El Combate de los Treinta
Tercera Parte
III. Los
hechos. El combate. Después de oír misa, los contendientes se
dirigieron al lugar del encuentro, donde estaban reunidos en gran número pobladores
de los alrededores, dispuestos a presenciar el poco común episodio (los
integrantes de uno y otro bando les advirtieron acerca de que debían abstenerse
de intervención alguna; asimismo, hicieron que se retiraran “bien lejos” del
lugar donde se libraría el combate.) Había también una buena cantidad de
asistentes de los guerreros: palafreneros, sirvientes, heraldos que portaban
los estandartes de sus señores, mires (médicos),
etc.
Ya preparados los contendientes, tuvo
lugar un singular diálogo entre los comandantes: Bamborough observó que
el encuentro había sido pactado en tanto existía una tregua y sin haber sido
autorizado por los “príncipes” de quienes dependían, por lo que sería bueno
posponerlo, bien hasta la finalización de la tregua, bien al obtenerse el
permiso de sus jefes. Como es de suponer, Beaumanoir sostuvo que era un poco
tarde para tal planteo, y que en tal caso “se
perdería una bella ocasión de hacer ver quien tenía ‘la amiga más bella” [27]. Al consultar a su gente, Yves Charruel,
en nombre de todos, dijo: “No
abandonaremos el lugar sin haber resuelto nuestra querella. Estamos deseosos de
mostrar quienes, si nosotros o los ingleses, son los mejores. Nuestra reputación nos exige
no librarnos a la burla de nuestros compatriotas por un escrúpulo fuera de
lugar”.
Antes
del combate, los jefes arengaron a los suyos, sobre un argumento común: en el
combate estaría en juego honor de su nación, y su resultado mostraría quien
entre ambos tenía más valor. Bamborough hizo un agregado, que en la época era
bastante común: le recordó a los suyos una antigua profecía de Merlin, el mago, que auguraba una
victoria inglesa.
Los relatos del combate son por
demás detallados. Por ello, y dada la naturaleza de este trabajo, sólo trazaremos
a grandes rasgos lo ocurrido en la jornada.
Bretones
e ingleses se agruparon, formando sendas líneas, separadas por
poca distancia entre sí. Detrás de cada una estaban los asistentes, y mucho
más allá los espectadores.Los cronistas afirman que el bando de Montfort tenía
cierta superioridad, basándose especialmente en dos hechos anecdóticos: la
enorme maza de hierro del caballero Billefort, “de 25 libras” y el fauchard “ganchudo y con filo de ambos lados”
que blandía el forzudo Hucheton.
Beaumanoir
indicó a sus hombres que se mantuvieran agrupados, formando una línea de
batalla. Presumiblemente, Bamborough dio la misma indicación.
Pero, al darse una señal, todos corrieron desordenamente, amontonándose sin orden ni concierto: “cada uno de los combatientes se arrojó contra el adversario que se
encontraba frente a él, sin combinar en absoluto su acción con la de sus
compañeros. Ambos bandos se entremezclaron librando, al azar de los encuentros,
una serie bastante desordenada de combates individuales...”.
En
este choque, murieron dos bretones, un caballero y un escudero. Además, tres de
ellos, heridos, cayeron prisioneros. Pese a la desventaja numérica, el
combate continuó en intensidad, sin que tal desventaja se hiciera sentir. Sí
ambos bandos, agotados, se pusieron de acuerdo para detener el combate,
refrescarse, reparar las armaduras, restañar las heridas y descansar (hay
acuerdo entre los historiadores en que los caballeros, en su mayoría, se
“refrescaron” con vino de Anjou.)
La
lucha se reanudó y Baumanoir fue herido de gravedad, perdiendo abundante
sangre. Se alejó por un momento, buscando alivio y algo de beber. Geoffroy du Bois, que estaba cerca, lanzó la frase
que se ha perpetuado: “Beaumanoir, bebe
tu sangre y calmarás tu sed”. Acaso
viendo en la misma un sarcasmo o un reproche, Beaumanoir se incorporó, débil,
al combate [28].
“Sin duda exaltado por los efluvios del
vino de Anjou, además, posiblemente, por el fracaso parcial de los bretones, o
viendo ya que las profecías de Merlin se estaban cumpliendo”, Bamborough se
burló de Beaumanoir, anunciándole que lo haría prisionero. Pero en ese momento,
un escudero bretón, Alain de Keranrais, asestó un lanzazo a Bamborough (una
versión habla que el bretón blandía una espada), que penetró a través de la
visera del yelmo, llegando al cerebro y el jefe inglés cayó muerto.
Ante la muerte de “Brembro” el estupor se apoderó de los
caballeros enfrentados, la lucha se interrumpió por un momento, pero pronto los
ingleses se rehicieron y continuaron peleando, ahora al mando del “feroz” Croquart [29].
El nuevo jefe grita a sus hombres: “dejemos de lado las profesías de Merlin, no contemos sino con nuestras
armas y nuestro coraje”. Algunos agregaron a esta arenga una orden sensata: “Permanezcan estrechamente unidos uno contra
otro, y que cualquiera que os ataque caiga muerto o herido”.
