Guerras de Bizancio
Apuntes sobre la batalla
de Dara (530 DC)
Mg. Rubén A. Barreiro
Primera Parte
En
junio de 530 DC tuvo lugar la batalla de Dara (conocida también con las grafías
Daras o Daara) en las afueras de la fortaleza bizantina del mismo nombre, entre
las fuerzas al mando del general Flavio Belisario y el ejército persa sasánida conducido
por Perozes. Fue la primera derrota sasánida a manos de los bizantinos desde
hacía varias generaciones y en ella Belisario demostró sus calidades como
estratega y conductor, tanto en los aspectos tácticos como en los estratégicos.
Antecedentes. Hacia el año 500, por
más de ocho décadas Bizancio y el Imperio Sasánida habían estado en paz. Ante
la caída de Roma y la consiguiente expansión bizantina sobre el Cercano Oriente
y los Balcanes, “el alto mando sasánida
había observado estos desarrollos como una oportunidad de extender el
territorio imperial hacia el oeste” (FARROCK, 224) En agosto de 502 comenzó
la denominada Primera Guerra Bizantino-Sasánida. Esta duró hasta 505, cuando
una tregua por siete años se pactó a pedido del rey sasánida Kavad I, que debió
hacer frente a un prolongado conflicto con los hunos. En 527 Justiniano I advino
emperador de Bizancio, permaneciendo como tal durante los siguientes treinta y
siete años.
Justiniano
asumió el trono de un imperio que ostentaba
“la más próspera condición conocida desde la muerte de Constantino…” (OMAN,
70). Desde hacía mucho tiempo no había tenido invasiones prolongadas o
destructivas. La máxima ambición del
nuevo emperador era la de restituir al Imperio Romano las tierras perdidas en
Occidente: el Norte de África, la península itálica, España. Ello daría lugar a
la Guerra Vándala (Norte de África y España) y a la Guerra Gótica (Italia).
Sin
embargo, el primer gran conflicto que debió afrontar Justiniano fue,
precisamente, con los sasánidas. El casus
belli estaba centrado en el Cáucaso, donde existían dos pequeños estados,
Lazica e Iberia, sobre los cuales ambos imperios se disputaban la soberanía.
Hacia
524/525, Iberia, que había estado bajo la dominación sasánida, se puso bajo la
protección de Bizancio. La razón principal para esta decisión fueron los
esfuerzos del rey sasánida para imponer el zoroastrismo (la religión oficial
sasánida) a los habitantes de Iberia. Kavad I, el rey sasánida retomó Iberia,
debiendo refugiarse su soberano y la corte en la vecina Lazica, protegida por
Bizancio.
Tampoco
es ajeno a la situación un episodio ocurrido antes de la intervención sasánida
en Iberia. En vida del emperador Justino, Kavad le pidió que adoptara a su
heredero, Khusro. Es posible que la intención del rey sasánida al formular tal
pedido fuera evitar complicaciones dinásticas a su muerte (Khusro no era su hijo
mayor), ya que era presumible que en caso de haberlas, el magno padrino protegería a su ahijado. Si bien el emperador y su alter
ego el futuro Justiniano I, veían la idea con cierto favor, el questor
Proclus se opuso a la misma, temiendo que con ello se corriera el riesgo de que
al quedar vacante el trono bizantino el sasánida pudiera reclamarlo (lo cual, aun con la
ley romana, aparecía como dudoso.) Se ofreció, en cambio, la adopción según la
ley de los germanos, que se había aplicado a la adopción por Justino de un
yerno de Teodorico, el ostrogodo, que excluía tal posibilidad. Tanto el rey
sasánida como su hijo rechazaron la oferta, tomándola como insulto (EVANS,
114/115.)
Se
sucedieron una larga serie de escaramuzas, alternando con negociaciones. Al
mismo tiempo, Justiniano reforzaba las fortalezas existentes en la región,
entre las que se encontraba la de Dara.
Otra de las causas de esos roces continuos, era el reiterado reclamo de Kavad al emperador bizantino deel pago de una fuerte suma de dinero a
cuenta de los costos que había demandado la presencia del ejército sasánida
enfrentando a los hunos del Cáucaso en 505 y los siguientes años. Para forzar
ese pago, con frecuencia sus hombres entraban en el territorio bizantino,
saqueando y tomando prisioneros por los que exigían rescate.
Justiniano envió al magister officiorum Hermógenes a negociar con el rey
sasánida, volviendo con una carta de Kavad donde este le decía
que “cada vez que las naciones se han
levantado contra nosotros, con algunas hemos tenido que luchar, mientras que a
otras les regalamos dinero para someterlas, por lo que es claro que todo
nuestro tesoro ha sido gastado. Informamos a los emperadores Anastasio y
Justino sobre esto, pero no hemos lograda nada. Por lo tanto, nos hemos visto
obligados a movilizarnos para la guerra…Pero, como piadosos cristianos, ahorrad
vidas y bienes dándonos una parte de vuestro oro. Si no lo hacéis, preparaos
para la guerra. Para esto os damos un plazo de un año completo, por lo que no
debe pensarse que hemos robado nuestra victoria o hemos vencido con artimañas” (MALALAS,
18. 44. 263.) Justiniano, que recibió esto, que no puede calificarse sino de
ultimátum, a fines de 529, no mandó dinero pero sí nuevamente a Hermógenes,
pero ya los sasánidas estaban con sus tropas preparadas para forzar la
satisfacción de sus reclamos (GREATREZ-LIEU, 86/88.)
Asimismo, la presencia de una fortaleza como la
erigida por Bizancio en Dara había sido un renovado motivo de conflicto, tal como se
apuntará más adelante.
