conducir directamente en batalla una parte de las tropas en combate.  Maquiavello rescata una cuestión esencial en Roma y en los tiempos  modernos: la importancia de los ejércitos de ciudadanos. En su concepto  la política y la guerra estaban esencialmente vinculadas; la sociedad  civil tiene en el poder militar un elemento fundacional, y un  factor unificador que aporta a la estabilidad y continuidad de la sociedad. Las instituciones militares reflejan las de la sociedad civil a la  que pertenecen. 


39 Sobre este tema consultar : Parker, Geoffrey, , Segunda Edición 1996  “The Military Revolution”, Cambridge University Press; Howard, Michael,  1976, “War in European History”, Oxford ; Ayton, Andrew y Price, L.J.  , 1998, “The Medieval Military Revolution”, Barnes & Noble, New York;  Duffy, Michael, 1986, “The Military Revolution and the State 1500-1800”,  University of Exeter.-  
40 Parker, Geoffrey, Segunda Edición 1996, “The Military Revolution”,  Cambridge University Press, Cap. 1 y Parker, Geoffrey, 1990, “La Revolución  Militar” , Cap. I, Editorial Crítica, Barcelona    
©Jorge A. Vigo 2006 Para esta publicación Jorge A. Vigo 2014

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