Contrariamente a lo ocurrido al comienzo del combate, los
ingleses obedecen y la lucha ya no presenta el desorden de entonces. Los
ingleses cierran su línea, presentando sus picas y lanzas a los bretones, que
una y otra vez los embisten, sin éxito. Los números ahora son más parejos: los
ingleses suman veintinueve, los bretones veintiocho, ya que los tres
prisioneros pudieron librarse en medio de la confusión creada por la muerte de
Bamborough.
Poco a poco, los bretones van quebrando la línea enemiga,
matando a dos ingleses, un alemán y un bretón. No obstante, los ingleses se
agrupan estrechamente una vez más, asumiendo una formación que aparece
inexpugnable [30].
Cuando Beaumanoir aparece casi desesperado ante la resistencia inglesa,
Montauban, que había llegado a caballo al campo de combate, vuelve a montar,
con su lanza, y finge alejarse. Beaumanoir cree que huye y lo increpa: “Caballero falso y malvado, ¿adonde vas? ¿Por
qué nos abandonas? ¡Te será reprochado a ti y a tu raza por siempre! Montauban
le dice: “ocúpate de hacer tu parte, que
yo por la mía cumpliré con mi deber”. Y vuelve su trayectoria atravesando
la línea inglesa, partiéndola, aprovechando los bretones para cargar sobre el
enemigo, matando a algunos y tomando prisioneros a los restantes (los cuales
estaban todos heridos de diferente consideración) siendo liberados más tarde
con el pago de un “modesto” rescate [31].
Sobre el campo quedaron tres bretones del bando de Blois y por lo menos nueve
del de Monfort, aunque algunos hablan de hasta doce.
Lobineau, como si realmente se hubiera tratado de una
justa donde era necesario destacar a quienes mejor se habían comportado en la
lucha, dice: “Tinteniac del lado bretón y
Croquant del de los ingleses, ganaron el honor de ser los mejores
combatientes…”
Beaumanoir, en la plaza de Dinan |
Geoffrey de Charny, el autor del Libro de la Caballería, guerrero francés que murió en Poitiers portando
el estandarte real (el célebre oriflama)
indicaba a quienes recorrerían el camino del caballero: “Si deseas que tus blasones sean recordados, reconocidos y realzados
sobre otros, busca constante y diligentemente protagonizar hechos de armas. Y
cuando Dios te conceda la buena suerte de encontrarlos, haz tu deber sabia y
audazmente, no temiendo a nada excepto a la vergüenza…Haciéndolo, serás
acreedor a un mayor reconocimiento de tus hazañas por amigos y enemigos…”
Casi veinte años después, cuenta Froissart que encontró a uno
de los sobrevivientes del combate, Yves Charruel, durante una recepción real en
París. “Su rostro, cruzado por heridas y
cicatrices, mostraba que el combate había sido rudo”. Allí el cronista presenció, describiéndolos, los poco comunes honores que se le dispensaron al veterano por
haber sido uno de los Treinta.
A más de seis siglos y medio, el Combate de los Treinta continúa siendo recordado. No sólo en ese obelisco que hoy se yergue donde se cree que fue el lugar de su ocurrencia, o con la estatua de Jean de Baumanoir en una plaza de Dinan. Quienes lucharon entonces han obtenido ese reconocimiento que buscaron como única recompensa por ese acto singular, mezcla de insensatez y virtudes exaltadas.
[27] La expresión usada por
Lobineau es “la plus belle amie”, referencia
caballeresca habitual a la dame des
pensées, la cervantina dulcinea. Esto
hace volver la cuestión a si le Bel y Froissart aciertan cuando se refieren a
que el lance tenía relación con las “señoras”
o “amigas”.
[28] Sin que sea importante,
algunos autores difieren sobre el momento en que Beaumanoir es herido, algunos
afirman que fue alcanzado luego de la muerte del inglés. Lo invariable del
episodio es la famosa frase de Geoffroy de Bois.
[29] Croquart o Crockart era un
mercenario de origen flamenco, a quien Argentré califica de “valiente ladrón”.
Era quien llevó a cabo las correrías por el territorio bretón, en el origen del
airado reclamo de Beaumanoir a Barnborough.
[30] De la Borderie, con algo de
exaltación napoleónica, denomina a esta formación “bataillon carrée” tal como la consagró Bonaparte en su estrategia de marcha y aproximación de sus cuerpos de ejército. Quizás lo que ha querido decir es que los ingleses
asumieron una defensa en cuadro, típica de la infantería al hacer frente a un
ataque de caballería.
[31] Un autor inglés ha dicho que la maniobra
de Montauban “tiene cierta apariencia de
traición”, sin explicar el motivo de su aserto. Unos dicen que por haber
fingido su retirada, otros que no debió haber usado su caballo cuando el
combate se libraba a pie. Ni una cosa ni la otra, a juicio nuestro, merece ni
justifican una conclusión tan severa (Smedley, Edward, The History of France: From the
Final Partition of the Empire of Charlemagne, A.D. 843, to the Peace of
Cambray, A.D. 1529, Part I, Daldwuin and Cradock, Londres,
1836, pág. 194, disponible en http:// books. google.com.ar/books?id=eQpHybuZ1TsC&dq=Smedley+France&source=gbs_navlinks_s
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