Mapa actual con la ubicación de Dara. En el insert, con relación a frontera con Siria (Google Earth, edición del autor) |
La fortaleza de Dara y su entorno. Dara había sido fundada en 505/507 por el emperador
Anastasio I, quien la nombró Anastasiopolis. Actualmente, la ciudad, que se
encuentra en territorio turco próximo a la frontera con Siria, se denomina
Oguz. Las razones para la construcción de una fortaleza en Dara fueron, por un
lado, de carácter político-estratégico, dada su proximidad con la frontera
sasánida y de la fortaleza de Nisibis (cuyo posición amenazante era necesario
contrarrestar.) Por el otro, la existencia de abundante cantidad de piedras en
la región, necesarias para la construcción de la fortaleza y, principalmente,
la gran disponibilidad de agua, como lo señala Procopio: “Un río corre desde un suburbio de la ciudad, a una dos millas de la
misma, llamado Cordes...” (Procopio, Buildings,
II, 2, 110/111.)
Vista de un sector de las murallas de Dara (Abril de 1911, The Belle Collection, Universidad de Newcastle) |
Cuenta Procopio que Anastasio
seleccionó una “aldea insignificante”, Dara, y la rodeó con una muralla,
convirtiéndola en un punto fuerte en la frontera con el Imperio Sasánida, de la
que distaba unos veintiocho estadios (algo más de cinco kilómetros.) Esto constituyó en este periodo “un raro ejemplo de fundación de un centro urbano” (OXFORD, 588.)
Los sasánidas se opusieron a la construcción invocando un antiguo tratado.
Pero, mientras tanto, sus fuerzas estaban empeñadas en un conflicto con los
hunos en el Cáucaso. Por tal razón, los bizantinos apuraron la construcción de
la fortaleza, sin poner todo el cuidado y atención que ello requería, lo cual
comprometió su eficacia y estabilidad (PROCOPIO, Buildings, 100.)
Las reformas de la fortaleza emprendidas por
Justiniano se relacionaron en especial, aunque no excluyentemente, con las
murallas. Estas eran muy bajas, y la reforma llevó la altura de las exteriores
a alrededor de 20 metros y a 30 la de cada una de las torres. Hasta el día de
hoy se conservan la mayoría de ellas, pese al tiempo transcurrido y a los
múltiples ataques que sufrieron en diversos momentos. Otra obra notable en
tiempos de Justiniano, fue la apertura de un canal para que la corriente del
río Cordes pasara por la ciudad, donde se construyeron reservorios (parte de
los cuales aún se conservan) para el
caso de sequías o de interrupción del flujo del río por acción de un sitiador
(Ibidem.)
Ruinas de los antiguos reservorios (agua y/o granos) de la época de Justiniano
Con relación a la razón de la
presencia de la fortaleza a tan poca distancia de la frontera con los sasánidas,
se ha sostenido que el programa bizantino referido a las fortalezas en la
región debe apreciarse como un esfuerzo defensivo, destinado a rechazar la
amenaza sasánida de intercambiar dinero por seguridad, y no como una amenaza
contra los persas (GREATREZ-LIEU, 87.) Si bien no parece objetable que la
fortaleza haya sido emplazada en Dara por las razones que estos autores
indican, no caben dudas que con el paso del tiempo se convirtió también en un
punto de concentración de tropas y suministros para eventuales incursiones
bizantinas en territorio sasánida. Concretamente, Justiniano, después de
designar Magister Millitum a
Belisario, le ordenó preparar una expedición contra los persas, partiendo de
Dara (PROCOPIO, Wars, I, XIII, 22.) Tal expedición no tuvo lugar porque los
sasánidas se adelantaron, avanzando sobre Dara, dando lugar a la batalla de la
que nos estamos ocupando.
Evans, J.A.S., The Age of
Justiniano. The circumstances of Imperial Power, Routledge, Londres, 1996.
Farrock, Kaveh, Shadows in the
Dessert. Ancient Persia at War, Osprey Publishing, Oxford, 2007.
Greatrex, Geoffrey y Lieu, Samual N.C., The Roman Eastern Frontier and the Persian Wars, Part II, AD 363-630. A
Narrative Sourcebook, Routledge, Londres, 2002.
Liddell Hart, Basil H., Strategy, Praeger,
Nueva York, 1954.
Llillington-Martin, Christopher, Archaeological and Ancient Literary Evidence for a Battle near Dara Gap, Turkey, AD 530: Topography, Texts and Trenches, disponible en https://www.academia.edu/206507/Archaeological_and_
Ancient_Literary_Evidence_for_a_Battle_near_Dara_Gap_Turkey_AD_530_Topography_Texts_and_Trenches.
-
Procopius
on the struggle for Dara in
530 and Rome in 537-8: reconciling texts and landscapes,
disponible en https://www.academia.edu/206527/
Procopius_on_Roman_Persian_and_Gothic_Strategy_near_Dara_and_Rome_-_now_published_
see_below
Malalas, John, Chronicle
of…, Australian Association for Byzantine Studies, Melbourne, 1986.
Oman, Charles, A
History of the Art of War in the Middle Ages, Vol. I y II, Burt
Franklin, New York, 1924.
Procopio de Cesarea, Buildings (De Aedificiis), disponible en http://penelope. uchicago.edu /Thayer/E/Roman/Texts/Procopius/Buildings/home.html
- History of the Wars, Books I and
II, The Persian War (De Bello Persico),
disponible en Project Gutenberg, www.gutenberg.org/etext/16764.
The Oxford Dictionary of Byzantium , ed. Alexander P.
Kazhdan, Oxford University Press, Nueva York, 1991.
No hay comentarios:
Publicar un comentario